Histórico madruguete demoledor…por Aída María Holguín
El pasado 30 de abril, el patrimonio histórico de Chihuahua sufrió una pérdida irreparable causada por la idolatría que César Horacio Duarte Jáquez le profesa Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa.
Sin duda alguna, Francisco Villa es un personaje de la historia mexicana que -independientemente de la opinión que cada quien tenga respecto a sus actos y personalidad- ha influido para que el estado de Chihuahua, y particularmente el municipio de Hidalgo de Parral, sea conocido a nivel mundial; sin embargo, la idolatría que César Duarte lo ha llevado a querer modificar, clonar, y/o destruir del patrimonio histórico relacionado con su ídolo.
En esta ocasión, y consciente de que cuando los chihuahuenses están “despiertos” sus caprichos villistas son echados abajo, César Duarte -en complicidad con el alcalde de Parral, Miguel Jurado-, ordenó que en la madrugada del sábado 30 de abril iniciara demolieran varias fincas contiguas a la Plaza Juárez (localizada en el Centro Histórico de Parral) en donde ubicaría una gigantesca estatua ecuestre de bronce ordenada por el gobernador César Horacio Duarte Jáquez, misma que -según lo dicho por Duarte- es la estatua de Villa más grande del mundo..
Entre las fincas destruidas -sin contar con la respectivo autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)- se encuentra la antigua casa donde -en su exterior- fue asesinado el general Francisco Villa.
Para tratar de evitar su demolición, un grupo de parralenses madrugadores (en el buen sentido) se manifestó “in situ” en contra de la del daño que se pretendía causar al acervo patrimonial de Parral, y trataron de localizar -por diversos medios- al delegado de la delegado del INAH, Jorge Carrera Robles, pero éste se presentó en el lugar hasta el domingo, y fue hasta ese momento que el personal adscrito al INAH procedió suspender la obra. El “pequeño” detalle, es que la clausura de la obra se realizó cuando el daño ya era irreversible.
Luego de lo sucedido, el INAH -a nivel nacional- todavía se tardó poco más de dos meses en emitir un pronunciamiento al respecto. De acuerdo con el boletín de prensa del INAH, la demolición de las fincas en la Plaza Juárez se hizo sin autorización; y explican que, en el caso particular de la casona donde asesinaron a Villa, se trata una antigua casona del siglo XIX con antecedentes del siglo XVIII catalogada como Monumento Histórico, por lo que su destrucción -junto con la de las otras fincas- daña y modifica los valores patrimoniales del casco histórico de la ciudad, lo cual constituye una grave afectación del patrimonio cultural del país. Adicionalmente, el INAH señala que la intención de ampliar la Plaza Juárez altera la configuración de la traza histórica de la ciudad de Parral.
Es así, como la incompetencia y/o abuso de poder de las autoridades los tres niveles de gobierno los llevó a protagonizar este vergonzante e histórico madruguete demoledor del patrimonio histórico, en el que -según el INAH, a nivel nacional- la colocación de la citada escultura no será autorizada porque sus dimensiones y escala afectan negativamente los valores de la fisonomía histórica de la zona de monumentos de Parral.
Aunque el daño ya está hecho, y el coordinador de Proyectos Especiales del Gobierno del Estado, Carlos Carrera Robles (hermano del delegado del INAH en Chihuahua), ha asegurado que acatarán la orden de suspensión de las obras, todavía falta ver si los trastornos mentales que -evidentemente- sufre el gobernador, César Horacio Duarte Jáquez, le impiden desistir de esa caprichosa y enfermiza idea de construirle -con el dinero de los chihuahuenses- el altar más grande del mundo a su ídolo favorito, Francisco Villa.
En esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por teólogo y santo Iglesia católica, Agustín de Hipona: “Para crear se necesitan siglos y gigantes; para destruir, un enano y un segundo.”
Aída María Holguín Baeza
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