8 de Marzo: ¿Festejar o conmemorar?…por Aída María Holguín
Desde el año de 1975, por acuerdo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer; sin embargo, con la llegada de las redes sociales es que el acontecimiento ha tomado una mayor y especial relevancia.
Como era de esperarse, el domingo pasado las felicitaciones hacia el sexo femenino -por tan importante día- empezaron a invadir las redes sociales. Mensajes de texto, fotos, memes y videos circulaban a diestra y siniestra -vía internet- para festejar tan grande acontecimiento.
Con tales actos -que no dejan de agradecerse- quedó claro que un gran número de personas (hombres y mujeres) desconocen la diferencia entre “conmemorar” y “festejar”, y que además no saben la causa, motivo, razón o circunstancia por la cual están “festejando”. El 8 de marzo no es una fecha para festejar; mucho menos por el sólo hecho de que una persona sea del sexo femenino.
Ese día, es una fecha para conmemorar hechos vergonzantes de la historia mundial. Conmemorar significa hacer memoria o recordar a alguien o algo; en este caso, se trata de recordar a todas aquellas mujeres que fueron víctimas de la discriminación, la explotación y la impunidad causadas por ideologías radicales -respecto al papel de la mujer en la sociedad- que prevalecieron hasta mediados del siglo XX.
El origen del Día Internacional de la Mujer data desde el 25 de marzo de 1911, cuando durante un incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, más de 140 empleadas –en su mayoría inmigrantes- murieron porque los encargados de la fábrica habían bloqueado todas las puertas para evitar que las empleadas robaran algo de la empresa.
Aunque ese trágico hecho fue “la gota que derramó el vaso”, los movimientos obreros femeninos que exigían mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras, iniciaron antes del fatal incendio de la Triangle Shirtwaist, y continuaron por varios años más.
Ha pasado el tiempo, y en algunos países -incluyendo a México- la equidad de género aún es una asignatura pendiente. Si bien es cierto que con el paso de los años han incrementado -a nivel internacional- los movimientos de -y a favor de- las mujeres-, mismos que hasta cierto punto han fortalecido y apoyado a que los derechos y la participación de las mujeres sean equitativos en todas las esferas; todavía queda mucho por hacer al respecto.
En el caso de México, aún prevalece la idiosincrasia “machista”, situación que dificulta eliminar las prácticas discriminatorias en contra de la mujer; y por lo tanto, inhibir la violencia contra la mujer. Aún y cuando las Leyes ya contemplan un castigo por violentar físicamente a las mujeres, la violencia económica -o patrimonial- y la psicológica -o emocional-, siguen siendo un problema cotidiano debido a que este tipo de violencia suele ser silenciosa.
Sin demeritar lo logrado en materia de equidad de género, gracias a todos aquellos hombres y mujeres que por convicción no han quitado el dedo del renglón en el tema, es necesario aceptar que el camino es largo y aún falta mucho por recorrer.
La equidad de género va más allá de festejar conmemorar el 8 de marzo. Más que felicitaciones y eventos públicos, se requiere de la reflexión y de llevar a cabo acciones que demuestren que los derechos de las mujeres no se reducen a la propuesta y aprobación de Leyes que puedan ser manipuladas y/o interpretadas a conveniencia. La equidad de género es una cuestión de conciencia, convicción y humanidad. El día en que esta igualdad sea una realidad, entonces sí festejaremos.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por la médico, política y actual presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet: “La igualdad de género tiene que ser una realidad vivida.”
Aída María Holguín Baeza
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