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Entre el estrépito y el estropicio…por Luis Villegas

De todo lo ocurrido en la semana, en mi modesta opinión, lo único digno de mencionarse es el revuelo que provocó la invitación a un evento en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en homenaje a la reconocida feminista Marta Lamas, en el que habrán de participar once varones y ninguna mujer. Los demás acontecimientos navegan en el lugar común de los baños de sangre cotidianos y los sueños guajiros de los políticos que, unos menos y otros más, compiten por echar mentiras.

Al punto. Llama mi atención tan singular algarabía, de lo que dan cabal cuenta las redes sociales, por dos razones: el estrépito y el estropicio. No me explico cómo un gesto de ese tipo, una autodefinición tan nimia y en algunos sentidos tan elocuente e inteligente, haya producidos ese alboroto en el seno de algunas féminas que, y es mi muy particular punto de vista, quisieran ser chile de todos los moles.

Antes de continuar, hagamos una brevísima semblanza de Marta Lamas; nacida en la Ciudad de México, en su faceta profesional, es antropóloga y catedrática de ciencias políticas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), además de profesora e investigadora de la UNAM; como activista, es una de las feministas más destacadas del País, ha escrito decenas de artículos de opinión, libros, ensayos, etc., con el afán de combatir la discriminación y facilitar la apertura de espacios públicos en materias diversas con un enfoque de género; edita una de las más importantes revistas feministas de Latinoamérica, “Debate Feminista”; y fue nominada al Premio Nobel de la Paz en 2005.

Bien, con ese currículo, Marta Lamas sin duda debería ser una especie de campeona del feminismo, al lado de Rigoberta Menchú (¿alguien conoce el segundo apellido de doña Rigoberta?); y sin duda lo era, hasta que tuvo la festiva y feliz ocurrencia de organizar el dichoso evento… a la pobre se la han tragado; le ha llovido y de todo le han dicho; ¿a qué tanta algarada? ¿Tanto estrépito? ¿Cuál es el problema? ¿Cuántos foros feministas se organizan al año, propiciados por, y para, mujeres? ¿Alguien lleva la cuenta? En ese caso en particular, ¿no les quedó claro que, desde el título, como bien dice Lamas, ahí clarito se asienta la intención del evento? Nótese cuál es: “Coloquio Marta Lamas en diálogo con XY”.1

Marta Lamas en diálogo CON XY; ¿y qué es XY?, ¡pues hombres! ¡Carajo! Son los cromosomas que definen el sexo de los varones. ¿Qué dice pues el título? Pues que va a haber un coloquio entre Marta Lamas y un puñado de varones, ¡nada más!

No dice que Marta Lamas vaya a renunciar a sus convicciones; no dice que los hombres van a definir el rumbo del feminismo en el país; no dice que, ahora, los feministas, feministas, feministas, lo que se dice feministas, van a ser hombres en vez de mujeres; ni dice: “fuchi mujeres” del feminismo; no dice que el feminismo, en México, sea un asunto de hombres ni anuncia el fin del Mundo; no dice nada de eso. Dice sólo una cosa: Que Marta Lamas va a sostener un diálogo con hombres, ni más ni menos. Pero además, como también lo explica Lamas, el encuentro pretendió caracterizarse por ser un espacio “distinto, creativo y lúdico”; e incluso apuntala la frase diciendo que pretendió ser “un guiño, una provocación”.2

La cosa es terrible, el estropicio se suscita porque todo ese desmoche significa, primero, que una mujer tan acreditada como Lamas no puede organizar el evento que le dé su gana; segundo, que organizándolo, no puede mantener un diálogo inteligente con quien se le antoje; y tercero, que la trayectoria de una vida se deshace como papel mojado entre las manos por el parecer imbécil de un grupito de fanáticos, incapaces de entender el hecho y las secuelas de ser auténticamente libre.

Entendida así, dogmática y atrabiliaria, la perspectiva de género es una memez porque lo que habría que hacer es educar seres humanos: hombres y mujeres libres, respetuosos de la libertad ajena; personas que, no por ser una u otra cosa, ignoren o pretendan ignorar las notas esenciales de ser hombre o ser mujer en el prójimo y las responsabilidades que conlleva esa condición; entre otras, propiciar y alentar el desarrollo pleno e integral del otro, en cualquier ámbito. ¡Qué espanto que en nombre de la convivencia, de la paz, de la libertad, de la inteligencia o de la tolerancia, se susciten acontecimientos tan bochornosos!

Me quedo con el dicho profundo, pertinente, lúcido y lapidario, de Lamas: “Un homenaje a una feminista viejita no era para generar tanto desmadre”.3 La verdad es que no.

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Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

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