Crédito…por Rafael Velazquez Ramírez
(Hoy no fío… Mañana sí)
(ONASSIS)
Amanecía en la Capital Mundial.La aurora, de sonrosados dedos, ya dejaba caer sus colores violetas y rosáceos sobre los cerros que resguardan a esta Madre Patria…
Salí de mi casa (que es la de ustedes si me ayudan a pagarla) loco de contento con mi cargamento, rumbo a mi oficina (mejor conocida por el vulgo con el genérico nombre de: “La Cueva Del Amor”)…
Apenas había alcanzado la vialidad “Carlos Montemayor”, cuando el maldito celular sonó:
– Si, ¿qué pasa? -respondí con voz de Víctor Alcocer.
– Buenos días –dijo una voz femenina más chilanga que la de la Guayaba, la Tostada, el Topillos, el Planillas y Pepe el Toro juntos-. ¿Es usted el señor Rafael Velázquez?
– Así es, preciosa –acusé de recibo la llamada. Ya que yo soy un caballero a pesar de la hora y las circunstancias-… ¿Con quién tengo el gusto?…
– ¡Ay, qué bonita voz tiene! –dijo la chilanga con su sonsonete de Tepito
– Es mi trabajo –dije- . Y lo hago muy bien!!!…
– Señor Velázquez –continuó la hija de Quetzalcóatl tratando de recuperar el aplomo-.Soy Hortensia Cempaxúchitl Ibarregoiconochea. Le hablo de la casa de crédito “Atásquese ahora que hay lodo”…
Inmediatamente me puse en guardia.
– Disculpe Tenchita, pero hasta donde se mis pagos han sido puntuales.
– Así es señor Velázquez. Usted es más puntual que la menstruación de una solterona. Tan así que la compañía le está preparando una fiesta para otorgarle un reconocimiento y ponerlo de ejemplo ante los morosos que constituyen legión. Hijos de su topillera madre…
– ¡Hombre, no es para tanto! –produje sintiéndome halagado-. Si nomás es cosa de tomar chocolate y pagar lo que se debe.
– Sabias palabras, señor Velázquez –sentenció la chilanga banda-. En virtud a esa proclama que usted incendia le tenemos reservada una gran sorpresa… Usted es acreedor a la nada despreciable suma de cien mil pesos ¡Si señor! Cien mil pesos contantes y sonantes. Lo único que tiene que hacer es presentarse en nuestra sucursal de Parrales hidalguenses en Chihuahua minera, con su credencial de elector y en sus manotas recibirá semejante monedón… ¿Cómo la ve?
– ¿Adió? -dije cuando pude recuperar el habla.
– ¡Adió no! – remachó la hija de La Merced.
Como la luz, y en forma por demás egoísta, pensé qué podría yo hacer con esa billetiza… Viajar, emborracharme, irme con las mujeres de la mala vida o desperdiciarlo en mis hijos, los cuales constituyen legión… Otra cosa sería usarlo para cambiar mi ropero interior, ya que mis tarzaneras están todas Pancho Villa, es decir balaceadas… También podría comprarme una peluca para el solón… Podría arreglarme los ojos de pescado, los callos y los espolones que me traen en un grito y que la inefable “pensiones” no cubre… Pudiera fugarme uno o dos días con Alondra que está como lumbre y gasta igual… También podría donarlos a la catequesis, pero eso sí sería una idiotez, ya que a ellos lo que les sobra es el billelle…
– ¡Sí, señor Velázquez! –bramó la hija de la chilanga, sacándome de mis nubes de algodón- ¡Son cien mil pesos a la voz de ya!…
No sé cómo estuvo, pero de repente me vi, en el 2004, llegando a Parral, después de veinte años de abandono, acompañado de mi mujer y de las gemelas buscando un rinconcito para descansar nuestros polvorientos huesos… La Patrulla (mi hermanita Edén) siempre corazón, bondad y esperanza, nos dio caritativa posada en su casa mientras conseguíamos donde poner el tinglado Velázquez Matamoros… Usted ya sabe el gastadero que significa cambiarse de casa y como se inflan las cantidades cuando esto incluye cambiarse de ciudad… Ni modo, cosas de la vida del trashumante… Como es natural, estaba yo más gastado que el talón de polvorón de un tarahumara… Recuerdo que iba caminando por la legendaria “Maclovio Herrera” rumbo a la escuela “Ocho de Mayo”, la no menos simbólica “99” donde ejercía yo como director, cuando un papel volante cayó en mis manos. Lo leí (ese es uno de los malditos vicios que no he podido quitarme: La lectura) y a la letra decía: “Usted necesita dinero. ¡No se haga! Está usted más jodido que un tarahumara a punto de suicidarse… ¡Nosotros tenemos la solución!… Agencia de crédito: “Atásquese ahora que hay lodo” ¡¡¡Lo esperamos con las fauces abiertas!!!”
Esta triste historia, lamentablemente, continuará…
PD. Adelante, siempre… ADELANTE!!!
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