IV Cumbre de ‘valores’ ¿priistas?…por Carlos Murillo
Los días 6, 7 y 8 de noviembre se llevará a cabo en Ciudad Juárez, la IV Cumbre de Valores y Cultura de la Legalidad, en los más caros y elitistas espacios de la ciudad y con no menos caros conferencistas internacionales. El dinero de los impuestos, que no alcanza ni para tapar un triste bache, es usado a montones para legitimar un gobierno mediocre, sanguinario y principal detonador de la cultura de la ilegalidad.
Por obvias razones, en el mundo de las apariencias donde se mueve la clase política, que incluye a rectores, empresarios, religiosos y por supuesto, a la plana mayor del gobierno estatal, municipal y “representativo”, será algo así como un evento de autocomplacencia y autoconsumo, pues en las calles, mientras se lleve a cabo tan “prestigioso” evento, seguirán los abusos policiacos, la tolerancia a ruteros, el soborno, el cohecho, la corrupción y todo lo que se sabe del corporativismo priista. En contraparte, seguirá la misma política de oídos sordos hacia las quejas, cuando no represión, a la ciudadanía.
Para nadie es secreto que la principal mafia está en el gobierno, esa que utiliza el terrorismo de Estado en distintas facetas, como la limpieza social, las amenazas del fisco o los acuerdos con las diferentes cúpulas del poder, legal o no. El cinismo no llega a más por que tal vez la cartera no sea ya tan gorda, después de tanta muerte y éxodo de juarenses que han dejado de pagar impuestos, sino, hasta son capaces de traer al Papa para que les dé sus bendiciones. El mismo hecho de despilfarrar el dinero de todos y todas para hacer creer al mundo (por que ni modo que a las y los juarenses) que Juárez va en camino de la recuperación, es una contradicción habiendo tanta necesidad a la vista. Pero a los políticos les da asquito la pobreza, por eso no la quieren ver ni remediar, sólo explotar.
El capitalismo es fuente inagotable de la adicción al dinero y el poder, deviene en sociedad egoísta y anómica donde quiera que se aplica y es controlable a través de una farsa democrática basada en elecciones. Resultaría por demás irrisorio, si no fuera por la tragedia de vivir en Juárez, que los grupos más antidemocráticos, soberbios e insufribles del estado y ciudad más afectados por la “guerra” contra el narco, sean los anfitriones de este evento que parece más un espectáculo para retrasados mentales que para gente en sus cinco sentidos; es tan absurdo como si el Ku Klux Klan o el partido Nazi realizarán una cumbre sobre derechos humanos.
Pero, ¿a quién va dirigido este caro espectáculo?, ¿a los cientos de detenidos diaria y arbitrariamente por las fuerzas de Julián Leyzaola con beneplácito del Teto Murguía?; ¿a los deudos de Marisela Escobedo, la familia Reyes, Géminis Ochoa o Manuel Arroyo? Tal vez sea para consolar a las madres y padres de mujeres desaparecidas o asesinadas durante tantos años. ¿Qué valores van a apoyar?, ¿la sumisión, la injusticia, la hipocresía, la avaricia y el cinismo?; ¿tal vez la falta de vergüenza o cómo robar a los contribuyentes sin sentir remordimiento? Lo que sí es seguro es que nadie afectado por los malos gobiernos, mucho menos sus críticos, estarán ahí; sólo la gente bonita, de clase media para arriba y bien vestidos; ah y la borregada de personas sin voluntad, dignidad ni inteligencia que fácilmente son comprados y acarreados por coacción.
Querer imponer valores, además valores burgueses como “liderazgo” o el hipócrita “combate al crimen” resulta por demás estúpido cuando todos(as) sabemos que la corrupción viene de arriba e influye en lo social. Así por ejemplo, ¿para qué estudiar si se pueden ganar elecciones fraudulentamente o trabajar de rutero?, ¿para qué la paz y armonía si se puede ser policía y violentar a gusto sin ser llevado a la justicia?, ¿para qué educar si entre más ignorancia, mejor se gobierna y se roba?; aunque traigan a sus cómplices de la ONU y Washington, en Juárez no cambia nada: lo único que nos dejan muy claro a la ciudadanía, es la imperiosa necesidad del Estado por legitimarse sin cambiar, pero no engañan a nadie; entre mayor y más costoso su espectáculo, mayor y más visible su ruina moral.
¿Por qué no hacen público cuánto se van a gastar en hacer este evento, cuánto les van a pagar a los que vienen? Mejor aún, ¿cómo van a medir el impacto de quienes nos vienen a dar lecciones de moralina para justificar el dispendio? A ver, ¿de cuánto va a ser el gasto? Esto huele a “Todos somos Juárez”, oscuro programa millonario sin resultados del cual se desconoce cómo se distribuyen dichos recursos. Pero por lo pronto todo es felicidad en Tetolandia o Ciudad Duarte, como gusten llamar a la anteriormente conocida y en próximos años por desaparecer, Ciudad Juárez.
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