Memo Ochoa ya es portero del Málaga
Memo, un guardameta que desde muy joven demostró virtudes muy serias tanto en la parte técnica como en la mental, fueron las mismas que lo llevaron a jugar y brillar en Europa dentro de un contexto muy desfavorable como fue el Ajaccio, y que pese a eso fue cuestionado e infravalorado en procesos mundialistas con la selección mexicana.
Leo Beenhakker, mítico entrenador del Real Madrid y Ajax fue el responsable de descubrirlo en las fuerzas inferiores del América y el mismo que lo aventó al ruedo con tan solo 18 años, aprovechando la baja momentánea de Adolfo Ríos, en ese momento guardameta titular de las Águilas, así como una institución en la historia reciente del club azulcrema cuando de la portería se habla.
La decisión que tomó el holandés ese 15 de Febrero del 2004 fue muy violenta para el medio nacional. Y es que el joven nacido en Guadalajara, Jalisco, poco a poco fue maravillando al medio nacional con su gran elasticidad y capacidad de reacción. Virtudes que lo fueron colocando como uno de los porteros más espectaculares de la Liga MX por los grandes vuelos que dibujaba por el aire. Pero al mismo tiempo, mientras esto sucedía, analistas y ex porteros iban notando que Ochoa conseguía proyectarse de esa forma debido a una falencia técnica que le impedía redondear su figura como arquero. Esta era el recorrido. ‘Memo’ no corría sobre la línea de la portería durante los disparos que iban con dirección a su marco, sino que él se aventaba desde donde estaba, no cortaba metros para atajar el balón.
Esto se convirtió en un arma de doble filo, ya que por un lado brindaba postales impresionantes con su cuerpo suspendido en el aire, pero por el otro, transpiraba inseguridad en cada disparo de media y larga distancia, ya que se jugaba el gol con la longitud de sus brazos y con la potencia que su tren inferior –piernas- para saltar grandes distancias. Con estas características, Guillermo siguió dando esbozos de un futuro brillante.
Un ejemplo de esto fue su llamado al Mundial de Alemania 2006 con Ricardo La Volpe como tercer portero por detrás de Oswaldo Sánchez y José de Jesús Corona.
Tras finalizar la gestión del argentino con el Tri y con el inicio de la breve era de Hugo Sánchez, Ochoa se convirtió en el titular absoluto, encontrando su primera prueba de fuego en la Copa América 2007 en Venezuela, torneo donde México debutó dándole una sorpresa a Brasil ganándole 0-2 con una exhibición eclipsante del entonces factor diferencial, Nery Castillo.
Pero así como el delantero nacido en San Luis Potosí dio un golpe de calidad importante, el arquero de rizos inconfundibles también hizo lo propio contra Robinho, Diego Ribas, Julio Baptista y compañía. Escenario que afirmó su capacidad como portero de selección azteca y que inclusive lo catapultaba para jugar en Europa.
Los siguientes tres años tanto en América como en Selección Mexicana solo sirvieron para asentar aún más su figura. Y es que Memo, pese a vivir momentos muy complicados con una crisis institucional con su club, así como malos resultados, funcionamiento y cambios frecuentes en la dirección técnica del Tri; él se mantuvo limpio y libre de críticas.
Pero llegaron las vísperas del Mundial de Sudáfrica 2010 con Javier Aguirre al mando del Tri. En ellas y con los partidos de preparación de cara a la justa en marcha, Ochoa tuvo una serie de errores individuales que invitaron a pensar en un bajón futbolístico. Lo que quizás también mutó en una pérdida de confianza en un momento crucial, ya que el Mundial estaba a la vuelta de la esquina, con 25 años de edad, o sea el inicio del pico físico y mental de un futbolista, y con la élite del fútbol europeo a la espera. Específicamente el AC Milán de la Serie A TIM.
Con estos últimos eventos ocurriendo, Aguirre optó por renacer a Óscar ‘El Conejo’ Pérez y por hacer a un lado al arquero del América. Decisión que frenó considerablemente su carrera debido a que el salto al Viejo Continente colapsó al no jugar un solo minuto en Sudáfrica 2010.
Con esta sombra, Memo regresó a la liga mexicana. Algo que sin dudas despertó la idea de que el portero que algún día ilusionó con transformarse en el mejor de la historia de México, ya no podría llegar a Europa. Pero esto solo duró seis meses, ya que terminando el Apertura 2010 e iniciando el Clausura 2011, se le comenzó a vincular en el Fulham de la Premier League, club donde incluso llegó a visitar y entrenar, pero finalmente sin concretar algo. Situación que sí logró un semestre después tras no renovar con América y aceptar un salario menor.
Así que el 8 de Julio del 2011 firmó con el recién ascendido a Ligue 1, el Ajaccio. Un pequeño equipo con sede en la pintoresca isla de Córcega. Su sueño se había cumplido. Muy pronto, Ochoa comenzó a generar ruido, tanto por su rápida adaptación al club como por su aporte defensivo. Este último factor siendo sumamente notorio debido nivel tan magro de la zaga, la cual al tener poca resolución en la última zona dejaba expuesto al arquero mexicano, quien respondía con tremenda ferocidad gracias la especialidad de la casa: sus reflejos.
De esta forma transcurrieron tres años donde Ochoa se convirtió en la figura del equipo y en una de la liga francesa. Ejemplo de esto fueron sus múltiples apariciones en los onces ideales de los medios galos como L’Equipe. Todo esto producto de los incontables vuelos y reacciones que parecían ser ejecutadas a la velocidad de la luz para impedir que el Ajaccio descendiera. Objetivo que cumplió en dos ocasiones seguidas siendo él piedra angular para lograrlo.
Asimismo, Guillermo tuvo un registró un récord del que muy pocos pueden presumir, el cual es frenar el potencial goleador de Zlatan Ibrahimovic, quien desde su llegada a la Ligue 1 en 2012 ha anotado 56 goles, ninguno de ellos al arquero mexicano.
Con estos argumentos, experiencia y hambre de un desafío más grande –además del descenso del Ajaccio-, el tapatío decidió no renovar contrato con la entidad de Córcega, lo que lo convirtió en jugador libre. El escenario perfecto con el Mundial de Brasil en puerta y evento al que no llegaba con la titularidad asegurada debido a la competencia tan cerrada con Jesús Corona.
Empero, esta misma la ganó cuando Miguel Herrera se decantó por él, y vaya que no se equivocó. Y es que Memo se volvió a topar con Brasil, solo que está vez en Fortaleza y con casi 67 mil cariocas presionándolo. Factores que minimizó y contrarrestó con una actuación portentosa, la cual acaparó comentarios propios y extraños así como las portadas de los medios de comunicación alrededor del Mundo.
Está tónica continuó durante los siguientes duelos, tanto contra Croacia como Holanda. En cada uno dejaba un detalle, un suspiro y una parada inverosímil. Sin dudas Ochoa se encontraba en el segundo gran pico de su carrera. Ahora solo faltaba escoger la oferta correcta. Sonó en Inglaterra, en Italia y en la misma Francia, pero el Málaga y la salida de un mito reciente como Willy Caballero activaron su fichaje. Hay otro mexicano en La Liga.
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