César Duarte y la nube en la que andaba…por Aída María Holguín
Este 14 de agosto, se cumplió un año desde que César Horacio Duarte Jáquez literalmente se cayó de la nube en que andaba. Y aunque la caída no fue de 20 mil metros de altura, el accidente aéreo sufrido por Duarte (que -para no variar- fue causado por el abuso de autoridad) se convirtió en preludio y analogía de la estrepitosa caída que sufriría 10 meses después.
Aunque desde que inició su administración César Duarte empezó a “volar” muy alto con ayuda del uso arbitrario del poder que unos cuantos le confirieron, fue hasta el 14 de agosto de 2015 que la ley de causa y efecto se hizo presente para empezar a cobrarle una factura que le debe a todos los chihuahuenses.
Tratándose de César Duarte (el gobernador más despreciado por los chihuahuenses), no faltó quien se alegrara por aquel lamentable (en varios sentidos) hecho y/o que deseara la muerte del mandatario; sin embargo, ese accidente (o cualquier otro) no debe ser motivo de alegría o de malos deseos. Bien lo dijo en aquella ocasión el ahora gobernador electo, Javier Corral: “A nadie se le debe desear la muerte, ni aunque se trate del más corrupto y vil de Chihuahua… Qué bueno que César Duarte está sano salvo. Lo necesitamos sano y salvo para que rinda cuentas y enfrente la denuncia penal en su contra”.
En fin, el caso es que aunque desde hace mucho tiempo la calidad moral de Duarte ya estaba por el piso, aquel desplome físico del 14 de agosto se convirtió en una especie de premonición que advertía su caída política y el final de su imperio corrupto y corruptor.
Diez meses después, exactamente el 5 de junio de 2016, fue cuando la premonición se hizo realidad: César Horacio Duarte Jáquez volvió a caerse de la nube en que andaba, pero ahora -a diferencia de la primera caída- no ha podido recuperarse, y -al parecer- nunca lo hará. Aquí, la ley de la causa y efecto otra vez se hizo presente, y logrando cobrar otra parte de la factura que César Duarte le sigue debiendo a los chihuahuenses.
Es necesario aclarar que con la caída de la pasada jornada electoral, el daño que sufrió César Duarte no fue físico, sino emocional y mental; situación que -sin duda alguna- ha agravado los evidentes problemas psicológicos que “el emperador” ya padecía.
Pero bueno, afortunadamente queda menos tiempo para que César Duarte -y la nube negra en la que andaba- desaparezca del cielo de Chihuahua; o sea, que la ley causa y efecto haga que el viento se lo lleve y lo deje donde hace mucho tenía que haber estado: en la cárcel. Con esto, Duarte estaría pagando la penúltima parte de la factura que tiene pendiente con el pueblo de Chihuahua. Sin embargo, el pago de la totalidad del adeudo sólo será posible si -y solo si- las capacidades y disposición de las autoridades competentes atienden (como siempre debió haber sido) el interés público, y que esto se vea reflejado en el desarrollo del respectivo proceso penal cuya resolución judicial ordene -entre otras cosas- que César Horacio Duarte Jáquez devuelva todo aquello que le haya robado a Chihuahua y a los chihuahuenses
Finalizo en esta ocasión con una adaptación de lo dicho alguna vez por el historiador y escritor austriaco, Max Nettlau: Cuando los gobiernos queden sometidos a los valores y principios éticos, morales y cívicos, ellos mismos mejorarán y se perfeccionarán. No más volar allá en las nubes que sólo ocultan su vaciedad.
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