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Eramos felices y no lo sabiamos… Por Aida Maria Holguin

FRASEARIO

De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Felicidad 2021, publicado en el marco del Día Internacional de la Felicidad, hasta antes del 2020 los mexicanos éramos felices y no lo sabíamos (o no lo valoramos, o ambas cosas).

Así es, a pesar de todo, México era decorosa y establemente feliz, pero las cosas cambiaron drásticamente y ahora los mexicanos no somos tan felices como lo fuimos -al menos- durante los diez años anteriores al 2020, el año de la pandemia. Y aunque para unos cuantos la pandemia les cayó como anillo al dedo, queda claro que para la mayoría de los mexicanos no fue así.

Es cierto que la felicidad siempre ha sido algo temporal o relativo, y por lo tanto difícil medir y de obtener de manera absoluta; no obstante, un grupo expertos -respaldados e impulsados por un conjunto de organismos e instituciones reconocidos a nivel internacional- lograron establecer una serie de criterios, indicadores y parámetros que permiten determinar el nivel de felicidad individual y colectiva existente en cada uno de los casi 150 países en los que, desde el año 2012, realizan el respectivo estudio.

Este año, el Informe Mundial sobre la Felicidad (publicado anualmente por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas) evidencia la drástica caída del nivel de felicidad en México. Es decir, que de haber ocupado posiciones (en el ranking de felicidad) que oscilaron entre la 16 y la 24 a nivel mundial, México ahora ocupa el lugar número 46; y que, con ello, México es el único país (entre los primeros 50) en el que el nivel de felicidad cayó tan aparatosamente.

No está a discusión el hecho de que los efectos de la COVID-19 influyeron directamente en la caída del nivel de felicidad a nivel mundial. Eso no se cuestiona porque, precisamente en eso, se centra el Informe Mundial sobre la Felicidad 2021. Lo que sí es discutible, es lo relacionado con el resultado de los aspectos en los que, de manera específica, se centró el estudio ya mencionado; mismos que se refieren a cómo los gobiernos de todo el mundo han enfrentado y manejado la pandemia, y cómo -y en qué medida- ese manejo ha afectado la estructura y la calidad de vida de las personas y, por lo tanto, su felicidad.

Con ese contexto, queda claro que, en el caso particular de México, la rápida y dramática caída del nivel de felicidad de los mexicanos está directamente relacionada con la forma en la que el gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ha manejado la pandemia.

El caso es que, aunque la felicidad de los mexicanos estaba muy lejos de llegar al nivel de absoluta o permanente, al menos hasta hace un par de años era constante y estable. Éramos felices y no lo sabíamos (o no lo valoramos, o ambas cosas).

En esta ocasión, finalizo citando lo dicho alguna vez por el sacerdote, escritor y profesor francés, Ernest Dimnet: La felicidad de la mayoría de la gente no se arruina por grandes catástrofes o errores fatales, sino por la repetición de pequeñas cosas lentamente destructivas.

Aída María Holguín Baeza
laecita@gmail.com

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