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¿Dónde está Peña Nieto?…por Carlos Murillo

 

–Son bellos por fuera, pero están llenos de inmundicia por dentro—

—Jesús de Nazareth, “El Cristo”—

—Soy insensible a heridas de amor, jamás exclamo un ¡ay! de dolor—

—Alberto Aguilera, “Juan Gabriel”—

¿Cuándo se verá un político llorando? ¡Ni de alegría! El llanto es considerado un acto de debilidad y cobardía en la arena política. La carátula de los hombres duros, firmes, fuertes, parece consolidar el nuevo perfil del poder; a fin de cuentas, no se necesita ser militar para ser represor. Aquí es dónde inicia esta historia: el sexenio de los bonitos contra los feos; el México de las apariencias contra el México de las realidades.

Las apariencias de este país son las imágenes de la televisión comercial, los informes presidenciales; es el conservadurismo de “las buenas costumbres”; los tabús, el engaño de la libertad y la democracia; la pretenciosa identidad de ser feliz en una sociedad desigual e inequitativa. Las realidades están disimuladas entre el anonimato, la invisibilización o negación de grandes sectores sociales como los pueblos autóctonos, las mujeres, los pobres, la juventud, o bien minorías religiosas, ideológicas o de preferencia sexual que en conjunto, hacen una gran mayoría. Un político surgido e identificado con alguna de estas realidades, tendría mayores posibilidades de realizar cambios significativos, por ejemplo, un político gay.

Hasta ahora ningún político mexicano(a) se ha declarado abiertamente gay, pero las y los hay. ¿Qué pasaría si un presidente, por ejemplo, declarara abiertamente su homosexualidad? Sin duda sería un acto revolucionario, emancipatorio, pues haría visible una identidad altamente perseguida, intolerada y violentada en el mundo y con ello, como en su tiempo fue la defensa del alma de los indígenas por fray Bartolomé de las Casas para no ser considerados animales en época de la Colonia, elevarla al nivel de los derechos humanos, del reconocimiento universal y civilizatorio actual, la realidad gay. La preferencia sexual debe ser un derecho universal, un resultado de la madurez de una sociedad sexualmente satisfecha y con mayor grado de consciencia.

Muchos políticos mexicanos esconden su preferencia libidinal a personas de su mismo sexo por temor al rechazo y a poner fin a sus aspiraciones en un medio político obviamente patriarcal, machista y bastante conservador, hipócritamente católico, ambiente por ellos mismos(as) creado. Si una persona reprime su identidad y deseo sexual, es muy probable que su vida esté llena de contradicciones e incluso violencia, como es el caso de los sacerdotes pederastas católicos, tan abundantes hoy en día; pero, ¿lo mismo sucede a una persona con una doble vida sexual en posiciones de poder, por ejemplo, político? El actual “presidente” de la república Enrique Peña Nieto (EPN) está acusado de violación y violencia por un hombre que dice haber sido su amante.

La identidad gay suele ser una pesadilla en los actuales tiempos, pues todavía hay mucha gente que se niega a aceptar(se) esta identidad. En los varones de la cultura machista andromórfica mexicana, se crece con prejuicios negativos en relación con lo gay: “joto”, “marica”, “puto”, son expresiones peyorativas para significar cobardía, impotencia o deshonra, todos valores masculinos-guerreristas que no tienen nada que ver con lo sexual, pero sí con un cultivo del miedo característico del patriarcado. Por eso “los hombres no lloran” ni muestran sus sentimientos (salvo los de odio y enojo). Hoy podemos decir que el gobierno del PRI tuvo una actuación marica (cobarde) en cuanto la represión a las protestas contra la toma de EPN e igual, que se comportaron como putos (sin ética, vendidos) los medios de información que esconden o maquillan estos hechos; pero no podemos esperar que EPN reconozca, aunque él no lo fuera, la identidad gay haciendo, por ejemplo, constitucional el matrimonio y la adopción en este público, por que el hombre además de represor ¡es muy católico!

El PRI es la prolongación del siglo XX, la vuelta a los gobiernes peleles (considerando a EPN como el segundo gobierno de Carlos Salinas, del salinato) por lo tanto, no es de esperarse cambios en la sociedad mexicana, salvo más represión y miseria. La preferencia, identidad y goce sexual, deben ser un derecho universal y constitucional, como también lo deben ser el derecho a escoger el género (y con ello, un desarrollo sexual saludable) el internet libre y gratuito, la legalización y despenalización de la marihuana o el libre y rápido acceso a la información, tan sólo para hablar de los derechos pendientes para este siglo, más los izquierdos (copylefts, autonomía, autarkía, etcétera)…pero EPN, Salinas y el PRI neoliberal están muy lejos de poder proponer algo que no sea la venta de las riquezas del país.

¿Dónde está Peña Nieto?

El DF ya había olvidado lo que es vivir bajo el régimen priista, por eso están sorprendidos con la violencia inaugural del primero de diciembre pasado. Cinco días después EPN sale a su primer acto “público”: la graduación de 400 cadetes de policía en Nuevo León. Señores(as) del PRI: no lo escondan, un líder no debe esconderse, sino dar la cara a la sociedad más allá de las fuerzas armadas y policiales, ¿qué acaso no lo eligió la mayoría, el pueblo?, ¿a qué o quién le tiene miedo? EPN primer presidente metrosexual.

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