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Las maravillas del Mayab…por Aida Maria Holguin

 

-FRASEARIO-

Las maravillas del Mayab

Al igual que Sabina, “siempre soñé frecuentar la Mérida de los mayas de Uxmal a Chichén Itzá”. En mi caso, fue hace apenas unos días cuando ese sueño comenzó a hacerse realidad.

Acompañada por cinco amigas y colegas docentes, tuve la oportunidad de pasear por algunos caminos (antiguos y modernos) de Yucatán y, así, conocer varias de las maravillas de ese legendario e histórico territorio maya.

Fue en las tierras de T’Hó, (Ho’ [Jo’], como todavía le dicen los mayas actuales), la precolombina ciudad maya que ahora se llama Mérida, donde inició la maravillosa aventura. Específicamente, fue durante un recorrido en “turibus” en el que conocimos dos Mérida: la colonial y la contemporánea. Luego, en el Gran Museo del Mundo Maya y el Palacio de la Música, confirmamos que la riqueza histórica y cultural de México es invaluable.

Además, en Yucatán existen dos Pueblos Mágicos: Valladolid e Izamal. El primero, se caracteriza por ser una ciudad colonial en la que la que destacan la catedral de San Gervasio y el cenote (semi abierto) Zací. La segunda, también conocida como la Ciudad de las Tres Culturas, combina rasgos de su pasado prehispánico, del período colonial y de la época actual.

En cuanto a las playas, nuestro destino fue hacia el puerto de Progreso y Celestún. En Progreso, resaltan sus arenas blancas y su impresionante muelle (de acero y concreto) que sirve como un punto de enlace turístico y comercial. Por su parte, Celestún es, sin lugar a dudas, un paraíso (eco-turístico) en el que, a través de un recorrido en lancha, pudimos -entre otras cosas- avistar decenas de flamingos y pasear entre manglares.

Obviamente, no podían faltar las zonas de cenotes y las arqueológicas, pero no podíamos ir a todas; entonces decidimos ir solo a Samulá (cenote subterráneo), y a Chichén Itzá y Uxmal por ser parte del Patrimonio de la Humanidad (Chichén Itzá es, además, Maravilla del Mundo). Ahí, en cada lugar, quedamos maravilladas por su majestuosidad, belleza y particular historicidad que hacen de ellas, sitios fascinantes, hipnotizadores y, por lo tanto, memorables.

Así fue como rápidamente pasaron seis días. Es decir, seis días no fueron suficientes para conocer todas las maravillas del Mayab, pero sí fueron suficientes para comprobar que sus maravillas y la riqueza cultural que hay en torno a ellas son verdaderamente asombrosas y admirables.

Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por el poeta brasileño, Mario Quintana: “Las maravillas del mundo nunca son pocas, lo que siempre falta es la capacidad de sentir y admirar”.

Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

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