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El perro de las dos tortas…por Aída María Holguín

El perro de las dos tortas.

Cuenta una vieja y conocida fábula, que un día un perro atravesaba un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Al ver su propio reflejo en el agua del río, creyó que aquel reflejo era otro perro que también llevaba un trozo de carne. Deseando adueñarse del trozo de carne ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo al otro perro; sin embargo, se quedó sin el propio y sin el ajeno (que sólo era un reflejo) porque al soltar su trozo, éste cayó al agua sin poderlo recuperar.

En México, esta historia es popularmente conocida como “El perro de las dos tortas”; esto, debido a que el trozo de carne se ha cambiado por una torta. El caso es que, siendo un trozo de carne o una torta, esta fábula es una perfecta analogía de lo que recientemente le sucedió a José Miguel Salcido Romero, pero en lugar de carne o torta, se quedó sin hueso.

Si bien el efímero ex secretario de Educación recibirá -cual participante del ya extinto programa “En familia con Chabelo”- un premio de consolación mensual consistente en la “módica” cantidad de 165 mil pesos provenientes de su forzada jubilación el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua, queda claro que esto no era lo que el ahora también ex magistrado deseaba cuando decidió soltar un hueso por agarrar otro que tan amablemente le ofreció el gobernador César Horacio Duarte Jáquez.

Lo que no queda claro, es por qué si Salcido Romero conoce mucho mejor (porque ha sido parte) el modus operandi de César Duarte, no intuyó que el duartismo tarde o temprano querría deshacerse de él, como finalmente sucedió (más temprano que tarde) sin quedarle otra opción, más que la de tomar la determinación de jubilarse y retirarse (con pena y sin gloria) del Tribunal Superior de Justicia.

Por otro lado, es necesario reflexionar sobre lo dicho por Salcido al tomar dicha determinación; es decir, aquello de que su decisión ayudará a restablecer la normalidad, con la esperanza de que también se abra un espacio para que el Poder Judicial regrese al camino de la legalidad. Lo cual, es verdaderamente contradictorio porque de volver a la normalidad, definitivamente no será en un camino de legalidad, como ha sucedido desde que asumió la gubernatura César Duarte, quien se ha encargado de borrar del mapa la tan necesaria división de poderes.

Y es que José Miguel Salcido Romero no debe olvidar que cuando aceptó dejar el hueso de magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, para aceptar el de secretario de Educación, Cultura y Deporte, ayudó a exhibir nuevamente que Duarte no tiene ni el más mínimo respeto por la separación de poderes. Cosa que terminó de demostrar que en Chihuahua los poderes están sometidos la voluntad del ejecutivo; o sea, a la de César Horacio Duarte Jáquez.

En fin, el caso es que así como el perro se quedó sin las dos tortas, Salcido Romero se quedó sin los dos huesos, y todo por querer satisfacer su apetito de poder y los deseos de Duarte. Ya aunque -como bien dicen algunos- la jugosa jubilación vitalicia será -para no variar- pagada por los chihuahuenses, hay que considerar que al menos esta vez algo bueno sucederá, y he ahí la moraleja: le recordará por el resto de su vida que nunca debió confiar en las “buenas” intenciones de César Duarte, porque en un tirano nunca se debe confiar.

En esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por escritor irlandés, Jonathan Swift: “Podemos observar en la república de los perros que todo el estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía; o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía.”

Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com

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