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A 5 años de la “administración” de César Duarte…por Aída María Holguín

La administración es una ciencia social cuyo fin es planificar, organizar, dirigir y controlar los recursos para obtener el máximo beneficio posible -de acuerdo a los fines perseguidos por la organización-.  Es pues la administración una disciplina neurálgica en la se conjugan factores determinantes para que una organización -sin importar su naturaleza- sea exitosa.
Históricamente, los seres humanos han tenido que utilizar esta ciencia para mejorar sus actividades y sus resultados; de ahí que la caracterización de la administración haga énfasis en su universalidad, su interdisciplinariedad y en su amplitud de ejercicio; es decir, en que es transversal y necesaria en todas las actividades del ser humano (si es que se quiere ser exitoso).
Para que las organizaciones sean exitosas, la administración también deberá considerar otros factores como el establecimiento y logro de los objetivos, y la eficiencia y la eficacia en el manejo de los recursos disponibles.
Siendo el Gobierno una organización pública, la administración debe ser entendida como el conjunto de organismos administrativos que componen al Estado; por lo tanto, se debe encargar de desarrollar el proceso administrativo con el fin de obtener el máximo beneficio posible para los gobernados, y no para los gobernantes.  Convenientemente para muchos de ellos, la administración pública se ha limitado a lo que la RAE define como “administrar”; o sea, ejercer la autoridad o el mando sobre un territorio y sobre las personas que lo habitan.
El “pequeño” detalle es que ejercer la autoridad es totalmente distinto a ser un buen ejecutivo.  Mandar y controlar a los demás está muy alejado de lo que en realidad significa ser buen administrador.  Para que la administración sea efectiva, es indispensable que todos sus componentes tengan un peso específico y adecuado a las necesidades que buscan satisfacerse; de lo contrario, fallará todo el sistema administrativo.
Lo anterior se corrobora fácilmente al hacer un breve recorrido por los 5 años que lleva la “administración” de Duarte Jáquez, mismo que proporciona una serie de elementos de juicio sobre la peor manera en que se puede desarrollar el proceso administrativo.
En la etapa de planeación, encontramos que fue hasta 9 meses después de iniciada su administración cuando presentó su plan de desarrollo, siendo que lo prioritario e inmediato que una buena administración debe hacer, es planear -con todo lo que esta fase de implica-.
Para la fase de organización es necesario considerar que la división del trabajo y el establecimiento -y respeto- de las líneas de mando son fundamentales; aquí, la los vicios en las acciones de la administración de César Duarte radican en la nula división de poderes y de la autoridad que cada una de ellas tiene para asegurar que la administración pública cumpla con su función.  Y es que es de casi todos conocido que Duarte se ha encargado de borrar esa importante división, evidenciando el verdadero significado de la advertencia que hizo en su discurso de toma protesta como Gobernador: “el poder es para poder”.
Lo anterior nos lleva a la tercera etapa de la administración; es decir, la dirección.  En esta fase, es necesario tomar en cuenta dos componentes imprescindibles: el liderazgo y la motivación.   En ese contexto, Duarte ha demostrado que gusta de ser el único jefe al ejercer un liderazgo cien por ciento autocrático (tirano al más no poder), “motivando” de acuerdo a la “Teoría del reforzamiento” de Skinner, misma que contempla una serie de “estímulos” para modificar las conductas no deseadas.
Finalmente, la etapa de control es en la que César Duarte se ha concentrado en desarrollar en el peor de los sentidos; es decir, no para evaluar objetivamente el desempeño de acuerdo a las metas y objetivos que toda administración pública debe cumplir, sino para que ese desempeño sea el conveniente para el cabal cumplimiento de sus metas y objetivos personales.
En fin, han pasado 5 años desde que César Horacio Duarte Jáquez asumió la gubernatura de Chihuahua, y no aún no hay indicios de que en el largo año que seguirá al frente de administración pública actúe en apego al “deber ser” de la administración.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el Licenciado y Master en Administración, conferencista, profesor y escritor estadounidense, Stephen Covey: “La administración es la fragmentación, el análisis, la secuencia, la aplicación específica, y el aspecto cerebral izquierdo ligado al tiempo del autogobierno efectivo.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com

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