En las próximas elecciones, la Cuarta Transformación debe terminar de extirpar un Tumor: el Tumor de la corrupción y el saqueo. Este es un paso necesario para afianzar las conquistas que ha logrado el gobierno de López Obrador. Las grandes transformaciones siempre generan resistencias.
A la Independencia (1T) se opusieron los realistas y reaccionarios de todo tipo; a la Reforma (2T), el Partido Conservador y una coalición de traidores acomplejados que querían que fuéramos gobernados por extranjeros; a la Revolución (3T) se opusieron la oligarquía porfirista, los hacendados explotadores y unos traidores que pactaron con el extranjero para asesinar a Francisco I. Madero y frenar los avances sociales plasmados en la Constitución de 1917.
Con la heroica expropiación petrolera de 1938 emprendida por el general Lázaro Cárdenas surgió la resistencia del conservadurismo, sin olvidar que, al siguiente año, en 1939, se fundó el PAN.
Con el fraude electoral de 1988, que llevó a Carlos Salinas a la presidencia del país, llegó la etapa neoliberal, la cual se caracterizó por el saqueo, el cinismo y la desvergüenza. Fueron años de robos donde el PRI y el PAN mantuvieron un pacto para desmantelar las conquistas sociales logradas en la Revolución Mexicana. Cuando los neoliberales se vieron amenazados, usaron todas las argucias para mantenerse en el poder.
Así debemos entender el fraude de 2006 que posibilitó a FeCal robarse la Presidencia. Una de las mayores desvergüenzas de los neoliberales fue hacer una alianza mal llamada Pacto por México que firmaron el PRI, PAN y PRD durante el peñismo.
El objetivo de esta maquiavélica unión fue terminar de desmantelar el país, privatizar las industrias petrolera y eléctrica, erradicar la soberanía nacional y hacer de la corrupción el modus operandi del gobierno.
Pero el pueblo mexicano es heroico y en 2018 le dio un duro golpe a esos corruptos que durante años saquearon a la nación. Sin embargo, la amenaza del retorno de quienes le hicieron tanto daño al país sigue ahí, en ese Tumor que no se ha extirpado completamente. Es el Tumor que amenaza a México y que con enorme cinismo se presenta este 2021 a las elecciones bajo nuevo ropaje, llamado Va por México.
Es el Tumor que quiere volver al México de los gobernadores famosos por sus desfalcos y desvíos de recursos; o el de los directores de empresas estatales y sus familias, convertidos todos en millonarios y criminales de cuello blanco. Es el Tumor de esa clase política separada del pueblo y sus necesidades que gastaba millones y millones en lujos.
Es el Tumor de los funcionarios privilegiados y corruptos que crearon órganos autónomos que no sirven para nada, pero que nos cuestan mucho a los mexicanos, o que cuando sirven para algo es para defender los intereses de unos cuantos.
Es el Tumor de quienes robaron al país viviendo en millonarios departamentos en Miami y Nueva York, jugando en gigantescos campos de golf, (como Javier Corral), mientras las clases medias y bajas en México apenas logran sobrevivir con sueldos miserables y múltiples trabajos.
Frente a este Tumor, la 4T, con un presidente patriota, firme, incorruptible y decidido, puso al servicio del pueblo el poder del gobierno. Que éste haya logrado tanto en tan poco tiempo es posible por la mayoría parlamentaria de MORENA.
Es crucial no perder esa mayoría para consolidar el cambio de rumbo en México. El Tumor de la corrupción pretende despojarnos de lo ganado en estos dos años de gobierno popular, y buscan detener el avance de las conquistas y los programas sociales. No dejemos que ese Tumor siga afectando al pueblo mexicano. ¡Extirpémoslo!
En cada ciudad o pueblo hay un tumor que desea volver a los privilegios.
Organicémonos aún mejor para mantener el Poder Legislativo federal, conquistar la gubernatura con Juan Carlos Loera de la Rosa, las diputaciones locales, las presidencias municipales y las Sindicaturas, para mandar El Tumor al basurero del olvido.
¡Sigamos haciendo historia!
*). – Tomado de Regeneración.
Delicias, Chih., febrero 24 de 2021.
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