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Crónica de Don Joaquín Herrera Loya…por Javier Quiñones

“Festival de la Fundación de Ciudad Delicias” /78 Aniversario

Diez Crónicas de Fundadores y Pioneros de Ciudad Delicias, Chihuahua

vI. CRÓNICA DE DON JOAQUÍN HERRERA LOYA

Versión digital

© Presidencia Municipal-Secretaría de Desarrollo Social-Departamento de Cultura

© Javier Arturo Quiñones Espinoza, Compilador y Editor.

Presentación

La divulgación digital  de las “Crónicas de Fundadores y Pioneros de Ciudad Delicias, Chihuahua”, ha sido posible gracias al auspicio de la Secretaría Municipal y la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del Ing. Mario Mata Carrasco.

Nuestro objetivo es dar a la luz pública una serie de diez crónicas de fundadores y pioneros que aparecerán en este portal durante el mes de abril.

La presente narración de don Joaquín Herrera Loya es la sexta de la serie. Apareció publicada por vez primera en la revista Reportero (no. 1, 1991, pp X-XII).

En apego a nuestro criterio metodológico general, consiste el relato estrictamente en palabras del propio entrevistado. En todos los casos, los diversos aspectos de la edición fueron supervisados, corregidos y autorizados por el narrador.

Javier Quiñones

Ciudad Delicias, Chihuahua, a 31 de Marzo de 2011

CRÓNICA DE DON JOAQUÍN HERRERA LOYA

Justamente en vísperas del 59 aniversario de Ciudad Delicias, el azar nos condujo hacia uno de los fundadores originales de la morada de los “Vencedores del Desierto”.

Localizamos a don Joaquín Herrera Loya en una remota parcela de aluvión situada en el nacimiento del Canal Saucillo, pocos kilómetros al sur de Puerto del Toro, cuando contaba con 81 años de edad. Era todavía un hombrón erguido, lúcido y dueño de un excelente sentido del humor. Aún entonces laboraba media docena de hectáreas en las márgenes del Río Conchos.

Don Joaquín Herrera asegura haber construido con su padre Higinio Herrera y su hermano Isidro la primera casa de la ciudad, en el año temprano de 1932.

En el sitio que nos indicó, en el penúltimo lote de la acera sur-poniente de la avenida 6ª Norte comprendida entre las calles 4ª y 5ª, muy cerca de “El Arbolito”, pudimos ver algunos restos de dicha edificación.

En su testimonio, don Joaquín asevera haber participado activamente en la vida política local. Fue comisario de Emiliano J. Laing, y regidor dos veces, con Antonio Gutiérrez y Agustín Quiñones. Fue asimismo una pieza clave para el ascenso de Raúl Félix Chávez a la Presidencia Municipal.

Resultan preciosas en particular sus revelaciones sobre la personalidad del trágico Laing.

Lo que sigue es un extracto de la entrevista que nos concedió el día 15 de marzo de 1991.

Yo nací en Camargo el 22 de abril de 1911.

Me vine de allá el ’30 a Saucillo.

Y en el ’32 agarramos un solar en Delicias, a un lado del camino que después fue la avenida 6ª Norte, sobre la acera anterior a la esquina “El Arbolito”.

Había puro chaparro: mezquite, largoncillo, ¡puro monte!

Todavía existe la casa… ¿o ya la habrán tirado? Hicimos tres cuartos entre mi Jefe Higinio, mi hermano Isidro y yo. Allí íbamos a dormir. Esa casa es la más antigua, eso sí puedo asegurarlo y firmarlo.

¡Oiga, pos si nosotros la hicimos!

La traspasó mi Jefe en el ’34, se quedó con ella don Luis Loya.

PRIMEROS COMERCIANTES

Después vino Primitivo Márquez, fue de los primeros que fincaron. Fincó en el ’34 allí donde está la Comisión Federal de Hacienda ahora. Tenía abarrotes, de madera hizo la tienda. Le tomábamos dinero prestado porque daba muy buenos intereses. Era de Meoqui.

De los primeros que llegaron fue don Juanito Berges, un español limpio; ¡tenía un tiendón bárbaro! Muy buen hombre ese, nos ayudó a todos porque estaba muy difícil entonces.

Luego llegó la gente del sur y empezaron a hacer muchas casas, muchas.

“NADIE DE AQUÍ LA QUERÍA”

Salí del Marileño con mi papá.

Cuatro salieron de allí juntos: don Juan Sepúlveda, Domingo Luján, Hilario Ogaz e Higinio Herrera. Teníamos la labor en La Gomeña y el mandado lo traíamos de Meoqui.

Convencí a mi papá de que agarrara la parcela, pues yo tenía 22 años, no tenía edad para agarrar la tierra; tenía que tener uno de 25 para arriba. Batallé mucho para agarrar esa labor: nadie de aquí la quería.

Vino gente del sur a tomar las tierras, los de aquí se animaron hasta el último. Todavía tengo un lote en La Gomeña, pegado al de Rogelio Bejarano; son 16 hectáreas de riego, las cultivan los muchachos.

“AMANECÍAN CHINOS MUERTOS”

Después fueron llegando los chinos.

Al principio había muchos chinos.

Colonias de chinos. Del Santuario para allá eran puros chinos, ¡pero muchos! Yo les aseguro que eran más de 200 chinos… Todas las fondas eran de chinos.

El papá de Raúl Mar era chino. Allí donde está la florería “María Cristina”, allí estaba la tienda más grande de un chino, de Rafael Wong. Y allí donde están los “Rápidos Delicias” había puras tiendas de chinos.

Cuando tomó las riendas don Alfredo Chávez empezaron a desaparecer todos.

Amanecían muchos chinos muertos. Los asustaron y les fueron comprando los Quevedo, los Valenzuela y otros.

