Alzheimer inducido…por Aída María Holguín
De acuerdo con la Alzheimer’s Association, el Alzheimer es una enfermedad cerebral que afecta la memoria, la forma de pensar y el comportamiento de las personas. Los expertos en la materia, señalan que aún y cuando ya se han detectado una serie de factores de riesgo que aumentan las posibilidades de desarrollar la enfermedad, todavía no se sabe a ciencia cierta cuáles son las causas de este padecimiento. No obstante, lo que sí se sabe (a ciencia cierta) es que el principal -y más notorio- de los síntomas de este mal, es el “el olvido”; o sea, la pérdida paulatina de la memoria. Lo cual explica -hasta cierto punto- los cambios en la forma de pensar y el comportamiento de quienes padecen esta devastadora enfermedad.
En virtud al tema que en esta ocasión nos ocupa; es decir, que el mal de Alzheimer se caracteriza -principalmente- por la pérdida de la memoria, resulta imprescindible recordar el término “memoria” se refiere a la facultad mental que permite retener y recordar el pasado. Dicho en otras palabras, se trata de una base de datos almacenada en el cerebro, misma en la que se va insertando nueva información para relacionarla y usarla posteriormente.
Considerando que hay un amplio historial de que -por distintas causas, motivos, razones, circunstancias o métodos- las enfermedades también pueden ser inducidas, entonces existe la posibilidad de que el Alzheimer también pueda visualizarse como una enfermedad social inducida por decisión propia, por la colectividad, o por el Estado (esta última visualización, entendida como “política pública”).
Sin duda alguna, la inducción de esta especie de Alzheimer (que afecta la memoria, la forma de pensar y el comportamiento de los ciudadanos ante los asuntos de interés público) ha sido eficaz gracias a “10 estrategias de manipulación” planteadas por el francés Sylvain Timsit (decálogo atribuido erróneamente a Noam Chomsky). Estrategias mediante las cuales el autor explica cómo es que el poder económico y sus guardianes políticos operan para ejercer el control (de pensamiento, palabra, y acción) masivo sobre los miembros de la sociedad. Estas diez estrategias de manipulación, tienen más eficacia cuando una sociedad suele olvidar los hechos del pasado para ubicarse -momentáneamente- en hechos del presente inmediato (que posteriormente quedarán en el olvido).
Aunque el más reciente y grotesco de los “gasolinazos” obligó a la sociedad a recordar parte del pasado y tomar cartas en el asunto, no deja de ser uno de tantos asuntos que han provocado que otros temas de interés público -de igual o mayor relevancia- hayan quedado en el olvido. Tal es el caso (tan solo por citar un ejemplo) de la impunidad que hasta el momento prevalece en los casos de los ex gobernadores de Veracruz y Chihuahua (Javier Duarte y César Duarte, respectivamente) quienes por el olvido social del momento, seguramente han de estar -jubilosos y cómodos en una lujosa habitación- disfrutando el hecho de que se siguen beneficiando con las situaciones de injusticia social (representadas -en este caso- por el “gasolinazo”).
En definitiva, todavía falta mucho para lograr el nivel y calidad de participación ciudadana pertinente (tiempo, forma y fondo); no obstante, la sociedad poco a poco ha ido recuperando -o construido- la memoria histórica necesaria para razonar y actuar en consecuencia. Es por esto último, que resulta importante reconocer que el “gasolinazo” ha provocado que muchos (al relacionar hechos del pasado con los de este duro golpe del presente) recuperaran o alimentaran su memoria, pero también es necesario reconocer que -a diferencia de los ciudadanos- los políticos en el poder (y ciertos grupos con intereses alejados del bien común) nunca olvidan. Saben muy bien que es fácil inducir el olvido porque siempre ellos siempre recuerdan que los mexicanos frecuentemente olvidan y, entonces, con otra de sus fechorías inducen el Alzheimer masivo con el fin de que lo pasado quede permanentemente en el pasado.
En esta ocasión finalizo con lo dicho alguna vez por el escritor portugués, ganador del Premio Nobel de Literatura, José Saramago: “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
Aída María Holguín Baeza
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