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Recuerda Patricio Barrera atentado contra su vida a 10 años de distancia

GetAttachment.aspx 3Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—

Delicias, Chih.- “Fue un milagro haberme salvado, pero para que esto se diera fue necesario el conducto de enfermeras y doctores que me atendieron y mi gran fe, pues soy una persona sumamente católica”,  dijo Patricio Barrera Juárez a diez años de haber sufrido un atentado contra su vida, el 22 de septiembre de 2005, cuando recibió 14 balazos de AK-47, de las armas conocidas como “Cuerno de Chivo” en su cuerpo.

Barrera Juárez, quien en aquel entonces era subcomandante de la policía municipal de Meoqui, y hoy titular de la Coordinadora Municipal de Protección Civil de Delicias, dijo que esto no fue en vano ya que a raíz de ello en el 2006 se le dio un reconocimiento en los Estados Unidos por parte de 24 periódicos de habla hispana como “El Mejor Policía de Latinoamérica”.

Hoy a diez años de distancia dice que disfruta las cosas buenas de la vida, como tomarse un vaso de agua fresca, estar al lado de sus seres queridos y hacer lo que tanto le gusta, como lo es su trabajo.

Se toma el mentón, levanta la mirada al cielo y empieza a contar aquel trágico día. Recuerda que eran alrededor de las dos de la mañana del viernes 22 de septiembre de 2005 cuando a la altura de la capilla de San Judas Tadeo, poco antes de llegar al entronque para la colonia Terrazas, la quietud de la madrugada se vio quebrantada por un auto que se emparejó al Tsuru blanco y sin rotular que conducía él (Patricio Barrera Juárez), quien iba acompañado del oficial Ramón Aguirre Carbajal, quien ahora se dedica a la venta de periódicos, ya sin nada que ver con la policía, muy tranquilo.

Cuenta Barrera Juárez que era un día normal, como cualquier otro al terminar sus labores, pero ese día después de haber realizado varios operativos se dirigían a casa en Delicias, cuando del otro auto que se les emparejó empezaron a gritarle: “¡Te va a cargar la chingada!”.

Del auto que se les emparejó y en el que viajaban cuatro hombres, dos empezaron a dispararles . “El primer impacto lo sentí en la cabeza cerca del oído derecho y me di cuenta que me habían herido al llenarse completamente de sangre el vidrio frontal, el parabrisas, y sentí calientito, además de que al llevarme la mano al oído este lo tenía lleno de sangre”, narra el ex subdirector y después director de la DGSPM de Meoqui.

Recuerda que todavía no existían los camellones de enmedio de la carretera que en ese entonces era de cuatro carriles.

Continuaban los disparos hacia él y su acompañante del otro auto. La desesperación se apoderó de él y de Ramón Aguirre, su acompañante. “Empecé a girar el auto y se escucharon otras ráfagas. Yo solo vi un solo vehículo aunque dijeron que eran dos. Iban cuatro a bordo, dos de los cuales iban disparando por las ventanas. Iba acompañado del oficial Ramón Aguirre Carbajal y no íbamos armados, solo nos acompañaba nuestra gran fe y no nos quedó otra que encomendarnos a Dios, pues las armas se las habíamos dejado al personal, ya que en aquel entonces había poco armamento en la policía de Meoqui”, agrega Barrera Juárez.

Y hoy a diez años de distancia menciona que está mal eso de que los agentes dejen las armas a cargo, ya que también tienen familia que cuidar y a la que se deben y necesitan llegar con bien a donde son esperados por sus seres queridos.

Puntualiza que al dejar de girar el vehículo en el que viajaban él y el oficial Aguirre Carbajal, se bajó para parapetarse entre los arbustos y la vegetación del lugar, pero cuando ya estaba abajo y se dirigía hacia los matorrales, sintió otra descarga en la espalda.

Su vida y la de su acompañante estaban en peligro y eso lo tenían muy presente. Y no tenían de otro mas que encomendarse al Creador, pues no tenían ninguna arma.

– “Me regresé al vehículo por el radio para pedir apoyo a la Central y al llegar al carro me apoyo en la parte de atrás y ahí volví a recibir otra descarga”, narra Barrera, mientras se acomoda en la silla y se toma de la barbilla para continuar recordando.

Menciona que en el lugar de los hechos se recogieron 85 casquillos de diversos calibres y el vehículo Tsuru blanco en el que viajaban él y el oficial Ramón Aguirre Carbajal se le encontraron 79 impactos y a él los médicos le encontraron 14 en su cuerpo. Y gracias a Dios, hoy vive para contarlo, encontrándose trabajando en lo que tanto le gusta, como es la seguridad, aunque ahora y por segunda administración consecutiva, al frente de la Coordinadora Municipal de Protección Civil.

Al pararse el vehículo dijo que se apoyó en este y los agresores se fueron, luego llegó Efraín Alvarado, entonces comandante operativo y cuando llegó así herido y con los 14 balazos en su cuerpo solo se subió al vehículo que lo trasladaría al hospital del IMSS (HGZ No. 11), luego de decirle que lo llevara a recibir atención médica.

“Yo mismo me bajé de la patrulla para que me colocaran en una camilla y les di a los médico el número del celular para que le hablaran a mi hermano. Me rompieron el uniforme para darme atención médica y los que se encontraban de servicio en el hospital se quedaron con el ojo cuadrado”.

