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Hastio primaveral (A falta de regodeo)…por Rafael Velazquez Ramírez

Por: RAFAEL VELAZQUEZ RAMIREZ

(ONASSIS)

Yo, como algunos de ustedes, durante la primavera me lleno de una desazón, de un aburrimiento. Seguramente porque los aironazos de estas épocas no lo dejan salir a uno ni a la puerta de la casa. Seguramente porque los tiempos en que uno usaba la primavera para otra cosa, ya pasaron. Seguramente porque la tristeza llega nomás de imaginarse que es la primavera la puerta de entrada a los calorones. Seguramente por lo que usted quiera… Así que, para no aburrirme más, me dirigí a una conocida librería y, en un momento que confieso de frivolidad, adquirí un librito negro que tenía el espeluznante nombre de LUCIFER. Yo no soy amante de los cuentos de terror (con ver los recibos de la luz me basta), pero me lo llevé a la casa con el único afán de distraerme… Cuál no sería mi sorpresa cuando empecé a hojear el volumen y me di cuenta de que se trataba de un compendio de magia, tanto negra como blanca… Decía, el librito, la forma de comunicarse con patas de cabra, de obtener mujer, de librarse de la ya adquirida, de saber si uno –una, perdón- está embarazada. Mencionaba la forma de prevenir y eliminar las molestas y apabullantes “patas de gallo”, de erradicar kilitos de más, de cómo evitar que los ladrones entren en la casa, de cómo entrar a robar a una casa sin que se den cuenta sus moradores. De cómo curar una cruda, de cómo hacer que el vino surta más efecto. De cómo saber si el cónyuge le está decorando la frente al otro cónyuge sin que se dé cuenta. Hablaba el librito de las virtudes de las plantas, los animales y los metales para cualquier perverso fin del lector. Explicaba como tirar las cartas, leer la mano, las hojas de té, el café. De cómo (¡aleluya!) saber el número premiado de la lotería. Y también informaba de cómo hacer que una doncella se despojara de sus ropas mientras ejecutaba sugestiva danza…

A estas alturas, como ya lo habrán imaginado, estaba yo que no cabía dentro de mi euforia y felicidad. ¡Todo lo explicaba el librito de marras!. Dando pelos y señales de cómo usar las hierbas, los animales y los conjuros que uno debía pronunciar durante el proceso de hechizamiento.

A continuación transcribo la forma de poder hablar con los muertos. Ustedes dirán que cómo soy egoísta, que lo que debería transcribir son otras formulas más apetecibles. Pero como la primavera está en su apogeo y el aburrimiento y el hastío reinan por todas partes, considero prudente molestar a los acostados para desaburrirnos… Y desaburrirlos un poco…

EL SECRETO MAGICO

(El Gran Arte De Poder Hablar Con Los Muertos)

Para poder tener conversación familiar con los habitantes del otro mundo, es absolutamente necesario asistir a misa de gallo, y en el momento en que el sacerdote eleva la ostia inclinarse y decir interiormente con voz de persuasión: “Exurgent mortui et ad venitum”. Apenas pronunciadas estas palabras, salir corriendo al cementerio, y en la primer tumba decir esta plegaria: “¡Potencias infernales! Vosotras que traéis la alarma a todo el universo, abandonad vuestras sombrías moradas, e idos a reunir a la otra parte del río Sityx”… Al cabo de unos momentos, y si no se ha desmayado, añadiréis enseguida: “Si tenéis bajo vuestro poder a aquél o aquella por quien yo me intereso, os conjuro, en nombre del Rey de Reyes, para que me lo hagáis aparecer a la hora y momento que os indique”… Después de hacer esta ceremonia, se toma un puñado de tierra y se esparce en el suelo diciendo en voz baja: “Aquel que no es más que polvo que se levante de su tumba, que salga de su ceniza y que responda a las objeciones que le voy a hacer en nombre del Padre de todos los Padres”. Se hincará entonces una rodilla en tierra y volviendo los ojos hacia el oriente, hasta que empiece a amanecer (sin dormirse) se armará como dos huesos de muerto que colocará “incontinenti” formando una cruz en aspa y los arrojará en el primer templo o iglesia… Tomadas todas las disposiciones anteriores (y si todavía no lo meten a la cárcel), se encaminará hacia el lado occidente y en cuento de cuatro mil ciento diecinueve pasos se echará al suelo, bien estirado con las palmas de las manos contra los muslos, los ojos hacia el cielo y un poco vueltos hacia la luna. En esta postura llamará por su nombre a aquél o aquella a quien desee ver solicitando su presencia con estas palabras. “Ego sum, te peto er videre quaero”, teniendo cuidado de no turbarse cuando vea aparecer el espectro… En cuanto se haya obtenido de la sombra que se invoca lo que haya parecido más propio, la despediremos diciendo: ”Vuelve al reino de los elegidos: estoy satisfecho de tu presencia”. Entonces apartándonos del lugar y postura en que estábamos, nos volveremos a la misma tumba donde dirigimos la plegaria y haremos en el suelo de ella una cruz con la mano izquierda y con la punta de un cuchillo… El que quiera hablar con los muertos no olvidará que es necesario no omitir la menos circunstancia de lo que se halla aquí prescrito, so pena de ser presa de todos los poderes del infierno.

Una vez concluidas las indicaciones, el lector o lectorcita, podrán establecer contacto con alguien del más allá. Mientras yo me voy a dedicar a practicar algunas formulitas. En otros artículos os platicaré cómo me fue, si no es que, en un descuido, me cae encima toda la ira infernal…

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