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Abadón…por Luis Villegas Montes

Como es público y notorio, Ticho se rajó como los merititos machos; ni todo su dinero, ni toda su caradura, ni toda su amistad con gobernadores y exgobernadores, le sirvió para fajarse y contender. Me imagino que hay que ir a dar gracias a Dios nuestro Señor.

En ese tenor, me quedé sin artículos, tenía escritos como nueve, sobre la base del famoso Juicio Político presentado en su contra por el suscrito junto con otros ciudadanos y que, por cierto, el ahora flamante precandidato al Senado, José Reyes Baeza, le perdonó.

Así las cosas, les comento que en la 38.ª clase de “El Ágora”, Víctor nos retó a escribir una historia fantástica que no fuera necesariamente onírica ni “imaginada”; era necesario que los hechos ocurrieran “realmente” aún y cuando carecieran de una explicación “lógica”. La otra condición fue que, además de quimérica, la historia debía ser coherente y tener un final, aunque éste no fuera sorpresivo.

Me quedó esto:

ABADÓN.

Lo despertó la barahúnda de un trombón acercándose: bromb, bromb, bromb.

Saltó del lecho y miró por la ventana.

Ni la nube de calamares voladores, avistada en la bahía días atrás, ni la rana peluda, que había admirado en el estanque la noche anterior, podían competir con aquello.

El hombre caminaba por en medio de la calle totalmente desnudo. No se trataba en lo absoluto de una farsa, de la fábula de “El traje nuevo del emperador” ni de una parodia de la misma; era real: el hombre marchaba desnudo, por en medio de la calle, tocando el trombón.

Delgado, alto, desgarbado, parsimonioso adelantaba un paso y luego otro; de haber sabido cómo, habría hecho el “paso de ganso” de los nazis. Sus piernas largas, fuertes, blanquísimas, de corredor profesional, parecían chorros de leche derramándose en el pavimento: chissst, chissst, chissst. Uno esperaría verlo avanzar en un mar de blanca espuma pero no, sus pies descalzos, de uñas retorcidas plagadas de hongos —los pies de un político cualquiera—, estaban muy sucios, con lodo y estiércol entre los dedos y costras secas de mugre más allá de los tobillos inclusive.

Al hombre lo seguía un riachuelo de gente, él se imaginaba un torrente, y en las aceras los curiosos formaban largas filas para mirar, atónitos, el improvisado desfile.

Cuando llegó a Hamelín, nadie lo conocía o recordaba; ni nombre tenía; a él le desagradaba, por vulgar, el de “tuerto”; “Rey”, pensaba, habrían estado mejor, pero…; “amigo” le parecía frívolo e irrespetuoso, además no tenía ningún conocido digno de ese trato; y “señor”, demasiado servil; como no podía continuar sin tener un apelativo, alguien lo llamó —porque le pareció bonito, fuerte, viril—: “Abadón”; y en “Abadón” se quedó. A pocos importó que ése fuera el nombre que el libro sagrado le da a El Ángel Exterminador.

Abadón avanzaba por las calles de Hamelín, entre vítores, seguido por una muchedumbre que lo aplaudía a rabiar. ¿Hacia dónde iban? A ras de suelo nadie podía saberlo, ni los espectadores más escépticos, ni los de visión más aguda.

El hombre de la ventana sí. Unos trescientos metros más allá, el camino terminaba de manera abrupta; un precipicio espantoso se extendía, infinito, sin poder verse desde el desfiladero la sima del abismo, así de profunda era la garganta del despeñadero.

A una docena de pasos del inmenso foso, sin dejar de soplar su instrumento —bromb, bromb, bromb—, sin pestañear siquiera, Abadón se hizo a un lado y vio cómo sus fieles caían en cascada desde la cima del barranco; por unos instantes, con toda seriedad confió en verlos emerger desde el caliginoso fondo de la bruma, Ícaros redivivos, con sus alas majestuosas henchidas de viento, en dirección al sol; fue en vano. Ninguno sobrevivió.

Decepcionado de su horda, defraudadas sus expectativas, Abadón extendió unas alitas ridículas —como de Cupido— y alzó el vuelo sin mirar atrás ni decir adiós.

Contácteme a través de mi correo electrónico o síganme en los medios que gentilmente me publican, en Facebook (Luis Villegas) o también en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/

Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

6 Responses to Abadón…por Luis Villegas Montes

  1. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:52 pm

    E).- Debido a lo anterior, Luis, te recomiento tener cuidado, no permitas que este demonio entre en tu subconsciente, no escribas nada con afecto ni admiración a cerca de él, para nada se te ocurra venerarlo, no se te vaya a ocurrir escribir para él ninguna de esas palabras, tales como: Chiistt” “ Chiistt”, “Brom” “Brom” son, según tengo entendido, claves ocultas para comunicarse con él. Y si Abadón avanza por las calles, entre vítores, no lo sigas ni lo aplaudas a rabiar; menos si no sabes a donde va, puesto que, como dices, si no lo saben los espectadores más escépticos, ni los de visión más aguda, pues menos tú.
    Pero en fin, haya tú, yo solo pretendo ayudarte, aunque sé que eres medio olvidadizo en cuestiones de agradecimiento, es más, en una ocasión, hasta me ofendiste, pero, total, ya te perdone.

    En fin, no olvides, si tienes el libro que te menciono, comenta, por favor.

    Pasa buenas noches.

  2. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:53 pm

    .

