¡Feliz cumpleaños a mi!…por Luis Villegas
Hoy cumplo 53 años. Parece mentira pero hace tres años arribé al medio siglo y, en un suspiro, me percato que ya transcurrieron poco más de mil días desde entonces.
Ayer, nada más y nada menos, Rafael, un amigo que recién se incorpora a mi vida, me invitaba a escribir mis memorias. La respuesta fue el lugar común: “¿Cuáles memorias? No me acuerdo de nada”.
Lo cierto es que el tiempo pasa y, al menos en mi caso, solo queda un puñado de fotografías que dan cuenta de mi avatar por la vida.
A la carrera, para ilustrar estos párrafos, tomé de aquí y de allá pedacitos de recuerdo y armé un collageque brinda apenas un barrunto de esa vida.
Mirándolas, me doy cuenta de que he ido, he visto, he estado, he hecho y, en conclusión, he sido. Anteayer, me preguntó el Adolfo que cuánto dura el presente; le respondí que un instante, apenas un suspiro; luego me adelantó su propia teoría, la cual no puedo publicar aquí porque —me dijo— iba a tener que pagarle derechos de autor. Así las cosas: todavía no termina la carrera pero ya está muy al tanto del asunto ese de las regalías.
Volviendo al tema del presente, esas fotos dan fe de lo que hablo y además de recodarme quién y cómo era; me constriñen a un montón de cosas; la primera de ellas, la más importante, me emplazan para que no me permita dejar de ser yo; no puedo, ni debo, ni quiero sepultar mis sueños ni atarle las alas a mis esperanzas; debo dejar que mis anhelos continúen ahí: tersos e intactos, conmigo trabajando en ellos y por ellos a diario. Mi presente debe estar colmado de mi esfuerzo constante, de mi reflexión cotidiana, del trabajo duro, orientado en darle sentido a esa vida que se escurre como agua y que, cuando menos lo esperas, te deja con la sorpresa de que sí, ya pasaron poco más de mil días casi sin darme cuenta.
Por eso curso la especialidad en mediación, por eso estudio francés y por eso estoy por enviarle, en estos precisos momentos, mi primera novela a ese Rafael del que ya hablaba para que la destroce, el malvado, y le abra la puerta a la eventualidad de publicarla un día de estos.
No debo dejar pasar más tiempo. No quiero que la vida me encuentre aquí en otros tres años sin haberme dado la posibilidad de ser también en eso que, desde mi lejana niñez, es parte fundamental de mi vida: las letras.
Es inevitable recordar, en este punto, el dicho de Jorge Luis Borges: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído” pues, sin poder estar más de acuerdo con él, he decidido echarme al agua en ese oficio interminable de aprender a escribir.
Que sea ese, pues, el regalo de cumpleaños que me brindo a mí mismo en este hito de mi vida: “¡Feliz Cumpleaños a mí!”.
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