Aprenden música jóvenes de zonas marginadas
Chihuahua.- La Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) llevará al máximo escenario artístico de México, el Palacio de las Bellas Artes, en la capital del país, a más de 130 jóvenes, entre ellos 17 juarenses, que no estudian ni trabajan en su mayoría, además de ser vulnerables a la violencia y a la delincuencia.
El próximo 27 de octubre, esta muestra juvenil llegará a Bellas Artes para ofrecer un concierto musical en el que demostrarán las habilidades adquiridas en los Laboratorios de Producción Creativa que la Sedesol ha instrumentado a través del Programa Hábitat. Los 17 jóvenes de Cd. Juárez parten a la Ciudad de México el próximo lunes 15 de octubre.
En Ciudad Juárez, los jóvenes han ensayado en el Sotano del Teatro de la Ciudad en donde Sedesol habilitó y equipo un espacio para estudio de grabación profesional. En este lugar, los jóvenes reciben el taller “Laboratorio Palabra y Más” que está diseñado para que los participantes desarrollen habilidades artísticas a través de la música y emprendan proyectos de producción musical profesional.
Pero los jóvenes, procedentes de Ciudad Juárez, Chihuahua; de Tijuana, Baja California; de Nogales, Sonora; de Playa del Carmen, en Quintana Roo; de San Luis Potosí, S. L. P., y de la Delegación Iztapalapa, en el Distrito Federal, no solamente aprendieron a interpretar música ni a componerla, sino que ellos mismos fabrican sus propios instrumentos y reparan los que sufren algún desperfecto.
El Secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra, afirma que “los laboratorios sintetizan la preocupación en materia de la cohesión social y la posibilidad de que México supere sus problemas estructurales, porque sabemos que la cohesión social no puede darse cuando existe exclusión social, inequidad económica, desigualdad jurídica, discriminación racial, sexual y de cualquier tipo; marginación y aislamiento regional”.
La cohesión social “es incompatible con la falta de oportunidades y la ausencia de condiciones estructurales que favorezcan el desarrollo humano, social y cultural, por lo que nuestra propuesta se inserta en una aspiración y propósito respecto del desarrollo social, asociado a la calidad de vida y al bienestar general, por lo que comprende la salud; la nutrición; la educación; la vivienda; el esparcimiento; la relación con un hábitat limpio, funcional, estético, adecuado; las oportunidades para crecer y desarrollarse personalmente; en las redes de afectos y apoyos, en su identidad y en todo lo que hace posible la calidad de vida”, agregó el funcionario federal.
La propuesta de los laboratorios promueve en los participantes una referencia favorable respecto de los modelos económicos enfocados al crecimiento y al desarrollo, al transmitir el mensaje de que “necesitamos un país distinto. Somos de donde somos por convicción y/o circunstancia. Queremos una vida de calidad y bienestar”.
Los valores agregados los proveen los participantes, lo comparten y pelotean en el espacio del Laboratorio, con la premisa del deseo de vivir en una cultura de paz que se respete a sí misma y que comience por reconocer y aceptar que somos pluriétnicos y multiculturales.
De la tensión que viven los jóvenes en las calles, donde son vulnerables a todo tipo de influencias negativas, emerge la necesidad de imaginar haciendo y de hacer imaginando. Ahí, junto con ellos, surge la propuesta de crear unos talleres, unos laboratorios donde los participantes puedan hacerse a sí mismos, elaborarse un rostro, una identidad propias.
Así surgen los Laboratorios de Producción Creativa, que se convierten de inmediato en espacios de autonomía relativa, de oportunidades concretas y de la posibilidad de ser.
De acuerdo con los participantes, en los laboratorios se han concientizado de que aprender es un privilegio, no una obligación, y que lo pueden hacer a su propio ritmo, aprender a crear un grado de conciencia, a cuestionarse.
Tampoco se preocupan por el futuro, porque saben que si este proyecto se acaba puedes buscar patrocinio por parte de otras instancias. Hoy saben que no se les cierran las puertas, que pueden mostrar lo que han hecho.
Muchos jóvenes ven estos laboratorios como una semilla que se sembró, como un lugar donde aprenden a experimentar con los tipos de madera y con el diseño, al grado que algunos se han interesado en emprender un negocio, en hacer una empresa.
“Me gusta la idea de combatir la violencia; hay que combatir esa guerra con arte. Hacer un instrumento es un proceso de creación, yo me conecto con la madera, siento algo profundo, me gusta. En otros lugares te ponen como que tú eres el del problema, aquí puedo pensar y tranquilizarme; aprendes a mirar el trabajo como algo que haces para convivir y, por lo tanto, debe ser un espacio donde te desestreses y te sientas bien”, afirma uno de los participantes en el Concierto “De la calle a Bellas Artes”.
“Cuando trabajas así con la madera, aprendes a tratarla como algo vivo. Aprendes que también existe para alegrar y te formas la idea de que construir algo con ella es el pretexto para que todos puedan aprender, para salir de la mediocridad. La madera se deja seguir, te da libertad para que trabajes con ella, para que sientas todo lo que haces. Se abre tu perspectiva, aprendes a ver las cosas por todos lados.
La conclusión más contundente del éxito de los laboratorios la define otro de los participantes: “Es un espacio que te oportunidad de aprender de otra forma, estableciendo lazos con los demás. ¡Aquí crecí bastante! Soy un tipo distinto, otra persona, me he fortalecido como persona, ahora sé quién soy y lo que quiero… me siento feliz. Ahora quiero aportar algo a mis allegados a mi comunidad… Te das cuenta que tienes un compromiso moral y que rompes con el eslabón de ser esclavos de lo material”.
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