  3. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:54 pm

    D).- Bueno, también me ha llamado mucho la atención, que tu citado artículo: denominado “ABADON” también hablas de este personaje mitológico; y yo, lo amplio, para que tus cuatro lectores puedan entender bien a quien te refieres, ya que no lo describes ampliamente, y entonces escribo en apoyo a tu redacción, lo siguiente:

    Según la mitología hebrea, Asmodeo es el demonio de los pecados carnales, el ser que se encarga de llevar a los hombres a las turbias aguas de la lascivia. Él disfruta incitando la infidelidad y destruyendo noviazgos y matrimonios. Como pocos, Asmodeo es un demonio que aparece en la Biblia como un ser bien diferenciado de Satanás.
    Asmodeo es concebido como el demonio responsable de pervertir los deseos sexuales de los humanos, de motivar la voluptuosidad y hacer que las almas, dantescamente hablando, sean condenadas al Segundo círculo del Infierno.
    Dentro de las fábulas de la biblia hebrea, Asmodeo es el demonio de la ebriedad y lujuria, el que disfruta de estrangular a las novias en su noche de bodas dentro de la recámara nupcial, evitando así que consumen su amor.
    Teólogos cristianos comparan a Asmodeo con Abadón, y para muchos autores este último demonio citado, se unió al primer demonio mencionado, y desde entonces es considerado como el príncipe de la venganza, del resentimiento y es el protector de los homosexuales masculinos, debido a que dicha naturaleza sexual era vista como una forma de seducción por parte de las fuerzas demoníacas.
    SIGUE:

  4. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:54 pm

    C.- Furioso por la avaricia y la ingratitud de los hamelineses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, tocó una dulcísima melodía una y otra vez, insistentemente.

    Pero esta vez no eran los ratones quienes le seguían, sino los niños de la ciudad quienes, arrebatados por aquel sonido maravilloso, iban tras los pasos del extraño músico.
    Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista.
    Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que los ratones, nunca jamás volvieron.
    En la ciudad sólo quedaron sus opulentos habitantes y sus bien repletos graneros y bien provistas despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y tristeza.
    Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta y vacía ciudad de Hamelín, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño.
    FIN”

    Claro que cualquier parecido existente entre ese cuento y tu original y flamante historia, que en tu articulo titulas “ABADON”• es meritita coincidencia, puesto que tú no eres copión.

    En cuanto al favor a que me refiero, es el siguiente; quiero que, por favor, me digas: ¿si sabes en donde puedo conseguir y cuánto cuesta el libro denominado “EL ABC DEL COPION, “Manual del pseudo novelista” Y es que tal vez, por pura coincidencia, lo tengas entre tu material acervo cultural, puesto que eres ávido lector, según lo mencionas en tu articulo previamente publicado, titulado “Libros, Libros y más Libros” Además de que a ti no te sirve, puesto que tú eres, al menos en mi concepto, un novelista totalmente real, súper original y autentico en grado sumo.
    SIGUE:
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  5. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:55 pm

    B).- Al poco se presentó ante ellos un flautista, alto y desgarbado, a quien nadie había visto antes, y les dijo: “La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín”.

    Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras paseaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes saliendo de sus escondrijos seguían embelesados los pasos del flautista que tocaba incansable su flauta.

    Y así, caminando y tocando, los llevó a un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad.

    Por aquel lugar pasaba un caudaloso río donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados.

    Los hamelineses, al verse al fin libres de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados. Ya tranquilos y satisfechos, volvieron a sus prósperos negocios, y tan contentos estaban que organizaron una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace, comiendo excelentes viandas y bailando hasta muy entrada la noche.

    A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los hombres de la ciudad las cien monedas de oro prometidas como recompensa. Pero éstos, liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: “¡Vete de nuestra ciudad! ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?”.

    Y dicho esto, los orondos hombres del Consejo de Hamelín le volvieron la espalda profiriendo grandes carcajadas.
    SIGUE:

  6. mauricio portillo

    February 10, 2018 at 12:55 pm

    A.- He leído, estimado Luis, el último artículo que publicas, y que denominas “ABADON”, en el cual reproduces la original historia fantástica que, según tu, escribiste en respuesta al reto que se te lanzo durante tu clase número 38 de “El Agora” y añades en tal artículo, que tal historia te quedo en la forma en que la narras

    Te escribo estas líneas tratando de apoyarte, en el sentido de que tus lectores entiendan mejor a que te refieres con las palabras que, en ocasiones, casi nunca, claro está, empleas de manera pomposa, y es que pienso pedirte un favor, como te explico líneas posteriores.

    De tal narración noto que mencionas un lugar llamado “HAMELIN”, que es una pequeña ciudad Alemana, y esto me trae a la memoria el cuento infantil llamado “EL FLAUTISTA DE HAMELIN” el cual comienza así: “Hace mucho, muchísimo tiempo, en la próspera ciudad de Hamelín, sucedió algo muy extraño: una mañana, cuando sus gordos y satisfechos habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, devorando, insaciables, el grano de sus repletos graneros y la comida de sus bien provistas despensas.

    Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, y lo que era aún peor, nadie sabía qué hacer para acabar con tan inquietante plaga.

    Por más que pretendían exterminarlos o, al menos, ahuyentarlos, tal parecía que cada vez acudían más y más ratones a la ciudad. Tal era la cantidad de ratones que, día tras día, se adueñaban de las calles y de las casas, que hasta los mismos gatos huían asustados.

    Ante la gravedad de la situación, los hombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: “Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones”.

    SIGUE:
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