Una amnesia estratégica (II Parte)…por Luis Villegas
Según apunta CSG, junto a los neoliberales, los tradicionales grupos de poder se dieron a la tarea de rescatar las cuotas perdidas durante las reformas salinistas; esta “Nomenklatura” (así los llama) priísta, se beneficia del populismo autoritario tanto como del neoliberalismo. En palabras de Salinas,[1] es a partir de entonces que se descompone todo en el País: Se debilita la soberanía nacional,[2] la migración a los EUA se dispara,[3] no se logran consensos entre Ejecutivo y Legislativo,[4] la economía informal se desborda,[5] el daño ecológico imparable,[6] el deterioro de la educación se vuelve insostenible,[7] cae la investigación tecnológica,[8] caen los índices de empleo,[9] aumentó la corrupción,[10] el narcotráfico “explotó en el país”,[11] bueno, hasta las mexicanas se volvieron feas y bigotudas a decir de algún cantante europeo ciego e imbécil.[12]
¿Qué hay de cierto detrás de esos desatinos que reitera hasta el hartazgo en su obra más reciente “Democracia republicana. Ni Estado ni mercado: Una alternativa ciudadana”?[13] Los próximos párrafos (y el siguiente artículo) se ocupan de esa pregunta. Pero antes cabe una pertinente aclaración: Esa tesis, la del desastre postsalinista, no sólo lo beneficia a él; con ella también lucra el “Bombón” pues le permite, sin rubores, acusar al actual gobierno y a los dos anteriores de las desgracias que estamos viviendo. Esa falacia los une y los hermana; les permite un reencuentro y una reconciliación; pero sobre todo, los escuda y los protege pues según esa tesis, el desastre y el descrédito le es aplicable a unos cuantos a partir de hace poco más de quince años. Y eso es mentira. Después de todo, estamos hablando del mismo Peña Nieto que menciona Carlos Ahumada en sus chés páginas.[14] Empero no basta con que yo lo diga; invito a mis queridos lectores y lectoras a acompañarme en un brevísimo recorrido por las siguientes páginas y sitios de Internet:
Si hablamos de la soberanía nacional, baste recordar a la pobre Revolución Mexicana (tan llevada y traída en los últimos meses). Friedrich Katz, en su obra: “La Guerra Secreta en México”,[15] sostiene que Alemania, Francia e Inglaterra, así como Japón, pero principalmente Estados Unidos, constituyeron el motor invisible de ese movimiento. Los EUA no cejaron en su empeño de financiar asonadas y revueltas hasta que no tuvieron instalado en la silla presidencial a un incondicional; eso explica porque se “quemaron” tan rápido un montón de sustitutos de don Porfirio (quien empezaba a inquietarlos por su cercanía con Japón y Gran Bretaña): Fco. I. Madero; Victoriano Huerta, Venustiano Carranza, etc. Habría que leer al propio esternocleidomastoideo, al parecer un revolucionario arrepentido, quien afirma sin rubores: “La llamada Revolución Mexicana no fue otra cosa que el inicio de una lucha por el poder”.[16] Adiós a la tesis de la soberanía en boca de su “defensor”. Si quiere entretenerse lea una novela malísima cuyo único mérito es que desentraña la triste historia de nuestra gloriosa Revolución: “Secreto 1910”.[17]
¡Ah! Pero si esa tesis resultara inaceptable, reparemos en el dicho del propio CSG quien afirma categórico que, entre 1970 y 1982, la deuda externa de nuestro País se quintuplicó pues pasó de 20 mil millones de dólares a 100 mil.[18] La pregunta es obvia: ¿no perdimos soberanía con ello? ¡Por supuesto que sí! Y hablamos de regímenes netamente priístas felizmente “revolucionarios”. Además, en el asunto de la deuda, se le “olvida” a Salinas que fue él quien sospechosamente creó el Fondo de protección bancaria poco antes de la privatización de la banca: “En 1990 Carlos Salinas crea el Fobaproa como un fondo de contingencia ante problemas financieros extraordinarios. Curiosamente, se instituye al tiempo que se anuncia la privatización de los bancos e instituciones de crédito. […] En 1991 se privatiza la banca (dieciocho bancos se venden a la iniciativa privada en 37,800 millones de pesos)”.[19] Proceso con sus asegunes: “Tercero, luego de la nacionalización, no vendieron esta banca nacionalizada a precios elevados y en algunos casos claramente a gente sin la solvencia moral para ser banqueros, como el caso de Cabal Peniche o Miguel Ángel Rodríguez”.[20]
El de la migración tampoco es un tema donde le asista la razón; con cifras del Consejo Nacional de Población (CONAPO), tenemos que la migración de mexicanos a los EUA, expresada por décadas, se detalla en la gráfica siguiente:[21]
Esta información[22] demuestra la falsedad de la tesis del Innombrable; de esos datos se extrae que después de la crisis económica de 1995, el flujo de migrantes mexicanos a los EUA aumentó a un ritmo inesperado. Mientras que en los 60 emigraban alrededor de 28 mil personas al año, para 1995-2000 esta cifra era de 360 mil en promedio. En este punto el innombrable parece acertar. Empero, examinando estas mismas cifras con más detalle, tenemos que: No existe un crecimiento atípico durante 1995-2006, entre 1960 y 1995 el crecimiento fue superior al 1000%, en el lapso de 1980-1990 -comparado con el de 1990-1995- la migración ¡creció en un 25% aproximadamente! (Justo en la época de mayor “esplendor” del Salinato), se aprecia una tendencia constante de migración de connacionales y comparando los lapsos 1995-2000 y 2000-2003, el índice de crecimiento ¡fue de apenas el 8%!
Continuará…
Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com
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