La xenófoba trompa de Trump … por Aída Holguín
Desde que Donald Trump anunció su precandidatura a la presidencia de Estados Unidos, la frecuencia -y tono- con las que emite mensajes de odio hacia los inmigrantes, ha aumentado de manera exponencial; en el más reciente, habla de su intención de deportar a los inmigrantes indocumentados, además de abolir la “ciudadanía por nacimiento”.
La “trompa” de Trump ha sido el instrumento xenófobo con el que de manera particular se ha manifestado en contra de los inmigrantes latinos; pero haciendo especial énfasis en los de origen mexicano; catalogándolos de peligrosos delincuentes, traficantes, e incluso de agresores sexuales.
No son pocas las ocasiones en que Trump manifiesta que -para él- los inmigrantes son de una raza inferior que no merecen ni pisar el suelo norteamericano; lo cual, evidencia su negación -y/o ignorancia- respecto a la historia de su país.
Es difícil saber qué es lo que ha traumatizado tanto a Mr. Trump como para que sienta tanto odio contra quienes migran a hacia los Estados Unidos; sin embargo, ese trauma no lo exime de la obligación que tiene de conocer su propia historia, ni de negar -con sus acciones- que el desarrollo y poderío de Estados Unidos, radican precisamente en fenómeno migratorio. Y es que resulta obvio que Trump desconoce y/o niega algunos hechos históricos que debería tomar en cuenta antes de pronunciarse en contra de los inmigrantes.
Empecemos con una de sus más importantes celebraciones norteamericanas: el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day). Esta tradición estadounidense se remonta al año 1620; cuando un barco con más de 100 colonos ingleses cruzó el Atlántico para instalarse en el nuevo mundo (o sea en E.U.). Al llegar a Plymouth, MA., conocieron a un nativo que les ayudó a sobrevivir el crudo invierno; y aunque muchos de ellos murieron, los sobrevivientes decidieron hacer una fiesta para celebrar la primer cosecha de maíz (en 1621).
Por otro lado, Mr. Trump tendría que saber que durante el siglo XIX ingresaron -de manera masiva- a territorio estadounidense miles de millones de inmigrantes; y que éste, es posiblemente el factor más importante y determinante para que el desarrollo y progreso de Estados Unidos aún siga vigente, gracias a la flexible política migratorias de aquella época. Según los historiadores, las razones de esta migración se atribuyen a las mismas que en la actualidad: la pobreza y la esperanza de una vida mejor.
Cuenta también la historia, que durante 350 años se dio el poblamiento del continente norteamericano, y que fue gracias a la contribución de los inmigrantes provenientes principalmente del sur y centro de Europa, que se llegó a un nivel importante de diversificación en la producción; tan importante, que hasta el día de hoy posiciona a Estados Unidos como potencia mundial.
Por último -pero no menos importante- está el hecho de que, de acuerdo a una publicación del diario español “El País”, el abuelo del magnate fue un inmigrante alemán de apellido Drumpf, que luego cambió por Trump.
Con el conocimiento de todo lo anterior (y de muchas otras cosas que también debería saber Mr. Trump), resulta inconcebible saber que ni su ascendencia, ni las páginas de la historia yanqui sean suficientes para que el Trump reflexione respecto que sus pensamientos, obras y acciones van totalmente en contra del devenir histórico de su familia y de su país.
Por otro lado, también resulta sorprendente que ninguno de los mensajes xenófobos de Donald Trump hayan alertado a las autoridades diplomáticas mexicanas para exigir –enérgicamente- al actual presidente del país vecino, Barack Obama, que se comprometa a garantizar plenamente los derechos humanos de nuestros connacionales migrantes -documentados o indocumentados-.
No basta con que el Mr. Trump enfrente un boicot comercial orquestado por un grupo de empresas hispanas, que en solidaridad con los paisanos, actuaron ante las absurdas y xenófobas declaraciones del magnate; lo que es necesario y urgente, es que México -como país que tiene y mantiene un intercambio comercial billonario con E.U.- se solidarice en los hechos –y no solo en los dichos- con nuestros paisanos radicados en aquel país, y que no omitan considerar que la trompa de Trump incita a los crímenes de odio.
En esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por el abogado, escritor y político español, Ricardo Sáenz de Ynestrillas Pérez: “Los inmigrantes no tiene la culpa de nada. Ellos, como nosotros, son víctimas del sistema y de las mafias.”
Aída María Holguín Baeza
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