Pese a ser bisabuelos, George Kirby, de 103 años, y Doreen Luckie, de 91, no renunciaron a su deseo de unirse en matrimonio y se dieron el “sí” el pasado sábado en Eastbourne, Inglaterra, convirtiéndose en los casados más ancianos del mundo.
Los dos tórtolos contrajeron matrimonio en una sala del Langham Hotel de Eastbourne, que pertenece a Neil, hijo de George, ante familiares y amigos, en una ceremonia que desearon fuera discreta.
Doreen, ataviada con un vestido blanco con motivos florales azules, se levantó para besar a su nuevo marido, sentado con un traje oscuro en una silla de ruedas con los colores de los Juegos paralímpicos de Londres de 2012.
La pareja suma en total 194 años, con lo que supera el precedente récord, de 191 años, que tenían desde 2002 los franceses François Fernandez y Madeleine Francineau, según el libro Guinness de los Récords.
George, que decidió casarse con Doreen tras 27 años de vida en común, “no lamenta no haberse casado antes conmigo”, afirmó ella.
“No queríamos preocuparnos antes por la boda, pero finalmente lo hemos hecho”, explicó.
Un matrimonio a semejante edad podría haber asombrado a familiares y amigos, pero Doreen asegura que no fue así: “Georges y yo llevamos tanto tiempo juntos que no se sorprendieron demasiado cuando les anunciamos nuestro compromiso”.
El martes, cinco días antes de la boda, la pareja pasó un buen susto cuando George sufrió una caída, aunque sin consecuencias, explicó su hijo Neil.
Tiene “algunos hematomas pero nada grave”, explicó.
El centenario debe estar acostumbrado a los golpes, tras una gloriosa carrera de boxeador en la que participó en unos 60 combates, “todos ganados”, relata con orgullo Neil.
Los recién casados, que “no habían preparado nada especial para la ceremonia”, no han “decidido aún adónde ir para la luna de miel”, dijo Doreen.
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