Recordando el terrible acontecimiento en la vida de Hidalgo de Parral donde un 8 de septiembre de 1944, la naturaleza muy molesta había dejado su furia sobre este suelo bendito y que en este año de 2020 al recordar ya sus 76 años cuando se produjo este fenómeno climático que prácticamente borraría a esta ciudad casi de la faz de la Tierra. Así, los empleados de teléfonos, participaban haciendo esfuerzos posibles por dar ánimos a todos los angustiados solicitantes para tratar de comunicarse con sus familiares, escribiendo direcciones para ser avisados en caso de que se tuviera alguna información de la situación que se estaba viviendo. También, de manera desesperada, una multitud llegaba a los diversos medios de comunicación para pedir cualquier tipo de información; algunos de ellos recurrieron a las redacciones de los periódicos para estar pendientes de cualquier comunicado. Así mismo, empezaron a colocarse a las afueras de las estaciones de radio para mandar mensajes o esperar que llegaran algunos.
La comunicación se había truncado debido a que algunos medios estaban muy cerca de lo que era la orilla del río y por este motivo, habían desaparecido del mapa como lo fue, una de las estaciones más potentes de radio que estaban precisamente cerca del río Parral, lugar a donde también las fieras corrientes llegaron sin avisar.
La gente se hacía conjeturas sin fin, no se sabía si la corriente había llegado hasta las casas de los familiares o amigos, lo que sí sabían, es que la furia del “ciclón” había dado tiempo a sus seres queridos de protegerse de las corrientes o si en caso, de que se hayan salvado. Sin duda estuvieron padeciendo hambre y frío o si fatalmente se tendría que lamentar la pérdida de un ser querido. Por todas las calles conexas al telégrafo, se observaba parralenses desesperados tratando de encontrar el medio para saber algo de los suyos. Altas personalidades de la política de Chihuahua, pudieron salir violentamente en avión a prestar auxilio a la vez que se avocaban con el señor Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho para que interviniera ante la tragedia que estaba viviendo Parral.
El ambiente era que ninguna alma estaba ajena a este evento y cientos de ciudadanos en los cuatro puntos cardinales en el estado, oraban por los hermanos parralenses; los padres nuestros, las aves marías y los rosarios, estaban presentes en solidaridad a cientos de damnificados en la zona sur. Las misas eran dedicadas a los que sufrían y a los que habían perdido todo, sobre todo a los caídos en las furiosas aguas del río Parral. Sin duda, los templos de todo el estado de Chihuahua mandaban plegarias al Salvador y a la Virgen Santísima para que el dolor, fuera menguando poco a poco y la ayuda llegara más pronto en auxilio a la población.
La corriente había arrasado y desolado todo. Precisamente en ese sitio muy cercano al río Parral, se encontraba la planta y oficinas de un periódico llamado “el Correo de Parral”, cuyo fundador y propietario don José G. Rocha, ilustre historiador que en ese momento, no se sabía nada de él, sólo se sabía que todo se encontraba en ruinas. Tanto el centro social que engalanaba y daba brillo a la ciudad que apenas días atrás había celebrado en Parral el Club Blanco y Negro, del cual, muchos de los que estudiaban serían los fundadores. Otro aniversario más sería la llegada de las bellas embajadoras procedentes de centros hermanos en toda la República donde se hicieron grandes fiestas y se les brindaron homenajes a la sociedad.
Las fiestas patrias siempre habían sido celebradas jubilosamente y rumbosamente por sus autoridades y su sociedad, ahora el cuadro será bien distinto; los centro sociales no harían sus alegres bailes reglamentarios del 16 de septiembre y en su plaza principal no se quemarían cohetes. Ahora Parral está sufriendo el accidente doloroso de una tremenda tormenta”. Es una terrible pesadilla saber que la ciudad esté también desolada, pues recién se había visto tan hermosa, tan cambiada con tantos edificios nuevos y con tantas mejoras. Se habían abierto nuevas avenidas una de ellas la 20 de Noviembre que venía a unir una de las calles de la plaza Hidalgo a través del puente nuevo llamado “Francisco Villa” y en ese sitio, hermosas quintas fulguraban.
