El futuro de nuestro país…por Aída María Holguín
Es común escuchar que los niños y los jóvenes son la esperanza para un mejor futuro del país. Ante esta afirmación, lo menos que podemos hacer es reflexionar respecto a lo que esto puede significar.
En primer lugar, debemos ubicarnos en el hecho de que el futuro se construye con el presente, por lo que resulta importante hacer un análisis de lo que en muchos casos piensa la niñez y juventud mexicana del presente.
Aunque no cabe duda de que en México hay un gran número de jóvenes que está optando por tener una vida participativa en los asuntos de interés público; tampoco queda duda de que gran parte de esta participación se desarrolla a través de las redes sociales. Lo cual no es de gran ayuda, puesto que a través de la computadora o del teléfono celular es difícil ejercer una verdadera presión social respecto a los temas que nos incumben a todos.
Por otro lado, resulta preocupante ver el comportamiento de muchos de los jóvenes estudiantes de nivel superior. Hago referencia a este sector de estudiantes, porque -teóricamente- son los que más cerca están de iniciar una vida laboral y productiva que repercutirá en los asuntos culturales, políticos, y económicos de nuestro país.
En ese sentido, es que resulta preocupante enterarse de los planes que muchos de ellos tienen para el futuro: terminar -a costa de lo sea- la carrera universitaria, para luego conseguir un trabajo en cualquiera de los tres ordenes de Gobierno, y ganar mucho dinero sin hacer nada o haciendo lo menos posible.
¡Así es! Un gran número de los jóvenes que actualmente cursan la educación superior, quiere ser parte de lo que tanto se critica en el país; y es que parece ser más fácil adaptarse a las malas prácticas, que tratar de recuperar las buenas. Cosa que resulta igual de alarmante que aquella ilusión que desde hace algunos años tienen muchos niños mexicanos: ser sicarios cuando sean grandes.
Cabe señalar que el comportamiento de la sociedad en el norte del país, es muy diferente al de la sociedad de la zona centro-sur; sin embargo, se ha visto que los niños cuyo sueño es ser sicarios, es una situación generalizada en prácticamente todo nuestro país. Esto, seguramente se debe a los hechos violentos relacionados con el narcotráfico en los que voluntaria -o involuntariamente- nos hemos visto involucrados durante los últimos años.
En el caso de los estudiantes universitarios, sinceramente desconozco las metas, objetivos y motivaciones que en otras regiones del país los llevan a cursar el nivel superior, pero tratándose de participación ciudadana, es fácil notar la diferencia entre lo que pasa el norte y el centro-sur.
Independientemente de la zona en que a cada uno nos ha tocado -o hemos elegido- vivir, los resultados de lo que sucede o deja de suceder en México, no es distinto solo porque vivimos en diferentes regiones geográficas. A fin de cuentas todos somos mexicanos, vivimos en México y aunque nos queramos hacer locos, las afectaciones no suelen regionalizarse.
Sin duda alguna, nuestros comportamientos son parte de la llamada educación informal a la que desde que nacemos estamos expuestos; por lo que los intereses, metas y objetivos que nos planteamos para un futuro, depende en gran parte de lo que absorbemos en la vida familiar, escolar y social.
El caso es que los niños y jóvenes están aprendiendo que las malas prácticas del pasado y del presente, son una buena opción para su futuro; y mucho de ese aprendizaje no está siendo cuestionado en el hogar, que es el principal lugar en donde recibimos educación.
Es necesario pues, entender que no basta con omitir hablar de lo dañino que ha sido y que puede ser tomar los malos ejemplos; hay hablar de lo que como ciudadanos tenemos que ser, y lo que debemos aportarle a México si es que queremos tener un mejor lugar en el que vivir y no solo en el que podamos sobrevivir como lo hemos venido haciendo.
Recordemos que nuestros actos nos definen, y lo que como adultos -y educadores informales- transmitimos en el presente es lo que nos define, y definirá a los ciudadanos y al México del futuro.
Concluyo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el Ingeniero, inventor y empresario estadounidense, Charles Kettering: “Me interesa el futuro porque en él voy a pasar el resto de mi vida.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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