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Fantomas se fue a vivir a México (parte final)…por Luis Villegas

 

El segundo problema lo constituía la cercanía de México con los Estados Unidos y la dependencia del peso respecto del dólar. Que él supiera, México era el único país cuya moneda, si el dólar se debilitaba, se devaluaba; y si el dólar se fortalecía, ¡también se devaluaba! ¡No tenía sentido!

 

Por ello, el tercer problema consistió en responder a la interrogante: “¿En qué ocupar su fortuna?”; y la respuesta providencial fue la autorización para invertir capital privado en la extracción de crudo. A diferencia de otros países exportadores, que junto con China, Alemania y Japón mantuvieron un superávit interno, México desaceleró su crecimiento económico.1 Se había dicho: “¿Cómo es posible que el costo de producción de un barril de petróleo mexicano ronde los 4 dólares, que su precio internacional haya superado los 100 dólares y que, a pesar de ello, Pemex exhiba números rojos?”.2 El neocapitalismo (el neoliberalismo era cosa del pasado remoto) en todo su esplendor: No de balde, las familias más afortunadas en México, eran aquellas cuya bonanza relámpago tenía su origen en empresas otrora públicas: Teléfonos de México, Altos Hornos de México, Televisión Azteca, así como su sociedad con grandes compañías extranjeras como IBM, Bell Atlantic, Rupert Murdoch’s News Corp, AT&T, Visa, Wal Mart y NBC (beneficiarios de privatizaciones, desregulación financiera, apertura comercial y crisis).3

 

En algún momento Fantomas pensó: “¿Y si falla todo lo anterior?”. No se quebró mucho la cabeza: “Me postulo como candidato independiente a la Presidencia de la República”. No por nada, él era uno de los ladrones más famosos de la historia del Mundo, con un merecido lugar al lado de célebres y míticos colegas como Caco, Robin Hood, Alí Babá, Raffles y “El Padrino Mexicano”, don Carlo Salas de Gordari, il Capo di tutti i capi, a cuyo cuñado, por cierto, Gerónimo Gerardo Rivera, lo acababa de financiar con poco menos del 50 por ciento del capital necesario para hacerse con la primera licitación en materia de hidrocarburos, después de 76 de monopolio estatal. “¿Cómo decían los mexicanos? ¡Ajúa!”.

 

Pero ¿cuál fue la nota decisiva que lo impulsó a abandonar Francia? La fuga de “El Chapo” Guzmán Loera del penal del Altiplano, por supuesto.

 

La idea se la dio al famoso ladrón internacional el hecho de que, en una prisión de máxima seguridad, en donde según el dicho de los propios reclusos era posible escuchar “roncar” al vecino y oír las caminatas de los custodios, así como los ruidos de los otros pasillos; en donde los alimentos son llevados a las celdas pues no hay comedor; en donde los prisioneros solo pueden salir de manera individual una hora diaria; en donde las luces permanecen encendidas durante las 24 horas; en donde las celdas se vigilan a través de un sistema de cámaras de seguridad; y en donde a los reos les cortan el cabello al rape cada 15 días; haya sido posible cavar un túnel de 1.5 kilómetros de longitud sin que nadie escuchara los trabajos de excavación (pese a que algunos reos se quejaban de que el ruido nocturno no los dejaba dormir); reducir las revisiones físicas a los visitantes, bajo el argumento de que se violaban los derechos humanos; flexibilizar las aproximaciones al penal hasta convertirlo en un reclusorio “normal”; desmantelar el sistema que permitía, en tiempo real, detectar la identificaciones falsas de los visitantes; eliminar el monitoreo espejo desde la ciudad de México y cancelar el audio de las imágenes; dejar, juntitos y en el mismo pabellón, a varios de los líderes del narcotráfico más conspicuos de México; garantizar el acceso irrestricto de los abogados del narcotraficante fugado; así como permitir que tuviera televisión, el pelo largo e, incluso, un canario en la celda; permitir a CONAGUA hacer obras a un costado del reclusorio (lo que viola los protocolos de seguridad) y desconectar los sensores subterráneos de vigilaban en una profundidad de 20 metros (que ya después, alguien olvidó reconectar).

 

A sus ojos, México era el Paraíso. “Un Paraíso sin serpientes”, se reiteró con una sonrisa. Cómodamente instalado, Fantomas se arrellanó en el mullido asiento y en tanto Tauro le servía un tequila con limón -había que ir acostumbrándose a este asunto-, comenzó a planear su próximo golpe: “¿Y si robaba el ayate de la Virgen de Guadalupe? ¿Cuánto pagarían de rescate los mexicanos?”. Se preguntó.

 

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Luis Villegas Montes.

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