Hoplesli Divoided Uyú (I de III partes)…por Luis Villegas
Hace ocho años, escribí unas líneas tituladas: “HOPELESSLY DEVOTED TO YOU”; el segundo párrafo comenzaba diciendo: “me imagino que habrá un montón de gente para quien el título de la canción que encabeza estos párrafos no signifique nada. Para mí tampoco; o al menos así fue hasta hace dos o tres días”.
Esta afirmación, decía, me trajo a un lugar común: ¿cuántos de nosotros no hemos escuchado (y crecido -algunos no mucho, que conste-) con letras entrañables en inglés sin entender ni media palabra? Yo fui uno de ellos. Por décadas en los primeros lugares de mi particular top ten estuvieron: You’re only lonely, Living next door to Alice, Lookin For Love y Heartache, sólo por citar algunos ejemplos.
¿Cómo no fui a enterarme, en aquellos ayeres, de que la primera significa: “Tú eres solamente un solitario”, la segunda: “Buscando el amor”, la tercera: “El vecino de Alicia”; y la cuarta, ¡Ay, la cuarta!, “Dolor del Corazón”? Digo, no se trata de que sus letras no tengan cierto toque nostálgico, no es eso, pero si he sabido antes que la primera estrofa de la primera canción significa, literalmente y sólo eso: “cuando el mundo está listo de caer sobre tus pequeños hombros y tú te sientas solo y pequeño”, pues quizá no habría estado tan dispuesto a cortarme las venas como lo estuve alguna vez en aquel entonces.
Sólo era cuestión de que Bonnie Tyler se arrancara con aquello de: “It’s a heartache” y más de cuatro empezábamos a afilar las Gillette; ésas que los imberbes usábamos para sacarle punta al lápiz a falta de un mejor uso, pues es cosa de que tengo 52 años y todavía no sé lo que es un bigote como Dios manda. Un mes, dos, casi tres (nunca llego al cuarto) y ¡zas! Adiós a los dos o tres pelos que con tanta dificultad se venían abriendo paso en mi rostro irremediablemente lampiño y cariacontecido.
Recordación la anterior que viene a cuento, estos días, por ese ardor de aprender el inglich, a trompicones aunque sea, con tal de terminar, de una vez y para siempre, con el asunto del doctorado que no me deja dormir.
Así, cuando viene alguien y me sugiere que oiga música en inglés por aquello de ir amansando la oreja, empieza a crepitar mi corazón y sólo atino a repetirle al pobre el famoso consejo de la “iglesia” universal de no sé qué: “para de sufrir”.
Pues bien, con el pendiente tan fresquito, saco a colación esa serie de recuerdos; y es que no me lo van a negar, pero ésos de mi generación crecimos sin el inglés y sintiéndonos orgullosos de tener una Olivetti portátil. Lo de las computadoras era un asunto impensable y lo de las lap tops, bueno, lo de las lap tops era prácticamente un sueño de opio; por no hablar de un iPhone; ni Luke Skywalker traía uno por muy espada de rayos láser que portara. O tal vez fue sólo que salí díscolo y romántico (o tarugo) porque las clases de inglés no me sirvieron para gran cosa y sufrí como loco con un montón de canciones de las que no entendía ni el nombre.
Lo que me recuerda la famosa consulta sobre el aeropuerto de la Ciudad de México; tiene uno que ser muy imbécil (o estar un poquito desorientado) para consultar al público en general un tema que está plagado de implicaciones técnicas, económicas, políticas, jurídicas y sociales, como si se tratara de un asunto en el que, cualquier hijo de vecino y por el solo hecho de respirar, puede opinar con fundamento. Bienvenidos a este preámbulo de Gobierno, ese remake llamado: “MORENA” tan parecido al PRI de hace 40 años… o no, es que se trata del mismo PRI de entonces: la gerontocracia de hogaño es la chavalada de aquel ayer.
Continuará…
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Luis Villegas Montes.
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