Edomex: ¿la joya de la corona?…por Aída María Holguín
FRASEARIO-
De las distintas jornadas electorales que se llevaron a cabo el domingo pasado en 6 entidades del país, solo los procesos que se desarrollaron en cuatro de ellas acapararon los reflectores de los medios de comunicación y, por lo tanto, de la opinión pública. En ese sentido, es importante señalar que el acaparamiento mediático es comprensible, porque las elecciones en esos cuatro estados marcan el inicio -y la probable tendencia- en la elección presidencial del 2018.
En Veracruz, el estado controlado -hasta hace poco tiempo- y saqueado por Javier Duarte, estaban en disputa 212 alcaldías. En Nayarit y Coahuila, además de las diputaciones y las alcaldías, estaban en juego las respectivas gubernaturas, pero en el caso particular de Coahuila, el resultado de la elección a gobernador implicaba perpetuar o poner fin a la corrupta y corruptora dinastía Moreira.
El Estado de México “se cuece aparte”, ya que -independientemente de que solo estuviera en disputa la gubernatura- en la figura de Alfredo Del Mazo (ligado al Grupo Atlacomulco) recaía la misión de lograr que el Partido Revolucionario Institucional se mantuviera en el poder del Edomex (con el triunfo de Del Mazo sumarían más de 90 años ininterrumpidos), o la humillación de ser el primer candidato del PRI en ser derrotado en la entidad que históricamente ha sido su bastión político-electoral. Por otra parte, pero en el mismo contexto, si se considera que se trata del estado con la lista nominal de electores más numerosa (actualmente con más de 11.3 millones votantes) y que, por ende, al que INE otorga más dinero, queda claro por qué al Edomex se le denomina “la joya de la corona”.
El asunto es que, como se dijo anteriormente, las elecciones en estos cuatro estados marcan el inicio -y la probable tendencia- de la próxima elección presidencial. No obstante, de confirmarse el triunfo definitivo de Alfredo del Mazo (cosa que no sucederá hasta que López Obrador agote todos los recursos para impugnar los resultados), la supuesta tendencia puede no ser la prevista; o sea, que el PRI vuelva a ganar o que a AMLO se le cumpla su capricho de ser presidente.
Y es que aún y cuando el PRI logre retener la joya de la corona (asegurando una nada despreciable cantidad de recursos públicos), es imprescindible considerar que -tan solo en 2016- el PRI perdió la mayoría de las gubernaturas que en ese entonces se disputaban (quedándose con el control de menos del 50% del territorio nacional) y que, si bien ese mismo año Morena logró colocarse como tercera fuerza política a nivel nacional, su crecimiento o consolidación no han sido homogéneas en todas las regiones del país.
Por supuesto que eso (lo dicho en el párrafo inmediato anterior) no asegura que en 2018 triunfe del PAN o, en su caso, el valiente candidato independiente que “salte al ruedo”. Sin embargo, lo que sí es posible asegurar, es que -electoralmente hablando- la verdadera joya de la corona no se obtiene ganando las elecciones en el Edomex, sino acabando con la participación electoral inconclusa (abstencionismo y votos nulos), y eso solamente sucederá cuando la clase política demuestre -con hechos- que el poder es para servir al pueblo y no para servirse a sí misma. Dicho en otras palabras, cuando decidan trascender probando que la política es el medio idóneo para lograr el bien común.
Finalizo en esta ocasión con una adaptación de lo dicho alguna vez por el poeta, novelista, científico y estadista, Johann Wolfgang von Goethe: encontrar una corona llena de joyas es mucho más fácil que hallar una cabeza digna de llevarla.
Aída María Holguín Baeza
—
Últimos comentarios