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El silencio de la alondra y la realidad virtual

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Este libro, El silencio de la alondra, es una obra narrativa que podría ubicarse como novela de ficción. Es esa la definición correcta. Sin embargo, está inspirada en un fenómeno moderno y sorprendente llamado realidad virtual (RV).

Hablando un poco de la Realidad Virtual y su principal componente: el ciberespacio, elemento que existe sólo en la pantalla de la computadora; se define como un lugar artificial, inmaterial, muy semejante al mar. Es un fluido tridimensional donde se puede navegar, es transitorio y efímero. A través de él se puede viajar hacia el pasado o al futuro, visitar las galaxias o sumergirse en las profundidades marinas o viajar alrededor del mundo.

En él es posible también cambiar de identidad o, a través de la multiplicación o desdoblamiento del cuerpo entrar en otras dimensiones y conquistar nuevos espacios; entrar en mundos ficcionales y sofisticados e interpretar a cualquier personaje, aunque no se conozca, no exista e incluso, cuando ya haya muerto. Contiene un laberinto donde es posible retroceder o avanzar en el tiempo. Se basa en la fantasía y en la ilusión y mantiene espacios tan reales que algunos estudiosos lo han calificado como un moderno Frankestein y temen que pueda tomar el control de nosotros mismos, reemplazando la realidad y sometiendo al ser humano a su poder.

En la RV así como en el mundo de la ficción, las creaciones mentales pueden volverse entidades tangibles; tanto en una como en otra es posible cambiar la identidad e intercambiarse por otro individuo. En la ficción, el autor atribuye a los personajes poderes y facultades sobrenaturales, de forma que aun cuando el lector esté consciente de ello, finge creer que existen en realidad.

La RV nos pone en disposición de comprender como natural el tener posibles encuentros con personas a manera de telepresencia o sea, a través de los medios como teléfono o televisión, internet, etc. Incluso, nos permite crear identidades ficticias como seres de otros mundos o de otros tiempos.

Es justamente en este concepto de realidad virtual como podemos relacionar a esta novela, El silencio de la alondra, con este interesante y moderno movimiento y su vínculo creativo en el terreno de la narratología en las últimas décadas. Por lo tanto, se entiende la virtualización como una realidad simulada semejante a la ficción literaria, que interesa, también, desde el punto de vista del fenómeno hipertextual.

En esta historia hay una regresión en el tiempo y un reencuentro con el pasado y con la muerte misma. El acceso a ese lugar es el umbral de un espejo que se encuentra en el centro donde se unen el pasado y el presente y donde la protagonista comienza a oscilar frente a ese espejo entre el tiempo y la eternidad y desemboca en un laberinto que la llevará hacia el mundo que tanto añora. El tiempo se desliza en retroceso y se yuxtapone o se empalma con el presente o con épocas lejanas, olvidadas y difuminadas en el tiempo sin tiempo: un tiempo estático.

Aparece en la historia una gárgola fantasmagórica y maligna que durante el plenilunio adquiere vida; sus ojos de piedra comienzan a observar a su alrededor y sus misteriosas pupilas cambian y se dilatan adquiriendo un movimiento como de olas, ondulantes y movedizas, y brilla con una luz sobrenatural. Por alguna razón no se acerca a la protagonista, pero sí a sus jóvenes enemigos a los que involucra en una espeluznante intriga.  Como todos los entes siniestros tiene un criado, un hombre detestable que se hace acompañar de un pavoroso perro que parece ser real, sin embargo, aparece y desaparece inexplicablemente.

El pasado se va develando entre la neblina y se va aclarando a la luz del presente, y el lector termina convirtiéndose en observador de ese mundo insólito y fantasmal o, quizás, un mundo virtual.

Esta obra tiene una interacción con el lector y le deja lo que llamamos un “final abierto”, y será el mismo lector quien decida cómo termina la historia o puede decidir, también, que no termine y continúe abriéndose hacia una continuación en el espacio-tiempo.

El espacio de los acontecimientos vividos se acumula en líneas verticales y el tiempo corre hacia el futuro, juntos: espacio y tiempo crean la velocidad y con ella, nuestro viaje hacia el futuro, pero ¿qué pasaría si las coordenadas, por algún extraño fenómeno se invirtieran? Entonces, estaríamos viajando en retroceso hacia el pasado.

En esta historia, en el origen de las coordenadas, o sea, en el centro, se encuentra el espejo, un portal hacia el pasado, por el que la protagonista puede transportarse del presente al pasado o viceversa. Los acontecimientos que se desencadenan nos van sorprendiendo cada vez más y terminan dejándonos realmente impactados, haciéndonos una cantidad de preguntas hacia el final. Esto termina convirtiendo al lector en escritor de su propio concepto del final de la historia.

 

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