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Anecdota: Los caminos de la vida

Por Carlos Gallegos:

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Rogelio Bejarano Garcia, Alcalde de Delicias de 1992 a 1995, desahogaba una agenda diaria muy pesada.
A las seis de la manana ya andaba en su rancho agricola haciendose que hacia.
En punto de las ocho y media entraba a su oficina, puerta que usualmente abria de un punterazo de su bota derecha.
Aurelio Garcia y Gutierrez, el Suavecito, era su secretario particular y Tonio Guel, un morenito pelo chino delgadito y muy ladino, fungia como asistente.
Una manana, el Alcalde lo mando a que fuera lavarle su troca Ford roja, tarea que llevo a efecto con diligencia y rapidez.
Como queria ser regidor y andaba urgido de meritos, habia exigido un servicio a la altura de la estatura fisica y politica de su patron, inclusive amenazando con que si no la lavaban en menos de 15 minutos los denunciaba y les cerraba el changarro.
Nerviosos por los modos del influyente funcionario, se apuraron, y en 10 minutos se la entregaron rechinando de limpia, abriendole la puerta y haciendole caravanas.
Ya ante el volante la echo a andar, notando que zumbaba diferente a la presidencial, pero fijo en su proposito de quedar bien, no hizo mayor caso y llego barrido a entregarla en ceremoniosa y solemne ceremonia, extendiendole el llavero al edil con sumo cuidado de que no se le fuera a caer ninguna llave.
El Alcalde lo tomo, distraidamente subio una hoja de la persiana de la ventana que daba al estacionamento, miro hacia el inmueble y volviendose hacia su afanoso colaborador, hizo el winup y le lanzo el manojo, diciendole entre dientes: Si quedo muy limpia, Tono, pero esa no es mi camioneta.
Historia de una regiduria frustrada.

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