Lo cierto es que Barrera Juárez siempre mostró mucha fortaleza para salir adelante.

Destaca el entrevistado que se encontraba de guardia el doctor José Luis Galicia en el IMSS y lo operaron esa misma madrugada. Duro varios días en terapia intensiva, ahí meditando, y durante su convalecencia, luego presentó un cuadro de infección muy fuerte y como no tenían en Delicias el equipo adecuado para su atención, luego de una semana, fue trasladado a la ciudad de Chihuahua donde fue atendido en el hospital CIMA.

En sus días que estuvo en el hospital fue resguardado el nosocomio por agentes de la desaparecida Cipol, Policía Municipal de Delicias y Meoqui, y Policía Ministerial.

El día de la agresión, dijo Patricio Barrera Juárez, lo que hizo fue tratar de protegerse . “Yo iba manejando y a Ramón le dieron tres disparos, pero como iba en el asiento del copiloto hacia la guantera se metió debajo, se hizo bolita”.

NOMÁS SE VEÍA QUE SALÍA LUMBRE DEL OTRO CARRO

Después él se bajó y les gritaba no recuerdo que cosas. Del carro que se nos emparejó solo se veía que salía lumbre, pues a pesar de que había luna, la luz era muy tenue”, subraya el ex comandante de Meoqui.

“Después a Chihuahua fui escoltado por la Policía Municipal de Meoqui, de Delicias, Ministerial y había gente esperando en la carretera. Yo iba viendo por la ventanilla, pues iba consciente y a través del vidrio veía a la gente con el pulgar hacia arriba como diciéndome que le echara ganas y eso es algo que no puedo olvidar, ni nunca olvidaré, mientras viva”, asegura Barrera Juárez.

MAS QUE MIEDO SINTIÓ IMPOTENCIA POR NO TRAER UN ARMA

Destaca que cuando se dio el ataque por parte de sus agresores aquella madrugada del viernes 22 de septiembre de 2005, no sintió miedo, más bien impotencia y coraje, al no traer consigo ninguna arma. Por tal motivo sólo se limitó a alzar la cabeza y la mirada al cielo, para disponerse a decir “¡Dios mío, ayúdame!”, pues se declara muy católico y guadalupano.

Y agradece por siempre a Dios por haberlo salvado y encontrarse platicando, recordando aquel ataque que por poco lo manda al otro mundo.

Narra que desde que recibió el primer impacto debieron pasar unos cinco minutos hasta que sus agresores se dieron a la fuga.

Agrega: “Ramón (Aguirre Carbajal, su acompañante) gritaba muchas cosas y de los 14 impactos de bala que recibí todavía tengo como cuatro o cinco y me los van a dejar ahí, según me dijeron los médicos”, menciona mientras muestra un brazo y un costado de su cuerpo, donde las marcas de las balas son más que evidentes y las huellas de las cirugías que le practicaron.

Cree que su agresión se debió a que en ese año en que sufrió el atentado contra su vida se realizaban en Meoqui operativos contra el narcomenudeo y como se pasaron algunos nombres y fotografías a algunos medios de comunicación, pues a lo mejor eso motivó a que lo siguieran como endemoniados y lo rociaran de plomo.

UN PIE EN UN JABÓN Y OTRO EN EL HOYO DEL PANTEÓN

Después del cuadro infeccioso que presentó, narra Barrera Juárez que fue a parar al hospital CIMA de la capital del estado donde lo volvió a operar el doctor Iglesias, quien le comentó: “Llegas con un pie en un jabón y el otro en un hoyo de panteón”.

“Yo sabía, lo tenía presente que mi estado de salud era muy delicado y no dejaba de encomendarme a Dios”, agrega Barrera.

Asegura el entrevistado que al Hospital Cima llegó con 2 % de posibilidades de vida debido a que traía infección en la caja toráxica, un cuadro de desnutrición, y otro de anemia, y después de eso tuvo 16 intervenciones quirúrgicas.

VIO A LA VIRGEN DE GUADALUPE ENMEDIO DE MUCHAS LUCES

Mostrando las heridas de su cuerpo menciona: “Me quitaron el bazo y ya no puedo comer cosas grasosas, dos costillas del lado izquierdo que estaban pulverizadas y tenía perforado un pulmón. Y cuando estaba solo en el Cima, con los brazos atados para que no me moviera, con mi gran fe, oraciones de la familia y de mi madre que se mantenía con la Biblia en la mano, vi a la Virgen de Guadalupe enmedio de muchas luces y otra muy resplandeciente, para que después los médicos dijeran que la había librado”.

UN HOMBRE DE GRAN FORTALEZA

Después de este atentado contra Patricio Barrera Juárez, verlo de pie, sonriente, y aún trabajando, aunque ya no en la policía, sino el la Coordinadora Municipal de Protección Civil, donde Mario Mata Carrasco le dio la oportunidad y luego Jaime Beltrán del Río lo ratificó, nadie se puede imaginar que recibió 14 descargas de AK-47 la madrugada del 22 de septiembre del 2005.

Su fortaleza física se hace evidente luego de haber recibido 14 impactos de bala calibre 7.62, ya que prácticamente volvió a nacer y a raíz de ese atentado se le conoce como el “traga balas” de Meoqui.

jesusaguirre25@hotmail.es

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