Más que nunca: PAN y circo…por Luis Villegas
Si lo de la bandera al revés es reflejo del estado de las instituciones a nivel nacional, la instalación del Comité Coordinador del Sistema Estatal Anticorrupción a nivel local1 es otro.
Refiriéndome al pabellón nacional izado de cabeza, escribí semanas atrás, más o menos, que asumir que se trata de un asunto baladí constituye un error de perspectiva, pues si el hecho en sí es nimio, su significación es relevante pues “como Estado, como nación, como sociedad, como país, nos dibuja de cuerpo entero […] nos refleja en lo que somos: valen más la faramalla y la alharaca que el contenido; es más meritoria la forma que el fondo; cuentan más las intenciones que los hechos en sí”. Igual pasa con el Comité Coordinador del Sistema Estatal Anticorrupción estatal; en la especie —dirían los españoles— se trata de un follón.2
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Para que no diga Usted que exagero o estoy de hocicón —que la verdad “sí soy amá”—, reparemos en los integrantes del engendro: si hablamos del Poder Judicial, su Presidente está a punto de caer por su ilegal elección, hecha a modo y a la cerrera. Aunque él jura y perjura que no, no, no, no es “florero” ni títere de naiden3 (hágame Usted el refabrón cavor, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia declarando esas estupideces), lo cierto es que está parado en un banquito y el banquito se tambalea.
Otro tanto se puede decir del Consejo de la Judicatura en funciones; asunto más peliagudo que el anterior porque, por lo menos en el caso de Jiménez Castro, el banquito lo tiene para él solo; en el del Consejo son cuatro haciendo malabares (esto léalo Usted imaginando música de fondo —música de circo evidentemente—: tan tarararantan…); y uno de sus integrantes, con cuchillos, botellas de vidrio y cazos de agua hirviendo, p’a acabarla de amolar.
El Comité de Participación Ciudadana tampoco se salva: uno de sus integrantes duró un día por sus declaraciones idiotas;4 y el otro no reúne los requisitos mínimos indispensables para formar parte de él por sus vínculos partidistas.5
El “Oso” Valenzuela, encargado de facto de la ASE, ya ni l’ace: llegó por la vía de los hechos, con el apoyo logístico de la Policía Estatal, sin declaración del Congreso y en contra del mandato expreso de un Tribunal federal;6 sin embargo, ahí sigue, tan orondo, rechoncho y feliz, confiando en su amistad estrecha con quien lo puso, casualmente, su principal “cliente” en el asunto de fiscalizar las cuentas públicas: su amigo del alma, el Secretario de Hacienda.7
Por último, del Presidente del ICHITAIP mejor ni hablar; al escribir estos párrafos existen dos presidentes: uno legítimo, Rodolfo Leyva; y otro ilegítimo, Alejandro de la Rocha;8 este último, ni siquiera tuvo la vergüenza, los pantalones ni la decencia necesarios para apersonarse en el evento de instalación del Comité.9
Si el combate a la corrupción constituye un tema prioritario para el Gobierno, lo cierto es que en ese punto, y sin ningún matiz, al día de hoy más que nunca es veraz y aplicable aquella máxima romana de: PAN y circo.
Ya puestos, yo diría que, para no atragantarse, hace falta un chorrito de atole… con el dedo.
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Luis Villegas Montes.
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