Se engalanó y cada uno de los visitantes se había llevado la siguiente frase muy dentro de su corazón: “¡Cuán alegre y hermoso es Parral!” hace apenas un año la ciudad se estaba remozando (1943); se estaba preparando jubilosamente con todo el fervor de la providencia católica para recibir de manos de su Santidad el Arzobispo de México, la coronación canónica de la Virgen de la Soledad. Parral lució entonces bello, se hicieron recordatorios históricos donde acudieron miles de visitantes y todos ellos admiraron de sus habitantes a las prendas morales donde el señor Arzobispo pronunciaba los más floridos conceptos de la provincia y sus corazones, cantaron por doquiera las bellezas de Parral. ¡Nosotros ahora decimos desolados!: ¡Cuán hermoso era Parral!
Al saber que el “Hospital de Jesús”, lugar de caridad y de unción devota fuera barrido por completo y donde en una escuela perecerían varios niños; el “Blanco y Negro” completamente había desapareció y el Foreing Club, orgullo de la sociedad, había quedado destruido. El Club Deportivo Femenil sería arrasado en parte por esas aguas malditas que no tuvieron piedad de nadie: Sabemos que el sector comercial es ahora algo cenagoso, desesperante y en todos los rumbos hay desolación, teniendo a miles de hogares de luto y hambre. Nosotros desde aquí, confiamos ciegamente que mientras haya un chihuahuense, un idealista, habrá deseo de que Parral resurja y que vuelva a brillar y en estos momentos de prueba y amargura, les haya legado socorro y amparo a quienes lo necesitan.
“En esta metrópoli debemos acercarnos en torno de este comité “pro damnificados” presidido en la calle Isabel La Católica No. 13, despacho 409, donde los chihuahuenses, el señor general de división Rodrigo M. Quevedo, senador Eugenio Prado, ingeniero Fernando Foglio Miramontes; el gobernador Alfredo Chávez, Pedro de Lille y otros más que sin duda aportarán su gran ayuda e influencia política hasta saber que sea aminorado la angustia de quienes perdieron sus seres queridos en Parral”. Así concluía un desplegado que era firmando por un sinfín de personalidades de la sociedad parralense.
No cabe duda, otro capítulo caótico en la vida de esta tierra bendita que es Parral, muchos de sus hijos recuerdan con tristeza hoy en día, estos acontecimientos que están taladrados en la mente y en el corazón de cada habitante de este suceso acontecido el 8 de septiembre de 1944 y que hoy en este momento, llegamos al final.
Sin duda el haber recordado estos acontecimientos nos hace reflexionar de que tan vulnerable somos y que mostrando nuestras fortalezas como seres humanos, en un plumazo la naturaleza nos puede reprender, por ello, con el corazón en la mano, pedimos en oración al Todopoderoso que nunca más vuelva a suceder una tragedia como la que arrasó esta bendita tierra de Hidalgo del Parral, Chihuahua.
¡Extra!, Parral sufre terrible inundación (1944), forma parte de los archivos perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos. Si usted desea adquirir la colección de Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua: tomos I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII y IX, llame al cel. 614 148 85 03 y con gusto lo orientamos o bien, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111); La Luz del Día (Blas Cano De Los Ríos 401, San Felipe) y Bodega de Libros.
Fuentes:
Archivo Histórico del Municipio de Chihuahua, Prof. Rubén Beltrán Acosta; Archivo Histórico Municipal de Hidalgo del Parral, C. P. Roberto Baca Ornelas; Periodista Ricardo Sánchez; don José “Pepe” Hicks, ex cronista de la ciudad de Parral; don Lázaro Gómez Frías; Lorenzo Arellano Scheteling; don Eulogio Salazar Jr. Fotos: Colección Julio Cesar Molina López.
violioscar@gmail.com
Maestro-investigador-FCA-UACh
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