El último grito de Peña Nieto…por Aída María Holguín
FRASEARIO-
La pasada noche del 15 de septiembre, Enrique Peña Nieto salió al balcón central de Palacio Nacional para dar, con su investidura de presidente de la República, el sexto y último Grito de Independencia.
A diferencia de lo que muchos deseaban que hubiera pasado, la Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo capitalino, fue abarrotada por miles de personas que, en definitiva, no fueron a ver a Enrique Peña Nieto, sino a festejar, por tradición, el Grito de Independencia de México y a disfrutar los espectáculos artísticos y pirotécnicos programados para esa noche.
Independientemente del número de personas que haya asistido al último grito de Peña y de los motivos por los que hayan asistido, está el hecho de que se trata de uno de los Gritos más significativos en la historia de México. Se trata de un Grito que anuncia el ocaso uno de los gobiernos más corruptos (si no es que el más) y, por lo tanto, dañinos y devastadores que ha habido en nuestro país.
Más allá de que, para no variar, el presidente Peña Nieto haya proporcionado material de sobra para que se burlaran de él a través de las redes sociales, resalta lo que realmente representa su sexto y último grito. Representa, prácticamente, el fin de seis años en los que, como presidente, no pensó en el bien común y solo se enfocó a satisfacer intereses propios, grupales, partidistas y los de sus colegas.
Con este último grito, Peña se despide de un país que ha sufrido las consecuencias de las malas decisiones que como presidente tomó, corroborando así, lo dicho hace un año en este mismo espacio de análisis y reflexión: en el sexenio de Peña Nieto sí sucedieron algunas cosas buenas; sin embargo, las innumerables cosas malas que ocurrieron durante su mandato, han causado graves daños (muchos de ellos irreversibles), y las cosas buenas han sido -en su mayoría- efímeras o con resultados imprecisos.
En lo personal, Peña Nieto podrá seguir gritando cuantas veces quiera que todo lo que hizo lo hizo pensando en los mexicanos, pero por más que lo grite, lo ocurrido durante su sexenio habla (sin necesidad de gritar) por sí solo.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho (a través de una canción) por el músico y cantante argentino, León Gieco: “El grito de los perdedores es sordo y mudo aunque griten juntos”.
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