El transtornado mundo de César Duarte…por Aída Holguín
No son pocas las veces que el gobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez, ha evidenciado que la megalomanía y la mitomanía son elementos inherentes a su trastornada personalidad.
En esta ocasión, el delirio de grandeza que caracteriza César Duarte, lo ha llevado a decir que el traslado de Joaquín Guzmán Loera -al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 9- es como un reconocimiento por buen trabajo que se ha hecho en el manejo de los centros penitenciaros ubicados en el estado de Chihuahua. No conforme con eso, la mitomanía de César Duarte también se hizo presente al asegurar que el gobierno federal eligió dicho centro penitenciario luego de un análisis que arrojó como resultado que dicho centro cuenta con las condiciones de seguridad necesarias para recluir a “El Chapo”, sin que haya riesgo de fuga.
Con los dichos de César Duarte, es evidente que en su trastornado mundo nunca ocurrió aquella historia que cuenta que si Joaquín Guzmán ya se “escapó” de dos diferentes penales de máxima seguridad, el Cefereso No. 9 no garantiza -en lo mínimo- que “El Chapo” no se “fugará”. No cuando el “Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2015”, instrumento diseñado y aplicado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) como indicador importante de referencia, señala que el Cefereso No. 9 obtuvo la más baja calificación entre los 17 centros penitenciaros federales que fueron visitados por la CNDH.
Claro está, que cabe la posibilidad de que el gobierno federal en verdad haya dicho lo que Duarte asegura que dijeron; sin embargo, eso sería más grave porque eso significaría que las autoridades federales han hecho caso omiso al instrumento que la CDNH ha establecido como indicador de referencia obligada como consulta, tanto para autoridades penitenciarias como para académicos e investigadores interesados en el tema.
Pero bueno, independientemente de que las condiciones de seguridad del Cefereso No. 9 sean las adecuadas o no, el traslado de Joaquín Guzmán no puede, de ninguna manera, tomarse como un reconocimiento o premio, a menos de que se trate de mentes perturbadas como la de César Duarte.
El caso es que en el trastornado mundo de César Duarte no sorprende a nadie que él guste de inventar o comprar reconocimientos y/o premios para alimentar su enorme ego, porque eso se veía venir desde el inicio de su administración que, afortunadamente, ya está a punto de concluir. Y mientras que esto último sucede, solo queda esperar a ver que otra muestra de soberbia nos da el gobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez.
Concluyo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el santo, teólogo, padre y doctor de la Iglesia católica, Agustín de Hipona: “La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano.”
Aída María Holguín Baeza
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