Añoranza…por Luis Villegas Montes
AÑORANZA–
Escribo a un dÃa de cumplir 48 años. Huelga decir que hace 41 o 42, a los 7 o 6, cuando empecé a leer y a tener más o menos consciencia de mà mismo, no tenÃa ni la menor idea de qué me iba a deparar el tiempo por venir. “Cuadraditoâ€, irremediablemente miope, malo para “los númerosâ€, introvertido y huraño, la vida muelle que Lola, Patty y mi tÃo Jesús, cada quién a su modo, le regalaron a mi infancia, me mantenÃa a salvo de cualquier tipo de sobresalto respecto de lo que el futuro me deparaba. Lejos estaba de imaginarme, con sus detalles precisos, a Adriana, a Luis Abraham, a MarÃa o a Adolfo; lejos estaba Luisita; y muy, muy lejos (Lola no era muy consecuente con el asunto de las mascotas), Florencia -la cual, por cierto, en estos dÃas luce un aspecto de rata, la pobre, pues con estos calorones Adriana decidió que “pelona†se iba a sentir más cómoda y la mandó rapar; asà que nada más quedaron sus peludas orejas y sus ojotes dulces para recordarme a la bolita blanca que solÃa ser-.
Con azoro, arribo a este 2014 y, ahora sÃ, me pregunto qué me falta por ver; a dónde voy. Heráclito decÃa que lo único permanente es el cambio y tal vez le asistiera la razón; hace unos dÃas, leà un artÃculo en Internet que alude a las nueve cosas que van a desaparecer en un futuro próximo y explica cada caso:
1. La Oficina de Correos. Las oficinas de correos de todos los paÃses están sufriendo profundos problemas financieros que probablemente no puedan ser sostenidos a largo plazo a partir de la competencia con el correo electrónico, Federal Express, UPS y otros servicios similares;
2. El Cheque. Se dice que, de hecho, en Inglaterra ya están sentando las bases para acabar con los cheques en el año 2018, pues el procesamiento de los cheques cuesta miles de millones de dólares al sistema financiero y las tarjetas plásticas de crédito/débito, al igual que las transacciones “en lÃnea†provocarán la eventual desaparición de ese instrumento;
3. Los periódicos. Las nuevas generaciones simplemente han dejado de leerlos;
4. Los Libros. ¡Ay! No faltará quien diga que nunca abandonará la versión fÃsica de un libro que se puede tomar en las manos y disfrutarlo mientras se cambian las páginas. Incluso, no falta (yo lo he hecho), quien lo guarda por el olor que despide y la añoranza que despierta. La razón de su desaparición, se argumenta, será el precio de venta;
5. El Teléfono fijo. A la larga, se dice, todas las empresas de telefonÃa celular le permitirán llamar a sus clientes usando el mismo proveedor de su teléfono celular, sin cargos adicionales por minuto;
6. La Música. ¡IncreÃblemente, con tanta modernidad, la más amenazada es la música! En términos generales, la “música ” de hoy (si se le puede llamar asÃ), ya no tiene la armonÃa, la melodÃa, la orquestación ni la letra de la música de antes. El artÃculo refiere: “Uno de los problemas para esto ha sido la codicia y la corrupción. Los sellos discográficos y los conglomerados de radio están simplemente auto-destruyéndose. La ‘música de catálogo’ representa más del 40% de la música comprada en la actualidad, lo cual significa música tradicional con la cual el público está familiarizado, asà como también artistas de mayor edad que ya han sido consagradosâ€;
7. Televisión. Las ganancias que recibÃan las redes de televisión se han reducido dramáticamente; además, la gente está viendo programas de televisión y pelÃculas en sus computadoras;
8. Las “Cosas†que poseemos. En su gran mayorÃa, estas cosas forman parte de nuestras vidas, pero en realidad, muchas de ellas ya no están con nosotros en sentido fÃsico: El disco duro, el CD, el DVD, la USB y -en un futuro próximo- “La Nubeâ€, formarán parte de nuestra cotidianidad y ahà estarán nuestra música, libros, fotos o cosas favoritas, disponibles desde la laptop o el smartphone, y
9. Por último, y la más terrible de todas las pérdidas, nuestra privacidad. Las cámaras (calles, edificios, cajeros automáticos, dispositivos móviles, etc.) forman parte de nuestra vida diaria. Hoy en dÃa, la privacidad, como tal, ya no existe. Por ende, podemos estar seguros que alguien, en algún lugar, sabe quiénes somos, dónde estamos o dónde vamos a estar; conocen nuestras preferencias culinarias, polÃticas o religiosas; saben quién es nuestra pareja; y quiénes integran nuestro núcleo familiar. Una compra, una sola, nos sitúa en un millón de perfiles y la publicidad varÃa casi de forma instantánea para ajustarse a nuestros gustos.
Al final, tal vez, lo único que perdure sea la esencia de nosotros mismos. Nuestros quereres, nuestros talentos, nuestros sueños, nuestra capacidad de sacrificio. Quizá, el único modo de conservarnos, de no perdernos en ese ataque avasallador a nuestra intimidad, es reconcentrarnos y empezar a entender, de una vez por todas y para siempre, que estamos solos y que lo único rescatable de cada uno de nosotros son nuestros afectos y nuestra capacidad de darnos a los demás.
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Luis Villegas Montes.
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