Los trescientos diecisiete…por Aída María Holguín
Lo sucedido el pasado 17 de octubre, pareciera emular la épica e histórica Batalla de las Termópilas, que colocó como un verdadero ejemplo del poder que el patriotismo ejerció sobre un pequeño grupo de soldados espartanos -300 para ser exactos- en defensa de su territorio. Sin embargo, el ejemplo de “nuestros 317”, además de distar mucho del de ser soldados que sirven a su pueblo, forma parte un vergonzoso capítulo de la Cámara de los Diputados.
En un desafío a la soberanía, el pasado 17 de octubre los mexicanos recibimos una “puñalada” por parte de 317 Diputados que “dicen” ser nuestros representantes. Dicen representarnos, pero eso queda en solo dicho porque en los hechos demostraron que representaron solamente los intereses del presidente Peña Nieto.
Si bien es cierto que después de las fuertes presiones sociales y políticas, el IVA a colegiaturas, rentas, hipotecas y espectáculos públicos quedaron fuera de la discusión en el Pleno de la Cámara de Diputados, el resto de los impuestos propuestos fueron aprobados.
El día 17, la mitad del camino para aprobar más impuestos ya estaba recorrido, y la “estafeta” se la turnaron a la Cámara de los Senadores para recorrer la otra mitad del camino.
El caso es, que 317 Diputados decidieron imponernos más pagos. Eso, evidenció lo que ya sabíamos desde hace tiempo: los mexicanos tenemos muy poca representación en el Congreso de la Unión; situación que si así lo queremos, puede cambiar porque lo importante de las Reformas -o de las nuevas Leyes-, en realidad consiste en saber quiénes votan a favor, quiénes en contra, quiénes se abstienen y quiénes no asisten.
El análisis de las votaciones en el Congreso de la Unión, es un elemento clave para que los ciudadanos podamos tomar mejores decisiones electorales a futuro; es decir, saber cómo votan nuestros “representantes”, es una útil herramienta para evaluarlos. Su voto, es prueba de los intereses que realmente representan.
De los que se abstienen de votar, o faltan a las sesiones, por default ya tienen una “tacha”, dado que no tienen los suficientes “pantalones” para presentarse y/o manifestar su voto a favor o en contra; pero eso sí, están muy puestos para cobrar un jugoso sueldo por sus “labores” legislativas.
Una vez que los legisladores han sido electos, los ciudadanos pasamos a segundo término; y de lo que pase en el Congreso de la Unión, no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Eso quedó más que claro el pasado 17 de octubre, cuando la Diputada Rocío Reza presentó 23 mil firmas de mexicanos que nos oponíamos a que se nos impusieran más pagos, y los votos de 317 personas -que no consultaron a sus “representados”- tuvieron más peso.
Mientras que nuestro sistema político-electoral no nos proporcione herramientas legales para evaluar a la clase política, tenemos que usar todo lo que sí está a nuestro alcance; una de esas herramientas, es analizar el nombre de los Diputados y Senadores con sus respectivos votos; eso, nos permitirá valorar si realmente están representando los intereses comunes.
Como ciudadanos, tenemos que hacer nuestra parte: elegir a nuestros gobernantes y representantes, evaluarlos constantemente, y señalar sus aciertos y errores. Y aunque las inconformidades que expresamos los ciudadanos, pocas veces son tomadas en cuenta , deben ser tomadas en cuenta por nosotros mismos a la hora de tomar nuestras decisiones como electores.
A los gobernantes, se les puede evaluar de una manera muy sencilla: promesas y discursos de campaña vs. hechos. A los Legisladores, por el voto que dan a cada una de las iniciativas. Estas evaluaciones, no deben hacerse al final de cada trienio o sexenio, si no de manera constante y permanente; y al terminar el periodo, una evaluación final de su desempeño.
Insisto en que es verdad que no hay muchas las herramientas para evaluar a la clase política; sin embargo, debemos usar las pocas con las que sí contamos. Solo es cuestión de querer hacer las cosas que como ciudadanos nos corresponden, y la más importante es informarnos. La información es poder y con ella se pueden evaluar muchas cosas, el problema es que a los mexicanos nos da flojera informarnos y darle seguimiento a los temas importantes que definen el rumbo de nuestro país, y por lo tanto el de nuestras familias.
Resta ahora, que cuando menos los Senadores escuchen el mandato soberano de quienes usan las redes sociales, cartas firmadas por miles, envío de correos electrónicos, y hasta marchas por las calles en contra de la reforma.
En esta ocasión, finalizo con una reflexión (dedicada a nuestros legisladores) del político y pensador francés, Charles Louis de Secondat -mejor conocido como el Barón de Montesquieu-: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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