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Ahí viene el Cuco…por Luis Villegas

 

 Tenemos un nuevo miembro en la familia: “Cuco”. A Florencia, su súbita e inesperada presencia la tiene perfectamente sin cuidado; en pleno proceso de recuperación, sus huesos y articulaciones han mejorado visiblemente; ha sorteado los desafíos de la edad en virtud a un medicamento que ha obrado maravillas en ella y que estoy pensando seriamente en empezar a tomar yo porque no más no puedo con mi esqueleto. Se supone que estoy yendo al gimnasio y, como poema épico griego, aquello es un crujir y un crepitar de huesos que da gusto. Adolfo y su tía Myrna -la autora del obsequio- juran que “Cuco” es un hámster; el resto de la familia lo ponemos seriamente en duda. “Cuco” no tiene ese aire pachoncito y bonachón propio de esos animalillos, en lo absoluto. Su aspecto es más avieso y raquítico, tímido y escuchimizado, furtivo y menos cómico; para decirlo en pocas palabras: Es más el de un ratón macilento que el de un cobayo, conejillo… o, para el caso, hámster.

 Y hablando de ratas -no, no se altere mi apreciado público lector, no voy a hablar de líderes de Partido corruptos ni aspirantes al Senado que van en caballo de hacienda-, sino a hacer un poquito de historia. Resulta que hace dos o tres días me enviaron un correo con el título: “El hijo de Salinas”; así como lo lee, tipo nombre de película mexicana de bajo presupuesto o de corrido popular; algo así entre “El Hijo del Chupacabras” o “El Despertar de los Muertos Vivientes II”. Pues resulta que el famoso archivo adjunto sí contenía una película, pero de cuño muy diferente; se trata de un video en el que figura Emiliano Salinas Occelli, el primogénito de Carlos Salinas de Gortari.[1] En él, el hijo del ex-Presidente, ataviado de modo informal -y con un reloj que parece brazalete vikingo-:

 ü  Habla del clima de violencia que priva en el país;

 ü  Alude al papel de los miembros de la sociedad civil frente a dicho fenómeno;

 ü  Afirma categórico que la mayoría de los mexicanos “nos asumimos como víctimas de nuestras circunstancias”;

 ü  Llama a todos los mexicanos a sumarse a su iniciativa, la cual busca restablecer la paz en México mediante el fortalecimiento de la sociedad civil, y

 ü  Admite que va a ser “difícil separar el hecho de ser el hijo de Carlos Salinas de Gortari, de su condición como ciudadano preocupado por la actual situación del país”.[2]

 La verdad, la verdad, yo no me siento víctima de nada. Todo lo bueno y todo lo malo que me ha ocurrido en la vida me lo he ganado a pulso. Excepto, quizá, algunas circunstancias de índole histórica que me rebasan y me trascienden; a continuación, unos pocos párrafos extraídos del libro “Salinas y su Imperio”, del periodista Julio Scherer García:[3]

 ü  “No creo que Raúl fuera un asesino, no lo veía matando, pero sí un ladrón sin límites ni escrúpulos”;[4]

 ü  En alusión a la complicidad entre hermanos, Scherer hace decir al magnate mexicano Juan Sánchez Navarro: “Sería difícil aceptar que el Presidente fue ajeno a las andanzas de su hermano mayor”;[5]

 ü  Respecto de los monstruosos desvíos de recursos, Enrique Salinas pretendía que, para acallar la labor de Proceso, bastaba con su dicho, el de ellos, los hermanos amafiados; Scherer reflexiona: “Entendí la lógica de la impunidad: Del poder no se sospecha”;[6]

 ü  “A fines de 1990, Miconsa fue desincorporada del enorme aparato al que perteneció por años. […] La valoración arrojó un dato helado: Desaparecieron, sin rastro, 118,582 toneladas de maíz. […] el maíz se esfumó”;[7]

 ü  Refiriéndose a la venta de Miconsa en 1990, narra lo siguiente: “El negocio fue cerrado: La planta fue entregada a Abastos Especializados por 6,600 millones de pesos, según los contratos de compraventa. No contó que en el relevo de la dirección de Miconsa, […] el avalúo de las propiedades y equipos sumara 10,830 millones”,[8] y

 ü  Respecto de la guerrilla en Chiapas, concretamente sus antecedentes desde 1993, el periodista Ramón Alberto Garza dice: “Salinas lo sabía todo”.[9]

 Pero abreviemos; no es que lo diga yo o lo haya escrito un crítico del sistema; el periódico El Universal publicó el domingo 13 de mayo de 2009 una nota en la que se lee: CSG fue corrupto; Raúl contactó con narcos: Miguel de la Madrid. El ex presidente asegura sentirse decepcionado de quien fue su sucesor en el poder y a quien califica de ‘inmoral’”. Y en la entrevista correspondiente, a pregunta expresa de la entrevistadora (Carmen Aristegui), Miguel de la Madrid aseguró que, de acuerdo con reportes de inteligencia que tuvo al alcance, la partida secreta que manejó Carlos Salinas fue “100 veces mayor a la de su gobierno. Incluso su sucesor se habría robado la mitad de esos fondos por medio de la emisión de cheques, de ahí el origen de su gran fortuna”.[10]

 Así las cosas, me gustaría reflexionar con el joven Emiliano desde estas modestas líneas, que “para dejar de asumirnos como víctimas” podríamos empezar por romper con el círculo vicioso de la impunidad. Sería bueno que con la autoridad moral que le da ser hijo suyo, le pida a su papi (así le decía su prima Adriana Salinas a Raúl, su papá)[11] que se entregue a las autoridades para esclarecer los múltiples desvíos, abusos, excesos, y yerros de los que estuvo plagada su Administración. Eso sí sería ejemplar; un aliciente para los mexicanos todos; y, para variar, un sólido antecedente para que empezáramos a sentirnos victimarios -en vez de víctimas- de quien sí lo merece. Hasta entonces, resulta impensable pretender separar el hecho de que es el hijo célebre de Carlos Salinas de Gortari.

 Por último, cabe señalar que el nombre de la organización que preside tan destacado vástago es “Inlak’ech”, vocablo maya que en español significa: “Tú eres yo y yo soy tú”. Lo siento pero nooo, mi joven y dilecto amigo, no sé cómo le va a hacer para convencerme de que también soy nieto de un ex-Secretario de Estado, hijo de un ex-Presidente de la República, presunto heredero de un multimillonario en dólares y, por ende, beneficiario de uno de los clanes más temibles, corruptos y perniciosos que ha engendrado la historia de este dolorido País.

 Luis Villegas Montes.   luvimo6608@gmail.com


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