AIFA: Signo y marca de la mediocridad…por Aida Maria Holguin Baeza
FRASEARIO
En esta vida hay algunas personas que nacen mediocres, otras logran mediocridad y a otras la mediocridad les cae encima, decía acertadamente el escritor Joseph Heller.
Para comprender mejor lo dicho por Heller y -en general- el tema de reflexión que ahora nos ocupa, primero es necesario saber que, de acuerdo con la Real Academia Española, mediocridad se refiere a la cualidad de mediocre, y lo mediocre a aquello que es de calidad media o de poco mérito, tirando a malo.
Con ese contexto, lo dicho por Heller toma mayor sentido porque, desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la Presidencia de México, la mediocridad y lo mediocre han sido signos y marca de su gobierno, hecho que ha quedado evidenciado -varias veces- a través de sus programas y proyectos, como es el caso particular de uno de sus “megaproyectos”: el Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles (AIFA).
En este caso, la mediocridad inició con la consulta “patito” (entiéndase, mediocre) para definir el destino del nuevo aeropuerto internacional, y prosiguió cuando, quesque en nombre de la austeridad republicana, el presidente López Obrador -y compañía- conceptualizó un proyecto de obra que -evidentemente- tiraba a mala.
Y es que, aunque según él es un proyecto de obra digna de reverenciar y de presumir porque es “El aeropuerto en construcción más grande del mundo, el más grande, con la tecnología más avanzada, con estándares de calidad, de primer orden”, lo que observamos en el evento de inauguración de la primera etapa del AIFA confirma lo mediocre del proyecto y de la obra. Y como bien lo decía -el también escritor- Joseph Joubert: “No hay peor cosa en el mundo que una obra mediocre que aparenta ser excelente”.
Ahora, luego de ver el signo distintivo y representativo (isologotipo) de la marca “Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles” que fue presentado ante Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para su respectivo registro y protección (según consta en los expedientes 2491909 y 2491916), queda más que claro hasta dónde puede llegar el grado de mediocridad (porque hasta en la mediocridad hay niveles).
Por supuesto que, como era de esperarse, no ha faltado la manada que ha salido a defender o justificar el mediocre “logo” en cuestión; demostrando así, que es el vivo reflejo de quien la lidera. Claro que, si lo tomamos por el lado amable, al menos ahora sí demostraron congruencia en torno a la identidad, imagen, esencia, carácter y vida mediocre de la marca matriz; o sea, la marca 4T.
El asunto es que, ya de nacimiento, por logro o porque la mediocridad les cayó encima, hay mediocres que, como bien lo expresa Rosa Valles, exhiben su mediocridad con descaro y otros de forma encubierta. Y en este caso, la han exhibido con gran descaro.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por la escritora austriaca, Elfriede Jelinek: El instinto de la maniada siempre lleva a valorar muy alto lo mediocre. Lo aprecia como algo valioso y cree que son fuertes porque representan a la mayoría.
Aída María Holguín Baeza
laecita@gmail.com
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