Salt Lake, Estados Unidos.- El Tricolor empató 3-3 contra Trinidad y Tobago en el Estadio Rio Tinto. Se suponía que este era el partido accesible, ante el 56 del mundo (el martes va contra el número 1, Argentina), el que estaba a modo para mostrar el equilibrio que caracteriza al equipo del “Tuca” y que le permitía apostar por una plantilla alternativa
Y hoy México despertó con un alarmante escenario porque el tiempo ha sido poco para corregir los errores que se arrastran desde el verano, que trozaron los nervios de Miguel Herrera y que hoy ponen al interino Ferretti en un escenario de presión.
¿Cómo explicar que Trinidad y Tobago haya anotado en sus primeras dos llegadas? ¿Cómo entender que el Tri se siga matando solo, con errores defensivos que rayan en lo ridículo? El “Tuca” fue mesurado, pero tenía motivos para derramar bilis.
Porque el primer gol se originó de una acción en la que ni Jesús Dueñas ni Javier Güemez agarraron la marca de Keron Cummings, quien disparó a placer y tuvo la fortuna de que el balón le quedó a modo a Jonathan Glenn, el cual con una palomita firmó el tanto. Luego, Oswaldo Alanís se durmió en su intento de salir jugando por la banda, Glenn le robó el esférico y le devolvió la cortesía a Cummings.
La defensa de México se ha convertido en la mejor arma del rival.
A la ofensiva, el equipo generó llegadas, tuvo una bravía reacción que le permitió empatar a dos tantos, primero con el gol de Carlos Esquivel tras un buen centro de Jorge Torres Nilo y que incluso ameritó los aplausos del “Tuca”, después con la diana de Raúl Jiménez, al 55′ y en la primera jugada que tocó tras sustituir al lesionado Henry Martín, luego de una gran pared con Esquivel.
Pero faltaba otra raya más a la zaga, primero cuando Torres Nilo permitió una faena y cometió una falta cerca del área; después, la barrera se abrió y permitió el gol de Joevin Jones, al 69′.
A Ferretti no le quedó de otra que mandar refuerzos, así como Jiménez le dio resultado y Héctor Moreno entró para darle solidez a la defensiva, Héctor Herrera fue el hombre que desde el banquillo le dio oxígeno al Tri, que le refrescó las ideas, y con un golazo sobre el final del partido, al ángulo superior derecho, rescató la imagen de la Selección Mexicana.
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