El orgullo de Peña Nieto…por Aída María Holguín
Durante su mensaje de apertura en Tercer Encuentro de la Comunicación -organizada por segundo año consecutivo por Televisa-, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que siendo Televisa un medio que proyecta a México en el mundo, es motivo de orgullo para los mexicanos, y por eso la empresa televisiva tiene su gratitud y reconocimiento.
Siendo Peña Nieto -y su presidencia- un producto de Televisa, es “entendible” que exprese el orgullo, gratitud y reconocimiento que le provoca dicha cadena televisiva; sin embargo, eso no le da derecho de hablar a nombre de todos los mexicanos.
Ciertamente Televisa es la empresa mexicana que produce, difunde y distribuye – directamente o a través de sus filiales- el mayor número de contenidos audiovisuales y de entretenimiento de habla hispana, pero hay que considerar que hay de contenidos a contenidos, y los de Televisa dejan mucho que desear.
El orgullo que el presidente Peña dice sentir por Televisa, difiere mucho de lo dicho apenas hace un par de meses por el reconocido actor y director Daniel Giménez Cacho, quien aseguró –con pleno conocimiento de causa- que México vive una crisis de contenidos televisivos porque “vivimos en un monopolio nefasto”.
Y es que el hecho de que Televisa sea el mayor –monopolio- exportador de contenidos de habla hispana, no significa que éstos cumplen con el mandato constitucional que tienen para contribuir a la formación educativa y cultural de los mexicanos; es decir, si consideramos que la mayor parte de la programación de los canales (abiertos) de Televisa contiene telenovelas, “talk shows” y programas “desinformativos”, resulta incongruente sentir orgullo por eso.
El tema de la baja calidad de contenidos no es tema reciente; y es precisamente a casusa de eso que el observatorio de medios “A favor de lo mejor” (organización que busca mejorar la calidad de los contenidos en los medios de comunicación), se ha dado a la tarea -desde finales de los 90’s- de analizar los contenidos en busca de que los medios de comunicación aumenten la transmisión de contenidos de calidad en su programación y así contribuyan a que el entretenimiento y la información coadyuven al desarrollo y superación de las personas.
El año pasado, este observatorio de medios señaló que en México sólo el 38% de la programación de la televisión abierta se supervisa y más del 50% de la programación está fuera de la clasificación otorgada por la ley; y que de ese 38% que sí se supervisa, sólo el 20% respeta la clasificación, pero no siempre el horario establecido para su transmisión.”
Considerando lo anterior, y que Televisa acapara más del 50% de la audiencia nacional en televisión abierta, tampoco es posible sentir orgullo de que no se respeten las disposiciones legales en materia de contenidos y horarios de transmisión de los mismos.
Suponiendo (sin conceder) que Televisa sí produzca y distribuya contenidos de calidad, éstos -en el mejor de los casos- son exportados o vendidos a la y cultural para el consumo “gratuito” de los mexicanos; esto, tampoco es motivo de orgullo (salvo para el presidente Peña).
Nadie -ni nada- le quita a Televisa que sea y siga siendo (con la ayuda de la recién aprobada Ley de Telecomunicaciones) la más grade empresa productora, difusora, distribuidora y exportadora de contenidos audiovisuales de habla hispana, pero eso es muy distinto a que la calidad de éstos sea como para sentirse orgullosos.
Con lo dicho por Peña Nieto, queda muy claro que él siente un enorme orgullo por la empresa que lo creó a su imagen y semejanza, y está en su derecho; pero de eso, a que pretenda y asegure que el resto de los mexicanos sentimos lo mismo, ¡hay un mundo de diferencia!
Concluyo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el filósofo y maestro griego, Sócrates: “El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir.”
Aída María Holguín Baeza
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