Historia de un engaño fallido…por Aída María Holguín
El sábado pasado, de nueva cuenta, un numeroso grupo de chihuahuenses salió a las calles para manifestarse en contra de la corrupción e impunidad que imperan en Chihuahua desde que César Horacio Duarte Jáquez asumió la gubernatura del Estado.
Si bien es cierto que en esta ocasión mis compromisos laborales me impidieron asistir y ser testigo de lo sucedido durante la manifestación, también es cierto que no hizo falta haber asistido para señalar que muchos de los medios de comunicación demostraron –nuevamente- a qué su labor periodística obedece a los intereses de César Duarte, y no a los del interés público.
Faltos de toda ética, un gran número de medios de comunicación informaron que a la “marcha del silencio”, convocada por el movimiento chihuahuense “Unión Ciudadana”, había contado con la asistencia de alrededor de 200 personas; sin embargo, a través de las redes sociales quedó en evidencia la gran mentira, pues al observar las fotografías y videos compartidos por los asistentes, queda claro que los manifestantes sobrepasaban –por mucho- la cantidad que los medios oficialistas reportaron en sus notas “informativas”.
Es así, como en esta ocasión el gobernador César Duarte quiso minimizar las manifestaciones ciudadanas y acallar la voz de los chihuahuenses, que hartos del mal gobierno de Duarte, salieron nuevamente a las calles a expresar de manera pacífica su descontento, y a exigir un Chihuahua libre de corrupción.
Lamentable resulta pues, que los medios de comunicación se hayan convertido en los principales cómplices de los vergonzantes actos orquestados por el propio gobierno; peor aún, que hayan olvidado que una de sus responsabilidades es la de coadyuvar a garantizar el derecho a la información, y que el periodismo es un oficio que tiene como fin la búsqueda exhaustiva y la producción de noticias que informen a la sociedad, y no que la desinformen.
Pareciera que ni el gobierno, ni los medios de comunicación oficialistas, supieran que las redes sociales son actualmente el más poderoso medio para corroborar la información proporcionada por los medios de comunicación tradicionales, por lo que ahora no es tan fácil engañar al público como antes lo hacían.
Los medios de comunicación deben comprender –por su propio bien- que ya no pueden engañar a los ciudadanos, y que sí lo intentan, lo único que conseguirán es aumentar el desprestigio de su propio medio de comunicación.
Es obvio que a esos medios de comunicación, convertirse en mercaderes de la información les ha resultado económicamente satisfactorio, y que ser considerados medios con credibilidad es lo que menos les interesa; sin embargo, eso no significa que su encomienda de ser cómplices del gobierno para engañar a la gente les esté funcionando.
Los mexicanos necesitamos y exigimos más medios cuyo enfoque informativo sea el de defender y ejercer el derecho a la libertad de examinar, escrutar y criticar las políticas y el proceder de los actores de la vida pública, y con ello, cumplir con la responsabilidad social que el periodismo y los medios de comunicación tienen para asegurar la buena gobernanza
Queda entonces para la reflexión de los medios de comunicación oficialistas, el hecho de que todos aquellos que observamos la manera en que -de nueva cuenta- quisieron manipular la opinión pública respecto a la concurrencia de la “marcha del silencio”, solo ha provocado que ahora se sume a las legítimas peticiones ciudadanas, la exigencia de que como medios de comunicación respeten un derecho constitucional fundamental para la vida democrática del país: el derecho a la información.
Tal y como lo había señalado anteriormente en este mismo espacio de opinión, en México estamos urgidos de medios de comunicación cuyo enfoque informativo se base en los principios éticos de la profesión periodística. Sólo de este modo será posible recuperar la credibilidad de la sociedad en la labor de los periodistas y comunicadores, credibilidad que se ha ido perdiendo por tratar de engañar a la sociedad –como sucedió de nueva cuenta en esta ocasión-.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el abogado, político y décimo sexto presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.”
Aída María Holguín Baeza
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