Intercambian niñas favores sexuales por comida
Ciudad Juárez, Chih.– La pobreza extrema no sólo ha obligado a niñas de la periferia de la ciudad a drogarse para mitigar el hambre, también las ha orillado a mantener relaciones sexuales con hombres mayores “a cambio de unas papitas”.
Promotoras de la Organización Popular Independiente (OPI) han detectado a niñas entre quinto y sexto año de primaria que hacen intercambios sexuales por droga o comida, ya que también con sustancias como el agua celeste amortiguan el hambre, informó su trabajadora social, Mónica Espinoza Rico.
En marzo del año pasado la directora de la misma asociación, Catalina Castillo, alertó a través de Norte sobre el incremento del uso de drogas como el agua celeste y la mariguana en adolescentes y niños desde los 10 años.
También dijo que descubrieron a niños que robaban comida en las tiendas de abarrotes de su colonia, debido a la pobreza alimentaria. Pero lejos de erradicarse el problema, ahora han descubierto el intercambio sexual de niñas por comida.
Se trata de menores de colonias del norponiente y suroriente de la ciudad, las zonas más marginadas de Juárez, quienes han tenido que asegurar la comida del día a cambio “de un acostón”, lamentó la activista de la organización.
La OPI trabaja desde hace 27 años en esta frontera, y actualmente apoya a 300 niños y adolescentes a través de casas de juego, donde además de estar lejos de las calles se les fomentan valores y se les cuida.
Sus promotoras se encargan de acercarse a ellos y a sus familias, por lo que pueden palpar las diversas problemáticas que existen en las zonas más vulnerables de la ciudad, como el intercambio sexual que han tenido que hacer niñas por comida.
Son estudiantes de primaria que sostienen relaciones sexuales con hombres adultos, quienes se aprovechan de su necesidad, sin el conocimiento de sus madres, ya que generalmente son hijas de madres solteras, operadoras de la maquiladora.
Las menores “comen una vez al día y para no sentir hambre y dejarles la comida a los hermanitos se drogan –o– si no tienen para la comida de ese día, porque a la mamá no le alcanzó –el dinero–, pues ‘te cambio las papitas por el acostón’, yo sé que si me voy contigo vamos a ir a comer, nos la vamos a pasar suave; cosas a las que no tengo acceso, sé que si me voy contigo me vas a llevar a pasear, a comer y aseguro mi comida del día”, comentó Espinoza Rico.
Al ser detectadas por la OPI se les comienza a dar seguimiento, pero generalmente las madres sienten miedo y se cambian de domicilio, “por las circunstancias de la adolescente, por temor al acompañamiento y a que el caso sea remitido al DIF o a las autoridades investigadoras”, añadió.
En el caso del consumo de drogas, la problemática afecta a niñas y niños, a los denominados “hijos de la guerra”, quienes vivieron su primera infancia en los años de mayor violencia en Ciudad Juárez y sufren los síntomas de la posguerra.
Con el agua celeste buscan disminuir sus necesidades biológicas, como el hambre y el frío.
Además de padecer diversas situaciones de depresión, principalmente en el caso de las niñas; la precarización y falta de políticas públicas los menores viven en un mayor rezago educativo, social, de cuidado y de esparcimiento, principalmente en el poniente de la ciudad, alertó Castillo.
Por ello, para Teresa Almada Míreles, directora de Casa Centro de Promoción Juvenil, “muy lejos de ser una ciudad que acoja, que dé oportunidades y que construya equidad”, Ciudad Juárez es un riesgo para sus mujeres y jóvenes.
Últimos comentarios