205 gritos, y nada que celebrar…por Aída María Holguín
Cuenta la historia, que en 1810 -en el Pueblo de Dolores, Guanajuato- Miguel Hidalgo exigió públicamente -a nombre de muchos mexicanos- la libertad de México. Fue mediante un “grito” que anunció la insurrección del pueblo, dando así inicio a una guerra que buscaba -primordialmente- la independencia de México de un país opresor como lo era España. Se buscaba pues, que la Nueva España fuera un país libre y soberano en el que sus habitantes tuvieran una mejor calidad de vida.
Tuvieron que pasar 11 años (desde aquel “grito”) de lucha social para que México fuera declarado país libre y soberano; sin embargo, la mejoría en calidad de vida del pueblo no ha sido del todo exitosa. Y es que si se analiza a fondo el objetivo de ese movimiento patriótico, no es difícil darse cuenta de que los mexicanos festejan -cada 15 de septiembre- por algo que en realidad no se tiene, y que quizá nunca se ha tenido.
Si bien es cierto que México se liberó del yugo español, que el sistema de gobierno cambió y que el ejercicio del poder “se controló”; también es cierto que hoy por hoy las cosas no son tan distintas de cómo lo eran hace 205 años. Una cosa es que México se haya liberado de los españoles, y otra cosa -muy distinta- es que los mexicanos hayan dejado de sufrir imperialismo de de otras naciones –distintas a España- y/o las prácticas autoritarias de los gobernantes en turno.
Únicamente evadiendo las circunstancias actuales, es que los mexicanos pueden celebrar un hecho que en realidad no ha sucedido. O es que ¿México no depende -por ejemplo- de Estados Unidos? ¿ya no hay opresión? ¿ya no hay gobiernos dictatoriales? ¿los derechos humanos no se quebrantan?¿hay verdadera libertad de expresión? O ¿ya no hay privilegios para la clase gobernante?
Siendo realistas, la “independencia” de México a lo más que ha llegado, es a constituirse en un acto heroico de una parte del pueblo que, cansada del mal gobierno, se manifestó y actuó para exigir lo que por derecho y obligación le corresponde hacer; sin embargo, eso fue solamente el inicio de algo que en pleno año 2015 aun no se ha materializado.
En fin… ya se han dado 205 gritos, pero no hay mucho que celebrar. Quizá la mejor celebración sería reflexionar sobre este suceso histórico que le dio un poco de libertad y justicia a México, pero que no fue exitoso en su totalidad porque hay quienes se han encargado por décadas -e incluso por siglos- de que eso no suceda.
Y mientras que la libertad de los mexicanos se concreta, los gobernantes seguirán echando “vivas” a diestra y siniestras, gritando efusivamente el nombre de todos y cada una de los héroes que le dieron patria a los mexicanos. Una patria que -por cierto- muchos de ellos han traicionado y vendido sin consideración alguna.
Es justo durante esta celebración cuando resulta particularmente ofensivo e incongruente ver -y escuchar- que los que gritan gustosos desde un balcón que México es libre y soberano, sean precisamente los que obstaculizan que eso suceda.
Por esas y muchas cosas más, yo -al igual que muchos mexicanos- no voy desde hace varios años al evento conmemorativo de el Grito de Independencia. Y es que ser mexicano, no consiste en ir a escuchar a los artistas -que aseguran la asistencia- ni gritar repetitivamente a los cuatro vientos “Viva México” y “Viva la libertad”; ser mexicano es actuar con patriotismo (con todo lo que ello implica) todos los días, y no sólo los días 15 de septiembre.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el ensayista y poeta mexicano, Octavio Paz: “¡Pobres mexicanos!.. que cada 15 de septiembre gritan por espacio de una hora, quizá para callar el resto del año.”
Aída María Holguín Baeza
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