“CUANDO QUIERAS SER PRESIDENTE”

Anduve en la política con Toño Gutiérrez, de regidor.

Fui regidor con don Agus; y con Raúl Félix Chávez fui administrador del Rastro. De este, le puedo contar algo que me pasó.

El asunto estuvo ansina. Cuando Quevedo estaba de gobernador, me mandaron en una convocatoria a México. Y me fui. ¡Uno no sabe hablar, pero tiene uno que aventarse! Me fui con don Agustín y Nicolás Terrazas.

Bueno, íbamos algunos y nos fuimos a ver a don Saúl González Herrera a México. Entonces me dijo don Saúl –porque estuvimos echando copitas allí:

-Oye, cuando quieras ser presidente de Delicias me dices a mí, y sí llegas.

Y don Agus lo agarró de cierto.

Luego, cuando se aventó Raúl Félix Chávez fueron a verme a mi casa. Me dijeron que allí estaba el presidente Quiñones, y yo les dije a los que me avisaron:

-Díganles que pasen a echarse unos frijoles.

Mientras estábamos comiendo, me dijo don Agus:

-Venimos a verte a ver si nos echas la ayudada; se quiere aventar el doctor Raúl para presidente. Queremos que te vayas a México con Saúl, sabemos que tú le caes bien.

Entonces Saúl González Herrera era el presidente del PRI en todo México. Yo le contesté a don Agus:

-Pues si quieres vamos a verlo, no tiene remedio.

Yo pensé que don Agus se había creído lo que me dijo aquella vez Saúl, aunque yo creía que todo eso había sido una broma.

Nomás que traíamos un tercio muy duro, pues venía Homero Chávez, este también quería ser presidente.

Al fin llegamos a México. Ya nos pasaron, y le dije a Saúl:

-Vengo a lo que me dijiste, yo creo que sí me voy a arrancar.

Y él me dijo:

-Luego luego, vete al registro.

-No, mira, te voy a presentar a un amigo -le contesté.

Yo pienso como el General Villa, que las presidencias no se hicieron para los ignorantes.

Le expliqué entonces que traíamos un tercio muy duro porque también quería Homero Chávez.

Entonces me contestó Saúl:

-Pos ese se queda pa la recaudación o pa la diputación.

Y así se quedó el doctor para presidente.

“DON ALFREDO NO PUDO CON ÉL”

Emiliano J. Laing fue el único presidente más bueno que hubo en ese Delicias mentado.

Llevaba la cosa bien hecha, ni el gobernador podía con él. Le echaban mucha política pero era muy diablo. No se vendía mucho licor, les daba a los cantineros nada más el sábado y el domingo para vender.

Máxime que don Alfredo no pudo con él. Quería sonárselo, era muy bravo el viejillo ese, y lo mandó matar.

Laing estaba con la novia, la hija del general Parra, Lola, en el “Root Bear”, cuando le disparó Amador Corral –que era el pistolero de don Alfredo Chávez, él y Mundo “El Mocho”. Allí le disparó, nomás le chisgueó la bala por la cabeza.

Luego Laing salió atrás de Amador, nomás que este se metió debajo de una troca y así se le peló.

Yo nunca le conocí mujer a Laing, no le conocí esposa.

Durante un tiempo lo asistieron en la casa de los Carrillo, los que vendían billetes de lotería. Era alto, güero, español completo; era así de mi estatura, carita redonda, simpático estaba el viejo.

Yo fui comisario de él en La Gomeña, todos los días platicaba con él. Era muy enérgico, muy derecho. Laing peleaba la ley. Era muy serio, serio, serio; y muy respetuoso. Nomás que las cosas le gustaban derechas, no le gustaban chuecas.

Me acuerdo que estando de comisario me llevaron unos animales que habían invadido un cultivo, y se me ocurrió no cobrarles el daño a los dueños de los animales.

Nomás que un hijo del afectado fue y le dijo a Laing, y el presidente me mandó hablar. Me dijo:

-Tenía que pagar el daño -¡y me metió al bote a mí!

Un rato me encerró, pero tuve que pagar la multa. Si no la hubiera pagado, ¡yo creo que todavía estaría encerrado!

No perdonaba a nadie.

“ERA BRAVO, YA LO TRAÍA LA MUERTE”

Hizo hospitales, lavaderos, baños; hizo mucho.

Cuando Laing ya no era presidente, una vez fue Toño Gutiérrez a México, y su suplente, un doctor, quitó los lavaderos y los baños para poner ¡un rebote!

A Laing le empezaban a echar leña.

Entonces, cuando se lanzó la candidatura del general Henríquez, Laing  tenía toda la gente de Delicias. Nomás que a Laing le gustaban las cosas derechas, no le gustaban chuecas.

Al final se levantó con pocos porque todos se rajaron.

Ya le habían echado balazos al carro donde llegó al cuartel, pero no le entraban, pues estaba blindado. Pero él se salió del carro y se les enfrentó para que lo mataran.

Era bravo.

Ya lo traía la muerte.

La misma gente lo levantó y llevaron su cuerpo pa La Gomeña; luego lo fueron a tirar al panteón de la Terrazas.

También a mí me encerraron por cierto. Yo me vine a Delicias a ver el borlote al otro día, andaba viendo los muertitos allí, entre otros Amparo Parra, hijo de Javier Parra, de Cuatro Vientos. Había muchos cuerpos tirados frente a la Presidencia Municipal. Yo creo que se murieron unos 10 o 12, quién sabe.

Entonces salió un soldado y me dijo:

-¡A ver, las armas!

Y yo le dije:

-Allá las tengo en la casa.

¡Y por eso me metió al cuartel a punta de culatazos!

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