Con Anaya al frente, ni media cuadra.
Parecía un frente de partidos dispuestos a ser la voz y acción de los ciudadanos pero ya vemos que solo era una fachada para que Ricardo Anaya se quedara con la candidatura del PAN a la presidencia de la república.
De esas raras veces que presto oídos a lo que mascullan los políticos, el viernes por la noche le obsequié unos minutos al trío Delgado-Barrales-Anaya mientras registraban ante el INE la coalición Por México al Frente, ¿?.
Nada nuevo ni alentador al frente. La misma retórica de la que echan mano Meade y AMLO. A excepción del rostro del dirigente y precandidato de Acción Nacional, estaban presente Alejandra Barrales y Dante Delgado que tienen años, muchos años gravitando en la burbuja de poder del PRD y Movimiento Ciudadano, respectivamente.
Eso sí, los discursos rebasaron cualquier sobriedad por el exagerado trueque de elogios. No hombre, aquello parecía boda plural mormona; ninguno se guardó nada. Los agravios de la reforma fiscal y las otras de gran calado quedaron en el olvido; era la noche para saborear los acuerdos, entre dirigentes.
Ahí estuvieron, como suelen hacerlo desde hace tiempo, los matraqueros vividores del PAN gritando a todo pulmón: “Anaya presidente, Anaya presidente”. Destaca Santiago, el sobrino de don Jaime Creel Sisniega (qepd), que se volvería a morir de la vergüenza de ver a éste bailar como perrito faldero detrás del que le ofrece huesito para roer. De oquis la experiencia en el IFE y la secretaría de gobernación.
Los tres firmantes de la coalición, en lo individual, porque a sus militantes, ni los consultaron; refritearon el momento histórico de su acuerdo, remembraron la deuda que tienen con México y reconocieron el fallo de esa generación con el pueblo (Dante). Desgraciadamente ese film ya lo han proyectado más veces que una película de Pedro Infante o Cantinflas.
Yo esperaba, sinceramente, que en un gesto de generosidad y democracia este trío se decantara por una precandidatura honorable y fiable, empero no fue así. Ordinarios e incongruentes como son, Ricardo, Alejandra y Dante se repartieron el pastel entre ellos, como si las sospechosas que pesan sobre ellos de enriquecimiento inexplicable o cortesía de los cargos plurinominales que han desempeñado se desvanecieran per se. En el caso de Barrales, dirigente y senadora simultáneamente violentando la legislación y Delgado Ranauro regente vitalicio de MC.
Este error histórico todavía puede crecer porque falta conocer cuál será el papel que jueguen los otros suspirantes por la candidatura del lado del PAN. Ya sabemos que Miguel Mancera no va siquiera a competir ni a servir de comparsa a Anaya, sin embargo, desconocemos lo que harán Rafael Moreno Troya, Juan Carlos Romero Hicks y Ernesto Ruffo Appel.
Consumada la jugada de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, ambos dejan la dirigencia formal de sus respectivos partidos. Dante Delgado no porque de eso vive. Además del queretano que iría como el precandidato presidencial y la ex aeromoza por el gobierno de la CDMX, al mentado frente se lo ve débil. Ni la retaguardia ni los costados lucen sólidos, por el contrario, cual auto sin certificación de seguridad puede volcar ante cualquier vendaval o desintegrarse al primer impacto.
En este escenario de desencanto, burla y cinismo del “Frente” se consolidan las posibilidades de José Antonio Meade para crecer exponencialmente y competirle el primer lugar a André Manuel López Obrador. Soy un convencido de que cada elección es inédita y trae tantos altibajos como una montaña rusa.
La otra posibilidad que se abre es que las aspiraciones de Margarita Zavala se reactiven. Es clarísimo que un amplio sector del panismo está recopilando firmas para que la exprimera dama consiga el registro como precandidata independiente, pero con la burla de Anaya a la militancia albiazul y la traición a los principios doctrinales, a la michoacana le asiste la razón y canalizaría hacia su favor el enojo de los ofendidos.
El fin de año cierra una parte de las proyecciones de precandidaturas. La de AMLO está cantada desde hace doce años; la Meade se olfateaba y el gran dedo elector no nos hizo quedar mal. La de Ricardo Anaya hedía desde que se montó en la dirigencia nacional del PAN. Solo quedan por definir cuáles serán las precandidaturas independientes.
P.D. La neta, que gran decepción me llevé, por iluso. Yo esperaba que el Frente se fortaleciera con un (a) aspirante indiscutible, pero resultó ser toda una fachada.
Manuel Narváez Narváez
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