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‘James, mi nombre es: jAMES BAROUSSE’… y recién salí de la ‘escuela de cuadros’ del PRI…por Luis Villegas

Hasta hace unos minutos, estos párrafos se debatían entre la anécdota, la indignación y la risa; cuarto en discordia, ganó por mucho el azoro. Hace casi 20 años, un Presidente de la República decidió que el Gobierno y el Partido aran dos entidades distintas; ni de lejos, dos caras de la misma moneda. El 4 de marzo de 1995, el entonces Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, enfatizó:

 “No pido una relación acrítica, un apoyo mecánico e irreflexivo, una subordinación indigna y estéril. Como Presidente de la República pido al PRI un apoyo siempre razonado y fundado en una relación transparente; un apoyo que se derive del análisis objetivo, la explicación oportuna y el convencimiento sincero”.1

Luego, vendría la famosa explicación, de labios del propio Presidente:

“Sana distancia, sencillamente, quiere decir que el gobierno haga lo suyo, que el Partido haga lo suyo, pero sana distancia no quiere decir de ninguna manera, que haya ruptura entre el gobierno y el Partido. […] Eso tiene que quedar absolutamente claro. Sana distancia entre el PRI y el gobierno no es renuncia, es, por el contrario, afirmación del compromiso democrático con México y de respeto a la vida interna del PRI”.2

Casi dos décadas más tarde, César Camacho, Presidente nacional del PRI, parafraseando las palabras del ex-Presidente Zedillo, ensalzó lo que, con brutal cinismo, calificó de “sana cercanía” entre el Ejecutivo federal con “su” Partido;3 y desmesurado, en el colmo del exceso demagógico, de la grandilocuencia antediluviana, clamó por un PRI “Peñista”; uno, formado en su “Escuela de Cuadros”.4 Ahí no más, como suele ocurrirme, se me fueron las cabras al monte. ¿Qué significa un “priísmo peñista”? ¿Los “Copetones” al poder? ¿Los analfabetas funcionales? ¿Los trogloditas?

Camacho, parece ignorar que no puede existir una sana cercanía entre el Gobierno y un Partido -cualquier Partido- en el poder. La razón de ser, la esencia, la naturaleza, la tarea, de uno y otro son distintos; y aunque sin ser, necesariamente opuestos, el cometido de ambos discurre por vías distintas. El fin de los partidos políticos está esbozado en la Carta Fundamental de la Nación: “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público”; reza el artículo 41, fracción I, segundo párrafo, de la Constitución federal. Si debiéramos expresarlo en una sola frase, podríamos afirmar que el fin último de un partido político es uno solo: Permitir el acceso de los ciudadanos al poder público. El del gobierno no; el artículo 39 de la propia Constitución, establece, entre otras cuestiones, que: “Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.

Afirmar que entre poder público y los partidos es posible una “sana distancia” es un autoengaño; y máxime tratándose del PRI. Cabe recordar en este punto, la intervención del entonces Presidente del Congreso, el Diputado sonorense don Herminio Ahumada, en respuesta al Informe del Presidente Manuel Ávila Camacho, hace exactamente 70 años:

“El adelanto que en nuestro sistema democrático registra un decisivo avance en lo social, hace contraste con la imperfección y el retraso que acusa en lo político y el desequilibrio de estos dos factores es una de las causas principales que originan la tragedia de la democracia mexicana. Para que las conquistas sociales proclamadas por la Revolución lleguen a ser realidad y no sólo engañosa promesa; para que dejen de ser bandera de discordia; para que llegue a realizarse el anhelo supremo de lograr el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, es necesaria, urgente, en nuestro medio, una radical reforma a los procedimientos políticos hasta hoy seguidos. Queremos decir con esto que mientras no sea un hecho entre nosotros el respeto al voto ciudadano y no se depure la función electoral, mientras sigan siendo en ellas factores decisivos la actuación de un solo partido, la falta de respeto a la opinión pública, la cláusula de exclusión, el pistolerismo, la farsa y la mentira, la democracia no podrá realizarse en México. Urge pues […] una trayectoria que, exenta de argucias y retorcimientos, falacias y simulaciones, garantice defectivamente el voto ciudadano y el respeto a éste”.5

¿Quiere una instantánea de este PRI 2014 y de esa flamante “Escuela de Cuadros”? Se la brindo: El día de ayer, el líder de las Juventudes Priístas nacionales, Cristopher James Barousse, agredió a golpes a Carlos Eduardo Borruel, hijo del ex Presidente Municipal de Chihuahua; tras una discusión, James,… James Barousse, junto con otros cinco sujetos, atacaron a botellazos a Borruel, lo que le ocasionó diversas fracturas en nariz, cara y una costilla.6

Otra vez, los priístas se llaman a sí mismos a emprender una Cruzada en favor de lo peorcito del PRI; lo más lamentable no es esa vocación a engañarse a sí mismos; lo más triste, es que entre tanta simulación, pretendan llevarse a México entre las patas de los caballos. Apuesto 00 a 7, a que James, James Barousse, no va a pisar ni siquiera la sombra de la cárcel, al amparo de esa impunidad, tan cara al priísmo chihuahuense en los particular; si no, que le pregunten a Javier Garfio y a su triste proceder en el tema del “Aeroshow”.

Parece ser que la “Escuela de Cuadros” no les está funcionando. Sería bueno que empiecen a intentar con una triángulos, de círculos o de paralelepípedos, a ver si así.

 

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com

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