¿Leer para qué?…por Aída María Holguín
FRASEARIO
En el marco de la celebración del Día Mundial del Libro 2019, el INEGI, a través de su Módulo sobre Lectura (MOLEC) 2019, dio a conocer los resultados del comportamiento lector de la población de 18 y más años de edad, que reside en áreas de 100 mil habitantes o más.
De acuerdo con el MOLEC levantado en febrero de este año, el 58% (8% más que en el 2015) de los mexicanos encuestados no leyeron ni un solo “libro” en los últimos doce meses, y el 32% dijo no haber leído otros materiales (revistas, periódicos, historietas o páginas de Internet, foros o blogs).
De esos mexicanos que leen alguno de los materiales (impresos o digitales) considerados, el 21% comprende solo la mitad o poco del contenido de texto. Esto, sin contar que durante la última década, en materia de comprensión lectora, México ha permanecido por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE.
Con esos datos, queda en evidencia que un importante número mexicanos no encuentran la motivación suficiente para leer con el fin de comprender lo que se lee. Es decir, no para simplemente leer, sino para leer con el objetivo de asimilar los textos escritos, encontrar información útil e interpretarla y, además, ejercer una opinión fundada en torno a ellos.
Y es que como bien lo decían -respectivamente- el filósofo, Jaime Blames, y el escritor, Chapman Cohen: “La lectura es como el alimento. El provecho no está en proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere”; o sea, “Todos pueden leer, pero sin el hábito de la lectura crítica, es de poco valor”.
Independientemente de que -en el mejor de los casos- con la llegada del Internet el hábito de la lectura evolucionó y se adaptó a las nuevas tecnologías, y de que -en el peor de los casos- ese hábito involucionó y comenzó a morir; resulta necesario saber -a ciencia cierta- por qué en México ya no se lee como antes (cuantitativa y cualitativamente) y, mucho más, saber qué políticas públicas se implementarán para remediarlo.
En definitiva, lo que sucede en México en relación a este tema es sumamente preocupante porque, leer y comprender lo que se lee, es fundamental para el desarrollo humano y -por lo tanto- para el verdadero progreso social que tanto se requiere.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el filósofo chino, Confucio: “El leer sin pensar nos hace una mente desordenada. El pensar sin leer nos hace desequilibrados”.
Aída María Holguín Baeza
¿Leer para qué?
En el marco de la celebración del Día Mundial del Libro 2019, el INEGI, a través de su Módulo sobre Lectura (MOLEC) 2019, dio a conocer los resultados del comportamiento lector de la población de 18 y más años de edad, que reside en áreas de 100 mil habitantes o más.
De acuerdo con el MOLEC levantado en febrero de este año, el 58% (8% más que en el 2015) de los mexicanos encuestados no leyeron ni un solo “libro” en los últimos doce meses, y el 32% dijo no haber leído otros materiales (revistas, periódicos, historietas o páginas de Internet, foros o blogs).
De esos mexicanos que leen alguno de los materiales (impresos o digitales) considerados, el 21% comprende solo la mitad o poco del contenido de texto. Esto, sin contar que durante la última década, en materia de comprensión lectora, México ha permanecido por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE.
Con esos datos, queda en evidencia que un importante número mexicanos no encuentran la motivación suficiente para leer con el fin de comprender lo que se lee. Es decir, no para simplemente leer, sino para leer con el objetivo de asimilar los textos escritos, encontrar información útil e interpretarla y, además, ejercer una opinión fundada en torno a ellos.
Y es que como bien lo decían -respectivamente- el filósofo, Jaime Blames, y el escritor, Chapman Cohen: “La lectura es como el alimento. El provecho no está en proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere”; o sea, “Todos pueden leer, pero sin el hábito de la lectura crítica, es de poco valor”.
Independientemente de que -en el mejor de los casos- con la llegada del Internet el hábito de la lectura evolucionó y se adaptó a las nuevas tecnologías, y de que -en el peor de los casos- ese hábito involucionó y comenzó a morir; resulta necesario saber -a ciencia cierta- por qué en México ya no se lee como antes (cuantitativa y cualitativamente) y, mucho más, saber qué políticas públicas se implementarán para remediarlo.
En definitiva, lo que sucede en México en relación a este tema es sumamente preocupante porque, leer y comprender lo que se lee, es fundamental para el desarrollo humano y -por lo tanto- para el verdadero progreso social que tanto se requiere.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el filósofo chino, Confucio: “El leer sin pensar nos hace una mente desordenada. El pensar sin leer nos hace desequilibrados”.
Aída María Holguín Baeza
Últimos comentarios