Pornografía electoral…por Carlos Murillo González
Desde los últimos dos meses del 2015 empezaron las campañas electorales. Sí, los medios periodísticos en su afán de hacer noticias han visibilizado las pre pre candidaturas partidistas e independientes, especulando nombres o cínicamente cargando hacia algún partido o persona.
Las elecciones simulan ser una acción democrática, pero no lo son. Es la forma en que se “legitima” un régimen buscando ser reconocido más por otras naciones que por su propio pueblo. Por eso no importa cuántos voten o quiénes voten, lo importante es ganar elecciones, obtener el poder político.
En su afán por mantener las apariencias, el sistema político mexicano se disfraza de democracia y ante la pérdida de credibilidad inventa cosas como las candidaturas ciudadanas para dar la impresión de apertura y cambio cuando en realidad se trata de una trampa, una simulación.
El bombardeo de propaganda política, así sea para las competiciones internas de cada partido o en las recientes aspiraciones individuales independientes, aportan al desgaste de la opinión pública y no abonan a generar ciudadanía por que la satura muy anticipadamente de procesos que no le interesan. Ahí está el meollo del asunto: mantener despolitizada y apática a una sociedad políticamente analfabeta.
Tal vez las y los independientes puedan alegar ignorancia, pero lo cierto es que al entrar al terreno de la participación electoral (que no es la única manera de hacer política) legitiman un régimen corrupto y caen en su juego, o bien son parte de la estrategia de partidos o élites con intereses egoístas opuestos a las necesidades de la gente, como el caso de El Bronco en Nuevo León.
El camino electoral es pornográfico por que exhibe de manera cínica las aspiraciones de poder aún de los bien intencionados. La adicción al poder político inicia precisamente con los deseos de cambios, reformas, continuidades o revoluciones y termina convirtiéndose en el modus vivendi de un grupo, familia, hombre o mujer pero, de eso nunca se habla.
Por eso es posible en esta prostituida realidad electoral ver aberraciones como la tercera postulación (por dedazo) del dos veces presidente municipal de Juárez, Héctor Teto Murguía, para competir por el mismo puesto pese al odio y temor indiscutible que genera en muchos sectores de la ciudad, quienes no han podido evitar sus triunfos.
Lo mismo se podría decir de Julián Leyzaola, el militar torturador de triste recuerdo en Juárez quien ahora compite por la alcaldía de Tijuana. Tanto el caso del Teto como el de Leyzaola, no son dignos de un país democrático, sino de sistemas políticos corruptos que juegan a mantenerse en pie pese a sus contradicciones burlándose una y otra vez de una sociedad moldeada a la medida a sus intereses.
Pornográfico es también dentro de los independientes la cuestión del dinero, pues no es lo mismo ser la “candidata obrera Toñita”, que el “candidato del Canal 44”, Armando Cabada, cuya familia y cadena de televisión, además de reaccionarios y amarillistas, siempre han apoyado al PRI.
El sistema electoral está diseñado actualmente para darle la ventaja al PRI: el Instituto Nacional Electoral (INE) candidaturas a modo (si no gana el Teto, gana Cabada) los periódicos y televisoras más poderosos, ¡hasta el narcotráfico juega su papel electoral! El o la que no quiera ver esta situación o es ingenuo(a) o es parte del sistema.
Partidos emergentes como MORENA, con todo su entusiasmo y buena voluntad, poco a poco se encaminan en la dirección errónea haciendo las mismas acciones que han criticado a los “partidos de siempre”, sin saberse desprender de su líder nacional, Andrés Manuel López Obrador, y abanderando una falsa ideología de izquierda.
La mesa está puesta para la continuidad del PRI y migajas para los demás; para que gobernantes rateros como César Duarte no teman ser molestados por la ley y las cosas sigan como están, dejando como siempre, la estafeta de la corrupción al político ganador para solapar estas y otras atrocidades, cobrando la factura a esa sociedad dormida, enajenada y confundida que se queja, pero no sabe o no quiere arriesgarse a sacar a estos parásitos del poder.
El camino electoral no es la respuesta a las necesidades de vida de la sociedad. Es el juego maquiavélico de las élites del poder político-económico para seguir dominando a su antojo. No ha de esperarse nada bueno de esta ni las siguientes contiendas electorales.
Para sacar al PRI del poder y para evitar la priistización de los demás partidos, lo mejor es considerar alternativas políticas no electorales (revocación de mandato, juicios políticos populares, insurgencia civil pacífica, democracia participativa…) de otra manera lo único que se logra es alimentar al enemigo: la monopólica clase política-empresarial.
*Candidato de la sociedad anónim a y futuro ganador abstencionista 2016.
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