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Es el de camotero un oficio en peligro de extinción

 

*Debido a la crisis que impera donde nació esta tradición culinaria, han tenido que emigrar a distintos puntos del país, como el caso de Meoqui

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Por JESÚS C. AGUIRRE MALDONADO (Texto y Fotos)—

CD. MEOQUI, Chih.- De los oficios que están desapareciendo y pasando a mejor vida se encuentra el de camotero, que tuvo sus orígenes en el Estado de México, de donde proviene la receta tradicional de este rico postre mexicano que se ofrece regularmente por las tardes y en Invierno, que es la mejor época para su venta y que Meoqui acogió con un vendedor que se resiste a morir en esta tranquila ciudad de provincia.

El inconfundible carrito que simula una especie de pequeña máquina de ferrocarril o trenecito y el sonido del silbato, activado a base de vapor llaman a los vecinos para que salgan de sus casas a comprar.

Pero el carrito de los camotes poco a poco se va diluyendo de la memoria de quienes crecieron con el tradicional dulce mexicano y que acá en este rinconcito norteño apenas es uno el que se ha visto, recorriendo las calles de las Villas de San Pedro, donde Don Pancho cayó embrujado ante el inconfundible silbato y como si hubiera escuchado el canto de las sirenas, ni tardo ni perezoso fue a su encuentro con el sabor.

A 30 pesos le dieron el platito con su respectivo dulce piloncillo en forma de jarabe, pa´se saboree el viejote.

Este vendedor de camote y su inseparable carrito que va empujando sigue luchando por preservar la nostalgia y desde luego su trabajo, pues se extingue este singular oficio, que se va perdiendo ante el avance vertiginoso de la tecnología y el apresurado modo de vida.

Las nuevas generaciones ni conocen el delicioso postre mexicano y a los niños y jóvenes les causa asombro y sorpresa los chorros de vapor que salen del silbato emitiendo un sonido característico.

Poco conocen de esta delicia que se ofrece bañada de leche condensada o de jarabe de dulce piloncillo.

Los niños y jóvenes no conocen el camote, y menos preparado con esta tradicional receta, ya que son los adultos quienes generalmente lo consumen.

Como ya se dijo, la receta original del producto proviene del Estado de México, y este vendedor salió de su terruño para ofrecer su producto, ante la crisis económica y que acá en el norte es un poco menos, pero también le pega y más duro a la clase trabajadora.

Recorriendo las calles de Meoqui el camotero va ofreciendo su producto, señalando que en esta época hay mucho camotes, se consigue barato, para que quede un poco más de ganancia.

Camina por toda la ciudad y los clientes lo animan mucho a que le siga y le eche ganas. Él mismo prepara los camotes, que se tardan tres horas en estar listos.

La preparación de este dulce tarda hasta 3 días, ya que se tiene que dejar remojar y exponer  los camotes al sol con anticipación para que estos estén suaves, ya que son muy duros cuando están crudos. Posteriormente cuando están suaves se ponen en una vaporera con azúcar y piloncillo, procurando que agarren su característico color miel que tanto gusta a la gente.

Ya listos se colocan  en el carrito que cuenta generalmente con dos cajones: Arriba los camotes y en el de abajo la leña para   mantenerlos calientes y listos para ser consumidos.

Son los días de lluvias e invierno las mejores temporadas de ventas para este producto.

El vendedor menciona que en estas fechas aquí en la región hay mucho camote y se consigue barato, para que quede más ganancia al final del día.

El característico sonido que emiten los carritos que venden camotes, proviene de una pequeña válvula de paso de agua que emite presión para que suene como flauta.

Cuando se escucha por las calles el característico silbato es indicativo que se encuentra cerca el camotero, un oficio que se resiste a morir, aunque sea en otras tierras, muy lejanas a donde nació la tradición, misma que ha tenido que emigrar a distintos rincones del país, donde la economía está un poquito mejor a su lugar de cuna.

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