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Madurez…por Carlos Murillo

La madurez o lo que entendemos como tal, suele entenderse e interpretarse como un estado de estabilidad emocional e intelectual, de un mayor grado de conciencia en la plenitud de los sentidos, experiencia de vida y visión hacia el futuro. Si esto sucede en lo individual, ¿será también posible a nivel de una ciudad, una nación, de la sociedad misma? Veamos.

Sexualidad. El sexo es un tema bastante incómodo para las personas. Si nos atenemos a las teorías de Michel Foucault, Sigmund Freud o Willheim Reich, en la medida que vamos recuperando nuestra sexualidad, vamos recuperando la libertad, la alegría de vivir, la realización personal en detrimento del poder que ejerce sobre nosotros el control político-religioso de la sexualidad, tan común desde siempre. Esto significa que a mayor comprensión y disfrute del sexo, menor el prejuicio antisexual y mejores relaciones sociales.

Política. Generalmente la gente rehúye acercarse o hablar sobre política. Esta actividad tan profundamente humana es a la vez causa y efecto de nuestro destino. Si vamos entendiendo la naturaleza política humana (el ser humano es un animal político, de acuerdo a Aristóteles) vamos cambiando a la vez nuestra percepción y participación en las cuestiones públicas en vez de alejarnos de ellas. En la medida que vamos aceptando nuestro ser político en vez de negarlo, necesariamente suceden cambios a nivel social y para su beneficio.

Economía. La actividad económica es también inherente al ser humano. Es, según Karl Marx, la acción por la cual se nos hace visible y patente la realidad (objetividad) el fundamento de la realidad social es económica. La ambición y avaricia se anteponen al interés común en forma egoísta. Si podemos vivir en armonía con la naturaleza; si entendemos el valor de las cosas más allá del dinero y si sabemos convivir socialmente en paz en vez de explotar, engañar y destruir, la economía se vuelve solidaria, inteligente y amigable con la vida.

Cultura. La cultura es hereditaria y a la vez se perpetúa o transforma todos los días. ¿Cómo sabemos cuándo la cultura de una sociedad dada es ya madura? Nuestra actividad humana es compleja, con tantas cosas que aprender y memorizar todos los días y para el resto de nuestra existencia; la cultura es finalmente lo que nos distingue del resto de los seres vivos. Si vivimos en una sociedad donde impera la justicia, donde no hay problemas sociológicos graves (pobreza, hambre, ignorancia) si podemos entablar diálogos para resolver conflictos y estamos en paz con nosotros mismos(as) y otras sociedades, entonces esa cultura está en plenitud de su madurez.

¿México es un país maduro? Llevamos doscientos años de haber empezado nuestra autonomía y vida independiente como país, con un sinnúmero de problemas y tragedias, muchas de ellas todavía sin resolver y con peligros constantes por enfrentar. Sin duda la experiencia mexicana es rica en su historia y presente, pero ¿hemos aprendido del pasado y estamos conscientes del presente y de los posibles escenarios futuros? La respuesta indudablemente está a la vista de todos y todas.

Si nos damos cuenta, la madurez no tiene tiempo o edad, sino que es una actitud que se asume frente a la vida, como viene. En las naciones, como en las y los individuos, se requiere haber experimentado la vida para comprenderla y así poder actuar en consecuencia. Las costumbres y los hábitos forjan la cultura, así sea ésta contradictoria o inconsciente. No es que se dejen de cometer errores, sino que se reconocen humildemente y se componen, así se requiera desaprender prácticas y hasta usos y costumbres.

México es un país joven todavía, cada determinado tiempo su sociedad hace repaso de su existencia y en consecuencia toma acciones para transformarse. Así ha sido posible pasar de nación independiente a la defensa contra el invasor extranjero, la destitución de políticos nocivos o la terminación de sistemas económicos deplorablemente dañinos. Pero todavía nos falta, pues pasado un tiempo, como en las familias con integrantes alcohólicos, volvemos a caer en las mismas situaciones.

Hoy vivimos una situación extrema en cuestión de seguridad pública y economía en declive. Los enemigos acechan dentro y fuera de la república; ciudades grandes e importantes como Monterrey y Ciudad Juárez o estados como Tamaulipas se colapsan ante el crimen organizado y el discurso estéril de las “autoridades” más su vacío de poder. Hay un peligro real cuando las instituciones del Estado se pudren por dentro y no pueden dar cauce a las legítimas demandas de la sociedad porque son parte del problema a través de su clase política. Hoy por hoy requerimos de madurez para resolverlos.

Estamos en el otoño, la estación del año que significa la madurez de la vida. Cada vez que México actúa con madurez hay cambios trascendentales. Por alguna razón, durante el otoño suceden esos cambios, y si hacemos caso omiso de las coincidencias, entonces es seguro que algo pase durante este periodo. Que la reflexión madura nos lleve a la acción madura.

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