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El dañino virus de la falsedad…por Aída Holguín

 
Cuando una publicación (evento, texto, video, audio, imagen, etc.) se propaga rápidamente en Internet (a causa de que muchos internautas lo comparten -principalmente- a través de las redes sociales), se dice que tal publicación se ha viralizado.
Si bien es cierto que las redes sociales han contribuido a garantizar el ejercicio del derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como al de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole; también es cierto que -conforme ha pasado el tiempo- se han convertido en un instrumento de desinformación masiva; esto último, debido a que en los últimos años se ha presentado un aumento exponencial en el número de sitios web, cuya misión es generar noticias falsas para engañar o entretener al público.
En ese sentido, es necesario aclarar que el grado de la nocividad del el efecto viral depende -en gran medida- del tema o personaje del que se trate, del conocimiento que se tenga sobre éstos, y de las emociones que los mismos provocan en los internautas.
En el caso particular de las publicaciones falsas, su propagación se ha convertido en una preocupante problemática social porque ninguno de los sectores de la sociedad está a salvo de ser víctima de los efectos de la viralización de contenidos desinformativos. Esta creciente problemática quedó evidenciada el pasado fin de semana, cuando -a través de las redes sociales- se propagó rápidamente una fotografía de la ceremonia conmemorativa del Día de la Bandera que se llevó a cabo en el estado de Oaxaca.
En la fotografía en cuestión se observa un “horror” ortográfico que, de ser cierto, sería imperdonable; sin embargo, el “error” nunca existió. Es decir, se trata de una fotografía modificada en la que (en la mampara usada como fondo del evento conmemorativo) se lee: “Día de la Vandera”.
Como esperarse, el supuesto error provocó que -además de la viralización de la imagen- miembros de -prácticamente- todos los sectores de la sociedad mexicana (incluyendo a comunicadores, periodistas y políticos en el poder) se subieran al “tren del mame” (término usado en el argot de las redes sociales para referirse a la acción de en opinar sobre el tema de moda, sin tener antecedente o pleno conocimiento sobre el mismo). Y aunque hubo quienes rápidos y presurosos trataron (aclarando la situación apoyados con la publicación de la fotografía original) de detener el nocivo virus, el esfuerzo no fue suficiente.
Ante la impotencia que causa tan penosa situación, solo queda tomarlo por el lado amable; es decir, como el más claro ejemplo de la importancia de verificar los datos o información antes de replicarla o difundirla; porque, como bien lo dijo Mandujano Isaín (en su muro de Facebook), cuando no estamos acostumbrados a verificar antes de replicar o difundir, podemos ser presa fácil de la manipulación mediática; y si hasta a los mejores comunicadores caen, con mayor razón el ciudadano común que no está especializado en cuestiones de medios.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el escritor y ensayista irlandés, Jonathan Swift: “La falsedad vuela, y la verdad viene cojeando después de ella, de modo que cuando los hombres se dan cuenta del engaño, es demasiado tarde.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com

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Aída María Holguín Baeza

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