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2006 ¿Fraude electoral?…por Carlos Murillo

Toxic Trace

Kreator

 

“En el 88 México inauguró el fraude cibernético en el mundo. En el 2006 lo refinó a su máxima expresión.” Así empieza el capítulo uno del libro 2006 ¿Fraude electoral? de Jorge Alberto López Gallardo (Doble Hélice, Chihuahua: 2009, 202 pp.) donde desarrolla a lo largo de cuatro capítulos y cuatro apéndices muy elocuentes, todo un trabajo de investigación matemática multidisciplinario e internacional sobre los resultados estadísticos de las elecciones del 2006 en México.

Seguramente para muchos la elección del 2006 sea un asunto olvidado, puesto que vamos a la mitad del sexenio que dio origen al actual presidente de la república, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.  La cuestión es que López Gallardo pone el dedo en la llaga para recordarnos que la manipulación electoral es una constante en la vida política del país, como lo hace al principio de su libro cuando se refiere a Secundino Gallardo, político tamaulipeco quien sufrió doblemente el martirio del fraude electoral en su contra en 1936 y 1938.

 

López Gallardo sostiene que a partir de 1988 el uso de computadoras en las elecciones ha posibilitado anomalías más sofisticadas, mas no por eso menos identificables, como refiere sucedió en 2006, cuando los resultados electorales mostrados  llamaron la atención del mundo por sus peculiaridades estadísticas, que atrajo no sólo a entusiastas de la política, sino también a muchos científicos de las ciencias duras (el mismo López Gallardo es doctor en física) que sin ser especialistas en el área política y debido a su amplia difusión por los medios de comunicación, les llamaba la atención el curso de los resultados como se fueron presentando según el PREP del IFE .   

 

Pero no sólo eso. Desde el inicio 2006 ¿Fraude electoral? Va atando cabos al relacionar el uso (o mal uso) de bases de datos como preparación previa a lo sucedido ese año, en el cual involucra a Estados Unidos a través de la empresa ChoicePoint especialista en software y relacionada con la rasura del padrón en Florida en las elecciones del 2000 en ese país (por cierto, acusadas de fraude) y ligada al FBI, por eso de la cuestión de inferir en resultados electorales de otros países para favorecer sus intereses,  así como la empresa Hildebrando, contratada en México para desarrollar y aplicar el cómputo del conteo electoral, propiedad de Diego Hildebrando Zavala, cuñado del entonces candidato panista Felipe Calderón; toda una conspiración inicial.

 

Ya en la cuestión de las minucias matemáticas para explicar el proceso electoral del 2006, el autor lleva al lector de lo simple a lo complejo, en un lenguaje accesible, aunque exige un mínimo de conocimientos en estadística para comprender el texto, donde va exponiendo las anomalías presentadas en los días y semanas siguientes a la elección. De esta manera y apoyándose en estudios realizados por distintos investigadores mexicanos y de otros países,  inicia refiriéndose a la primera anomalía detectada: ¡una correlación lineal perfecta! Es decir, que los resultados del PREP para el PRI, PAN y PRD, los de mayor número de votos, no sólo estaban ligados, sino que esa es una posibilidad estadísticamente imposible, irreal.

 

Siguiendo con el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares del Instituto Federal Electoral) López Gallardo demuestra cómo ese programa al final le da el triunfo al PAN con una ventaja que sólo puede suceder una vez cada 66,118 millones de elecciones (página 77). Prosigue explicando el papel sospechoso del IFE y TRIFE (Tribunal Federal Electoral) en el criterio utilizado “aleatoriamente” para hacer el recuento de votos que finalmente termina por no explicar nada, pues simplemente estos institutos encontraron la manera de mantener los resultados inamovibles a pesar de los errores detectados.

 

El análisis prosigue con la correlación entre voto nulo y la ventaja del PAN, pues en las casillas en las que hubo uno o ningún voto anulado, el candidato del PAN recibió muchos más votos –entre 4% y 6%- por encima del 35.89% que obtuvo el promedio nacional (página 108) así como una anticorrelación con los (resultados) del PRI (página 109) algo a considerar en estos tiempos en que los anulistas se están convirtiendo en una verdadera fuerza política. Asimismo en el análisis de correlación entre participación electoral y PAN, le dan a este último entre 389,085 y 645,885 votos extras en las casillas donde la votación fue alta, incluidas aquellas donde hubo “exceso de votos” (más votos que boletas para votar) es decir, que el PAN “ganaba” solamente en aquellas casillas donde hubo mayor participación electoral (¿?).

 

Las pruebas simuladas de elecciones por computadora también detectaron irregularidades, principalmente el famoso cruce entre PAN y PRD al final del conteo, pues si el PAN iba a superar al PRD, lo debía haber superado en los primeros millones de votos contados (como en la simulación) no en el último, algo no solamente improbable, sino, en términos humanamente medibles, imposible (página 125). En resumen, los resultados electorales del 2006 no satisfacen las pruebas de la chi (ji) cuadrada de Pearson, ni las campanas de Gauss, ni las simulaciones por computadora o la Ley de los grandes números.

 

A final de cuentas todo esto “ayudó” para que Felipe Calderón obtuviera una ventaja mínima sobre Andrés Manuel López Obrador, de un 1.04% equivalente a 402,708 votos, cuando en realidad López Obrador habría ganado por una más holgada diferencia de 1.5 millones de votos, equivalentes al 3.54% (página 69). Casi al final del capítulo 4 (páginas 152 y 153) el autor enumera una lista de violaciones tanto cibernéticas, como “a la antigüita” (en campo) donde se asientan muy claramente todas o la mayoría de las inconsistencias detectadas para dicha elección.

 

El trabajo de compilación, análisis y síntesis realizado por López Gallardo, basado en las investigaciones hechas por el grupo denominado como Los anomaleros, integrado por científicos nacionales (Mochán, Romero Rochín, de Icaza) y extranjeros (Mebane, Weisbrot, Rosnick, Sandoval, Paredes-Drouet y Davies) no dejan lugar a dudas: SÍ HUBO FRAUDE ELECTORAL. No conforme con esto, tres de los cuatro apéndices están dedicados a que el lector haga las pruebas necesarias y saque sus propias conclusiones. 2006 ¿Fraude electoral? Es un texto esclarecedor, tanto para quienes sospechaban de la “limpieza” del proceso, como para los escépticos que sostienen su legitimidad; no apto para necios ni mentecatos asociados al régimen.             

 
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